Unos 20 manifestantes encapuchados derribaron el sábado por la noche las vallas de seguridad de los alrededores del Palacio Nacional, sede del Ejecutivo de México y prendieron fuego a la puerta principal del histórico edificio.
Los disturbios se registraron al finalizar una multitudinaria marcha que había partido desde la instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) hasta el Zócalo de la capital mexicana para exigir el retorno con vida de los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre.
Al final del recorrido, miles de manifestantes se tiraron al piso de la gran plaza central de la capital mexicana, simulando haber sido asesinados, y fueron leídos uno a uno los nombres de jóvenes desaparecidos a manos de policías y criminales el 26 de septiembre pasado en Iguala, en el sureño estado de Guerrero.
Una vez que los organizadores invitaron a todos a retirarse, un grupo se dirigió al Palacio Nacional, tiró las vallas de seguridad e intentó derribar la puerta principal con las estructuras metálicas.
A continuación lanzaron todo tipo de objetos, incluidas bombas caseras, si bien el fuego fue apagado por un sistema automático contra incendios del edificio, construido entre 1522 y 1526.
Un grupo antidisturbios de la Policía Federal y agentes del Estado Mayor Presidencial respondieron a estas acciones y dispersaron a los encapuchados.
Durante la marcha, miles de manifestantes, desde estudiantes hasta ancianos y padres de familia, exigieron la vuelta con vida de los desaparecidos, castigo a los culpables, y apoyo para las familias de los estudiantes y los centros de enseñanza de magisterio a los que acuden jóvenes de escasos recursos (Perú 21).