La crisis sanitaria global del la COVID-19 está teniendo un enorme impacto emocional y socioeconómico en la sociedad. Millones de afectados, miles de personas fallecidas y un preocupante escenario economico futuro inquieta a todos. Pero también se debe reflexionar sobre la forma de relacionarse con la naturaleza.
Porque la destrucción de la naturaleza, debido al creciente impacto humano sobre los ecosistemas y la vida salvaje, combinado con el cambio climático, está facilitando la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al ser humano con los consiguientes efectos negativos sobre nuestra salud.
El 70% de las enfermedades humanas son producidas por la destrucción de la naturaleza. Pero la realidad es que virus y bacterias han convivido con nosotros desde siempre y se distribuyen entre las distintas especies sin afectar al ser humano en hábitats bien conservados.
La destrucción de los bosques, la construcción de carreteras y el aumento de población, no solo provoca la desaparición de especies, sino también que las personas tengan un contacto más directo con especies de animales salvajes y, de esta forma, también con sus enfermedades
Naturaleza en números rojos
Conservar nuestra naturaleza es cuidar nuestra salud. Sin embargo, vamos por la senda opuesta: sobreexplotamos sus recursos naturales, producimos y consumimos de manera insostenible, contaminamos los océanos y emitimos gases que están calentando la Tierra a niveles que podrían ser catastróficos para todos.
Para luchar contra todas las amenazas, el Fondo Mundial para la Naturaleza (Por su siglas en inglés, WWF) está impulsando la creación de un nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas amparado por la ONU. Un pacto que reconozca el vínculo entre la naturaleza, el clima y la salud de las personas y que adopte medidas para alcanzar los siguientes objetivos:
LA PROTECCIÓN DEL CLIMA
CERO EXTINCIÓN DE ESPECIES
CERO PÉRDIDA DE HÁBITATS NATURALES
REDUCIR A LA MITAD NUESTRA HUELLA ECOLÓGICA
Fuente: WWF