Humala y el nacionalismo desde dentro

El Comercio. La congresista Nancy Obregón y el Partido Nacionalista no han podido tener peor defensor circunstancial que quien se presenta como propicio compadre ideológico de ambos: el respetable sociólogo Carlos Tapia.

Ollanta Humala tampoco se salva de esta incursión, a la hora en que el análisis político que le llega y supuestamente trata de ilustrarlo y guiarlo, toma demasiada distancia de los hechos y le presenta un cuadro distorsionado de la realidad.

Mientras la señora Obregón no tenía prácticamente nada que rebatir a la acusación fiscal por narcotráfico contra su ex pareja, su madre y sus dos hermanas, y más bien se allanaba a cualquier investigación, el principal vocero del Partido Nacionalista aludió de inmediato a El Comercio, sin ni siquiera leerlo, sindicándolo de haber comenzado una campaña.

¿Una campaña de qué y contra quién, señor Tapia?

La edición de ayer de El Comercio dio cuenta veraz y objetivamente de una acusación fiscal contra la familia más cercana de la señora Obregón, de la misma manera como en otro momento informó del hallazgo de varios kilos de cocaína en manos de un ex asesor de la parlamentaria, y con el mismo celo periodístico con que sacó a luz la relación de la legisladora andina Elsa Malpartida con Sendero.

Para conocimiento del señor Tapia, El Comercio circula en papel, pero además on line. Pudo haber ingresado a la web y encontrado la información del día miércoles 24 sobre la acusación fiscal, sin importar si estaba en Huamanga o en Chumbivilcas.

Creemos que es su obligación estar muy bien informado antes de lanzarse a opinar acerca de un tema demasiado delicado para un Partido Nacionalista, del cual forma parte, cada vez más presionado, por sus propios electores, a deslindar del narcotráfico y de los cocaleros ilegales vinculados al narcotráfico.

Su larga experiencia política tiene que haberle enseñado a Carlos Tapia cuándo debe poner pasión sobre los hechos y cuándo una buena dosis de prudencia. La señora Obregón exhibió ayer mayor serenidad que su vocero, que no tenía por qué trazar un sesgo sobre un piso de investigación fiscal probadamente parejo.