La investigadora del Instituto de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, María Méndez, publicó hoy en el diario Expreso un artículo titulado «Héroes Antidrogas» en el que recuerda el asesinato de dos trabajadores del Proyecto Especial Corah y un policía el pasado 27 de abril en Aucayacu. En el texto, se recomienda una acción contundente del Estado que contemple el fortalecimiento de los programas de erradicación, interdicción policial y desarrollo alternativo. INFOREGIÓN reproduce el texto a continuación:
Héroes Antidrogas
Las balas criminales de Artemio, cabecilla senderista y operador del narcotráfico, han asesinado cerca de Aucayacu (Huánuco) a dos valientes trabajadores del Corah y a un joven suboficial antidrogas de la Policía Nacional. El Corah es la entidad del Ministerio del Interior encargada de la erradicación de cultivos ilegales de coca. Es decir, la institución que impide que miles de toneladas de hoja de coca se transformen en cocaína, ese veneno que inunda las calles de nuestras ciudades, envileciendo a los jóvenes e incrementando el delito y la inseguridad.
Carlos Sedano, César Saldaña y Rafael Córdova suman sus nombres a una larga lista de peruanos que han ofrendado su vida para defender a la sociedad de la industria criminal del narcotráfico que hoy amenaza a la república. Erradicadores, policías y promotores del desarrollo alternativo dan la batalla todos los días en el campo y ponen el pecho frente a las mafias criminales. Su trabajo es a menudo incomprendido por algunas autoridades complacientes, empresarios indiferentes y ciudadanos indolentes. Los “coreanos” (es así como se conoce a los trabajadores del Corah) suelen ser también estigmatizados por ONGs y congresistas que defienden la producción de coca en el Perú, aun a sabiendas de que su destino son los laboratorios de cocaína.
¿Qué busca el narcosenderismo con estas muertes? Detener los eficaces (aunque insuficientes) programas de erradicación en marcha en la región Huánuco. Intimidar a las autoridades, amenazar a quienes trabajan del lado de la ley y en defensa del estado de derecho. El atentado de Aucayacu ocurre a pocos días de un fabuloso decomiso de cuatro toneladas de cocaína en el Callao, halladas en un contenedor próximo a ser exportado. En este contexto, frenar la erradicación de cultivos ilícitos es un objetivo estratégico del narcotráfico que requiere la producción libre y abundante de coca en la selva peruana.
La respuesta del Estado debe ser contundente: el fortalecimiento de los programas de erradicación, interdicción policial y desarrollo alternativo. El temor, la complacencia, la tolerancia, la “coexistencia pacífica” con el narcotráfico son errores gravísimos que los peruanos pagaremos luego muy caro. El Pacto Ético promovido por Devida para evitar la infiltración del narcotráfico en los partidos políticos, que ha sido firmado por las agrupaciones políticas del país (con la vergonzosa excepción de Perú Posible), debe ser rigurosamente aplicado. La República peruana debe defenderse de su mayor enemigo y honrar a sus héroes antidrogas.