Carlos Basombrío, experto en seguridad ciudadana, deja encadenada a un poste la bicicleta Oxford que usa para llegar hasta su oficina en el malecón de Miraflores, por si acaso, nunca se sabe. Es la tarde del jueves y el ex viceministro del Interior lleva las canas despeinadas. Eso de ir pedaleando desde su casa, en la avenida Pardo, hasta el trabajo lo ayuda a sortear el tráfico pero desmejora su facha. Igual, luce bastante cómodo. Para abstraerse de la coyuntura que siempre analiza acaba de leer Anatomía de un Instante del escritor Javier Cercas, que trata del frustrado golpe de Estado del teniente coronel Tejero, en España, en 1981. Nada como las crisis de fuera para escapar de la aplastante política limeña. Primer párrafo.
¿Le suenan estas frases?: “La política se mudó a las alcantarillas”, “El premier se desvanece”, “Sumas que restan”, “¿Quién lo entiende, señor presidente?”.
(Se ríe) Todas son frases o títulos de artículos que he escrito.
Claro, no hay mucho optimismo en sus columnas. ¿Esto de ser analista político no lo agota, no lo llena de hastío?
He pensado mucho en eso después de este último artículo que acabo de escribir, este de las alcantarillas. Y confieso que me he sentido incómodo después de escribirlo, pero era lo que sentía en ese momento. Creo que seguir la política muy de cerca en el Perú te puede hacer daño anímico. Y desde hace algunos años, creo que desde que se fue Paniagua –que fue un momento de esperanza, porque él le dio a la Presidencia de la República una grandeza que no había tenido en muchos años– solo se ha visto retroceso. No veo en el horizonte un espíritu juvenil, en el sentido político de la palabra, que implique una regeneración moral. Confieso que sí, que estoy hastiado pero quizá no resignado.
¿Por qué se ha sentido incómodo con su última columna?
Los últimos acontecimientos de este gobierno me han chocado porque son muy desagradables. Y en segundo lugar me parece de gran hipocresía que quienes sean los grandes catones de este hecho, también sean protagonistas de cosas iguales o peores.
Claro, usted dice en su última columna que el laberinto en el que está metido el gobierno por el caso López Meneses, también lo comparte con fuerzas como el Apra, que tiene sus propios individuos relacionados con este personaje, y con el fujimorismo.
A ver, el hecho de que el expresidente Fujimori desde la cárcel diga que Humala debía saber qué hacía López Meneses es de un cinismo que da náuseas. Él, que creó a Montesinos, dice: «Humala tenía que haberlo sabido». Entonces él también debía saber (lo que hacía Montesinos). Eso es casi una confesión. Y sobre el Apra, cada vez aparecen más vínculos de este partido con López Meneses. Yo no quiero exonerar al gobierno, al revés, mi hastío es porque todos terminan actuando de la misma manera. Y lo mismo sienten muchachos con los que hablo y me dicen: «Ni me cuentes, todos son lo mismo»:
¿Y eso no es peligroso? Finalmente en quién confiamos.
Eso es súper peligroso. Sin embargo creo que hay un espacio moral en el país para que surja alguien en la política que reivindique la decencia y el sentido de trabajo por los demás. Nunca hemos sido un país de políticos maravillosos, pero antes teníamos gente que creía genuinamente en lo que estaba haciendo, equivocada o acertada, pero lo hacía por el bien del país.
¿Qué tenemos ahora? ¿Un elenco de cínicos?
Un elenco de personas que aprovecha la coyuntura para salvar el pellejo. Fíjate en Perú Posible, están involucrados en algo que no van a poder explicar nunca (la compra de los bienes de Toledo), pero ahora salen a decir por lo de López Meneses: «Es el colmo, las cosas que pasan en política». ¿Y las cosas que hizo un gobierno en el que lamentablemente trabajé? Eso es terrible.
¿Y ha salido algo bueno del caso López Meneses?
Yo creo que algo muy bueno que hay en el país, y no solo por lo de López Meneses, es que existe una capacidad de indignación transmitida desde medios y redes sociales que tiene impacto en la política. Eso sucedió con la ‘repartija’ y también con López Meneses.
Cuando le pregunté si algo bueno había salido del caso López Meneses, pensé que me iba a responder que lo bueno era la salida de Wilfredo Pedraza del sector Interior.
Ah no, no. Yo le he dicho en varias oportunidades y sin ningún menosprecio por el señor Pedraza, creo que él no era una pieza decisiva ni para bien ni para mal. No le atribuyo ningún mal a Pedraza, no creo que él, más allá de la omisión, haya sido responsable por el resguardo que se dio a López Meneses. No creo que él fuera el problema. Pero también creo que no tenía un rol importante en el ministerio.
Pensé que iba a tomar la salida de Pedraza como una suerte de reivindicación, como una revancha personal…
Noooo, no, para nada.
Es que ambos tuvieron un encontrón muy fuerte cuando se denunció el seguimiento a analistas opositores, entre ellos usted. Él dijo sobre usted, que no tenía sentido hacer seguimiento a una persona poco importante.
Y yo le respondí que tenía razón, y que no gastara sus recursos en eso.
No solo le dijo eso. También lo llamó candelejón e ingenuote.
Mira, a Pedraza lo conozco de antes, no te digo que somos amigos porque no lo somos, pero lo respeto. El calor del cargo te lleva a decir cosas y yo tampoco me callo. Lo que me parece es que él no supo poner las condiciones para asumir el cargo.
Ustedes tuvieron este choque cuando el señor Rospigliosi y usted denunciaron el espionaje del que eran víctimas, ¿qué ha pasado con eso? ¿continúa el reglaje? ¿esta conversación está siendo escuchada en Palacio?
No lo sé. Si ese fuera el caso remoto, qué pérdida de tiempo porque igual va a salir en La República (lanza una carcajada). Mira, nosotros documentamos los hechos antes de que fueran descubiertos, y esa es la mayor evidencia de que lo que dijimos es verdad. Luego, la cosa fue descubierta por azar e inventaron que había una banda de colombianos que venían por acá, a un restaurante que no existe. Ese episodio, si no fuera porque da cuenta de un uso absurdo y ridículo de los recursos públicos, me parecería hasta entretenido.
A ver, me voy a poner como Wilfredo Pedraza, ¿por qué era tan interesante seguir a un grupo de analistas políticos? ¿Cuál era el secreto que podían guardar?
Lo dijimos en su momento. Rospigliosi había denunciado una serie de cosas dentro del ministerio (del Interior) y mostraba, como que tiene, mucho acceso a información de ese sector y de la Dirección de Inteligencia, y lo que querían era saber de dónde venían esas filtraciones. Y entonces asumieron que Gino Costa, que vive cerca, y yo, porque comparto una oficina con Rospigliosi, recibíamos esas filtraciones. Y de hecho las recibimos, nos enteramos de denuncias por corrupción o cosas parecidas. Lo que nunca entendieron es que cuando uno ha pasado por la función pública, le quedan algunos contactos.
Volvamos al tema de López Meneses, lo que el presidente Humala ha dicho es que este caso solo es un asunto de corrupción policial, ¿por qué es insuficiente esa explicación?
A ver, mira, yo soy un crítico frontal de la corrupción policial. Nadie podrá decir que yo tengo un mínimo de complicidad con eso, pero ver esto como corrupción policial no me cuadra. ¿López Meneses compraba protección a un grupo de policías? ¿Para qué? Además que no se la daban a él, sino a un lugar determinado, mientras él seguía con su vida normal. Hay un montaje para involucrar en esto al almirante (José) Cueto (jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas) ¿Para qué? Lo que cuesta movilizar a todos los policías involucrados en dar protección a la casa de López Meneses es de cientos de miles de dólares. Eso resulta hasta contraproducente para cual fuera el propósito de esa operación.
-Porque si allí había algo oculto, lo mejor era no llamar la atención, no llevar a la puerta de la casa patrulleros o equipos SUAT.
Claro. Estoy de acuerdo con eso. Ahora, la torpeza tampoco puede ser descartada al analizar este tipo de hechos. ¿Y cuáles son los hchos? Que la cabeza, el general (Raúl) Salazar (ex Director General de la Policía), estaba enterada de lo que pasaba, él dio la orden, lo ha dicho. Este es un director general que estuvo metido en lo de Brujas de Cachiche, que sobrevivió a tres ministros, que decía que despachaba directamente con Palacio.
-Otro cabo suelto es Adrián Villafuerte.
La presunción de que Villafuerte estuvo involucrado es alta. Aunque el Presidente dice que él no tiene nada que ver. Y si es así, se habría cometido una injusticia con él. Pero, vamos, todos sabems que Villafuerte tenía un poder muy fuerte entre las Fuerzas Armadas y las policiales, que los generales despachaban con él, que definía ascensos, todo esto, en nombre del Presidente. Mira a mí lo que me parece más importante es saber qué había en esa casa. La sospecha de que había algo ilegal es muy alta.
-Hablemos un poco de la intencionalidad que hay detrás de esta revelación. Daniel Abugattás dice que quien pudo haber filtrado esta información (sobre protección a López Meneses) es un alto oficial de la policía muy ligado a Constelación, el equipo que usa la Dirandro para hacer escuchas legales.
Puede ser. A ver yo no critico a los periodistas que difundieron esto. Los periodistas no siempre tienen fuentes que son la madre Teresa de Calcuta, tienen que lidiar con fuentes que incluso pueden haber actuado incorrectamente. Y lo que hace un periodista es tratar de cotejar si lo que le dicen es la verdad.
-Y es este caso los hechos no solo eran verdad, sino graves.
Claro. Ahora, en relación con que puede haber grupos políticos detrás de esto, pucha, eso sería superconveniente para algunos. Es evidente que un gobierno débil como este tiene mucho menos posibilidades de sacar de la política, por ejemplo, a Alan García. No estoy diciendo que García esté involucrado, pero si alguien ha ganado con esto de López Meneses es el Apra, ha ganado muchísimo, ahora pueden hacer que la megacomisión sea más frágil, poner en entredicho todo lo de la megacomisión, pero todo esto no sería posible si alguien en el gobierno no hubiera ordenado dar protección a López Meneses.
…
El robo que más recuerda Carlos Basombrío es uno que le ocurrió a los 14 años. Había dejado atada en un poste de Surquillo la bicicleta que usaba cuando era estudiante y a ratos volteaba a ver su vehículo. Se qiedaba tranquilo cuando divisaba – desde lalibrería en que se encontraba- la llanta delantera de su montañera. Pero de pronto ya no vio más. Ni llanta, ni timón, ni frenos, ni asiento, ni cadena, nada. También han querido coimearlo. Aunque usa poco su auto, se encuentra a veces con esos policías que piden un «apoyo» para que los conductores continúen con su marcha. Es la ironía de vivir en Lima e investigar la complejidad del mundo policial y la probelmática de la seguridad ciudadana. Es como si su objeto de estudio acudiera de cuando en cuando a saludarlo.
-Alguna vez dijo que el 30% del cuerpo policial era irrecuperable…
La cirfra es arbitraria, lo que yo trataba de decir es que el porcentaje de incorruptibles es equivalente al de irrecuperables. En el medio está el resto, que son padres de familia, no son hérores, tampoco delincuentes, que viven el día a día y se acomodan. Pero el liderazgo está en los irrecuperables, y lo que digo es que hay que pasárselo a los incorruptibles.
-¿Cuántos son los irrecuperables?
Es difícil decirlo, no creo que sean menos del 10%.
-Vamos, entre 30% y 10% hay gran diferencia ¿Cómo cambia tan drásticamente el procentaje?
(Sonríe) Ponle 30 de nuevo. No tengo un censo. Lo que quiero decir es que hay un buen porcentaje de policías en la institución que son irrecuperables. Y lo que hay que hacer es que los incorruptibles ayuden a sacarlos.
-Hay una frase que usted usa para describir lo poco que pesa la experiencia y el trabajo para ascender en la Policía: «Envejece y ascenderás».
No la he acuñado yo. Es una cosa que la escucharás en los medios policiales. A diferencia de la Marina, donde si tú te demoras para ascender sales de la institución, en la policía tienes que ser viejo para ascender.
-¿Viejo e invisible?
Viejo y pasar un poco piola. Pero tampoco hay que generalizar, hay gente vieja muy buena. Lo que quiero decir es que en la policía el peso del puntaje está hecho para que sea la antigüedad la que prime en los ascensos. Y el elemento central para los ascensos no debe ser ese, sino capacidad y resultados que cada uno pueda exhibir.
-Otra cosa que preocupaen la policía es la escasa capacidad que tienen para hacer compras, todo se presta para la corrupción.
Las grandes compras yo sugeriría que las haga una gran intendencia, como en otros países. Un ministro honesto lo único que quiere es que las grandes compras se vayan fuera de su sector. Es un sueño.
-¿Usted estudió sociología?
Soy sociógolode la católica, trabajé muchos años en ONG, en IDL, fui su director tres veces.
-¿Y cuándo era estudiante se imaginaba como un analista que escribía sobre política?
Sí, la política siempre me ha gustado.
¿Militó en el PCR (Partido Comunista Revolucionario)?
Sí, como muchos de mi generación.
¿Y sigue siendo de izquierda o ahora está a la derecha de Fernando Rospigliosi?
(Se ríe) Noooo. Estar a la derecha de Fernando es muy difícil.
¿Por qué?
Porque él se reivindica como muy de derecha. Yo, a ver, he perdido el entusiasmo que en mi juventud tuve por la izquierda, he visto algunas cosas que me han desencantado.
-¿Algun episodio en particular?
No, son cosas generales. Esta idea de que en la izquierda hay mejor política, no ha sido tan así. Sin embargo, si tuviera que elegir entre el Partido Republicano y el Demócrata en los Estados Unidos, me entusiasma el Demócrata. Si tengo que escoger entre la Concertación en Chile y la Alianza, prefiero la Concertación… (Emilio Camacho/Cortesía La República)