Hay que tener en cuenta que es más fácil y barato evitar que se fabrique la droga que perseguirla cuando ya está en el mercado, es decir, en las ciudades donde están los consumidores.
Si hay algo que llega con absoluta facilidad a Lima y otras capitales del país, son las drogas. Son muy baratas en comparación a otros países de la región, como Chile, Argentina y Brasil. Las dosis de cocaína se pueden encontrar hasta en cinco soles, dependiendo del cliente y del grado de adicción. La pasta base adulterada se encuentra hasta a 50 céntimos por paquete. Están al alcance de la mano.
Los centros de procesamiento de droga están en las cuencas cocaleras. El mercado en las ciudades se suele alimentar de los clanes familiares que la traen desde estas cuencas. Son muchísimos y están en distintas zonas de cada cono de Lima.
Un problema que existe respecto a la venta al menudeo es que la posesión de determinada cantidad de drogas no está penalizada. Entonces, los vendedores aprovechan esto: dicen que son consumidores. Debería haber más herramientas para luchar contra esto.
Además, la Policía no tiene ni idea de cómo enfrentar la microcomercialización; no tiene estrategia. El Escuadrón Verde es insuficiente. Una solución pasaría por capacitarlo más y descentralizarlo, y que se concentre en combatir la microcomercialización, que es su trabajo.