Un informe presentado el año pasado por el Ministerio del Ambiente (Minam) señalaba que la deforestación acumulada en Cusco, desde 2000 hasta 2009, alcanzaba las 731,877 hectáreas.
Entre las principales causas de este atentado contra la naturaleza se cuentan la minería ilegal, la agricultura migratoria y la tala ilegal. El Gobierno Regional de Cusco ha ratificado esta situación en un último informe: la tasa de deforestación anual en Cusco es de 17,407 hectáreas.
Esta pérdida ha dejado ya 76 especies de árboles en proceso de extinción. El área más deforestada, según los mapas del Minam, es el valle del Alto Urubamba, que incluye la confluencia con el río Yavero. Otras zonas que preocupan son Cosñipata, en Paucartambo; Camanti, en Quispicanchi; y el Bajo Urubamba, que es territorio de comunidades nativas machiguengas y asháninkas.
Esas alarmantes cifras originaron que la Gerencia de Recursos Naturales del Gobierno Regional de Cusco diseñara una estrategia forestal para revertir esa situación. El funcionario a cargo del proyecto fue el biólogo Israel Aragón y la iniciativa está lista para convertirse en una ordenanza regional.
El proceso, no obstante, demoraría mínimo tres meses.
PÉRDIDA ACELERADA
Aragón siente que lucha contra la corriente. La realidad le muestra que en Cusco hay un mal aprovechamiento de los bosques y la agricultura se centra en talar árboles para ganar terreno.
Además, la minería ilegal se extiende rápido, desde Camanti hasta Paucartambo. La tala y la ausencia de proyectos sostenibles de reforestación engrosan esta lista negra de actividades.
“Hay 150 mil hectáreas de bosques de producción permanente en Cosñipata –Paucartambo– y Camanti –Quispicanchi– que están amenazadas por la minería ilegal”, contó Aragón.
Las especies más taladas son caoba, cedro, tornillo, caobilla y shihuahaco. La jefa de la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre de Cusco, Narda de la Barra, precisó que en la región solo hay 120 permisos vigentes para aprovechamiento de los bosques. Sin embargo, al mes se tala 592 m3 de madera.
“La mayor cantidad de madera ilegal procede de Pilcopata, cerca del Manu y de la Reserva Comunal Amarakaeri, áreas protegidas que son compartidas por Cusco y Madre de Dios”, dijo. Eso lo suscribió Constantino Aucca, presidente de la Asociación de Ecosistemas Andinos (Ecoan). Acotó que cuando trabajaba en el Manu “todos los días salían de allí entre 15 y 20 camiones llenos de madera, caoba, cedro y espingo”.
La solución para Aragón es reforestar. “Pero hay que apostar por las especies nativas, como el cedro, pisonay y alisos”. El objetivo no es decirle al pueblo que reforeste, así sin más, sino que hay que involucrar a la comunidad.
“HAY MAFIAS DE BLANQUEO DE MADERA EN CUSCO”
Entrevista a la jefa de la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre de Cusco, Narda de la Barra.
— Sabemos que la deforestación de los bosques también se debe en gran parte a la minería ilegal. ¿Qué obstáculos enfrenta en esta lucha?
La falta de presupuesto. Funcionamos como mesa de partes de procesos administrativos. En febrero nos otorgaron S/.30 mil como presupuesto de apertura, y de allí se olvidaron. Obvio, ya no hay plata. Tenemos solo dos camionetas para vigilar toda la región, dos motocicletas y poco personal. Necesitamos a 27 profesionales más, para trabajar de manera idónea.
— ¿Cómo custodian la extracción ilegal en zonas lejanas?
Tenemos tres oficinas descentralizadas, cada una a cargo de un solo técnico. Se ubican en Quincemil (Quispicanchi), Quillabamba (La Convención) y Pilcopata (Paucartambo), pero necesitamos implementar otras sedes: la de Sicuani (Urcos), la de Quebrada, Kimbiri y Pichari (Vraem).
— Se ha denunciado a mafias de blanqueo de madera…
Sí y he tenido problemas con ellos. Sé del antiguo jefe de la ATFF, Maximiliano Loayza, quien fue retirado por malos manejos. Él facilitaba guías de remisión, las vendía a los madereros ilegales. Hay otro que se llama Juan Rodríguez y Carlos Suárez Rumiche, exjefe de la sede de Pilcopata. Loayza y Suárez siguen engañando a la gente de Paucartambo, diciéndoles que aún trabajan con nosotros. (Ralph Zapata)