Debido al Covid-19 y la desaceleración económica que afectarán a las personas más vulnerables del mundo, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas se ha comprometido en aportar USD 40 millones. El objetivo es hacer un llamado a la contribución de fondos adicionales para ayudar a campesinos y comunidades rurales para que sigan creciendo y vendiendo alimentos.
El nuevo fondo llamado «Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre», mitigará los efectos de la pandemia en la producción de alimentos, el acceso a los mercados y el empleo rural. Asimismo, este estímulo velará por que los campesinos de los países más vulnerables dispongan de un acceso oportuno a los insumos, la información, los mercados y la liquidez. Además de su propia aportación, el FIDA aspira a recaudar al menos USD 200 millones más de los Estados Miembros, fundaciones y el sector privado.
“Debemos actuar ahora para evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis alimentaria”, afirmó Gilbert F. Houngbo, presidente del FIDA. «Las consecuencias de la Covid-19 aumentará la pobreza, el hambre y la desesperación a las familias rurales, lo que constituye una verdadera amenaza para la prosperidad y la estabilidad mundiales. Con la adopción de medidas inmediatas podemos proporcionar a la población rural los instrumentos necesarios para adaptarse y lograr una recuperación más rápida, y evitar así una crisis humanitaria todavía mayor», aseguró.
Debido a la restricción a la libre circulación para contener la propagación del virus, muchos pequeños productores no pueden acceder a los mercados para vender sus productos o adquirir insumos, como semillas o fertilizantes. También es probable que el cierre de las principales rutas de transporte y las prohibiciones a la exportación repercutan negativamente en los sistemas alimentarios, informó FIDA a INFOREGIÓN.
Las personas más vulnerables a la interrupción de las cadenas de producción completas y el aumento del desempleo son los jornaleros, las pequeñas empresas y los trabajadores informales, que en muchos casos son mujeres y jóvenes. El regreso de los trabajadores de las ciudades que se han visto afectados por el confinamiento supondrá una presión todavía mayor para los hogares rurales, que también dejarán de recibir las tan necesarias remesas.
En torno al 80 % de la población más pobre y con mayor inseguridad alimentaria del mundo vive en zonas rurales. Ya antes del brote de este nuevo coronavirus, más de 820 millones de personas pasaban hambre cada día. En un reciente estudio de la Universidad de las Naciones Unidas se advirtió de que, en el peor de los supuestos, el impacto económico de la pandemia podría sumir a 500 millones de personas más en la pobreza.
“Esta pandemia está poniendo en peligro los logros que hemos alcanzado en la reducción de la pobreza durante los últimos años. Para evitar una disrupción grave en las economías rurales, es indispensable garantizar el continuo funcionamiento de la agricultura, las cadenas alimentarias, los mercados y el comercio”, indicó Houngbo.
“La mayor parte de la población más empobrecida del mundo ya está sufriendo los efectos del cambio climático y los conflictos. Una recesión económica en las zonas rurales podría agravar esos efectos y generar más hambre e inestabilidad, sobre todo en los países en situación de fragilidad”, finalizó.
El Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre se centrará en las siguientes actividades:
- Suministrar insumos para la agricultura, la ganadería y la pesca a los pequeños productores con el objetivo de que puedan capear los efectos inmediatos de la crisis económica.
- Facilitar el acceso a los mercados para ayudar a los pequeños productores a vender sus productos cuando la restricción a la libre circulación afecte al funcionamiento de los mercados, en particular prestando apoyo en materia de logística y almacenamiento.
- Proporcionar fondos específicos a los servicios financieros rurales para garantizar que haya suficiente liquidez disponible y reducir los requisitos inmediatos de reembolso de préstamos con el fin de conservar los servicios, los mercados y los empleos de la población rural pobre.
- Utilizar servicios digitales para compartir información básica sobre la producción, el clima, la financiación y los mercados.