Explotación de menores se realiza a vista y paciencia de la sociedad

La explotación laboral o trata de personas, especialmente de menores de edad, se realiza en la zona rural, sobre todo en las áreas de operaciones de la minería ilegal, pero también a a vista y paciencia de la sociedad que vive en las ciudades.

Lo dijo Oscar Guadalupe Zevallos, presidente de la Asociación Huarayo, en el programa Diálogo Ciudadano que se emite vía Radio Aurora de Puerto Maldonado, en coproducción con INFOREGION, Agencia de Prensa Ambiental.

El directivo de la ONG especializada en protección de la infancia y desarrollo de la Amazonía, indicó que afortunadamente se está dando un cambio a favor de combatir este delito, y como resultado se están realizando diversas campañas de sensibilización y análisis de la problemática con la participación de instituciones del Estado.

Agregó que la trata de menores para la explotación laboral se realiza a vista y paciencia de la sociedad -que en muchos casos parece haber perdido la sensibilidad ante el hecho- y no solo en la zona rural o en los ambientes mineros. También en las propias ciudades, por ejemplo en los lavaderos de autos, donde muchos niños trabajan en condiciones insalubres.

“Un menor no puede hacer estos trabajos por muchas horas y sobre todo si impide su desarrollo escolar”, indicó.

El experto recordó que toda época de bonanza económica arrastra también situaciones indeseables, como es el caso de la explotación aurífera en los lavaderos de la selva y la trata de personas para explotación laboral o sexual en cercanías de los campamentos extractivos.

Sin embargo, pasado ese momento provechoso la inversión declina y luego culmina, ante lo cual el minero se retira del lugar dejando un pasivo muy negativo, que en el caso de Madre de Dios se vincula con los daños ambientales y especialmente con las víctimas de abusos de sus derechos humanos.

“Peligra nuestra infancia pues la minería es una actividad temporal, y cuando se acaba el oro el minero está obligado a irse. No olvidemos que Madre de Dios, Iquitos y Cusco son regiones receptoras para la trata y el comercio sexual de menores”, reflexionó Guadalupe Zevallos.

El problema se agravará a través de los hijos de las víctimas de trata, tanto laboral como sexual, pues asimilarán toda la problemática y trauma de sus padres, generando un impacto en el desarrollo de la sociedad.

Por eso es importante sanear esa deuda que se tiene con los niños, trabajando en forma conjunta a favor de la prevención de estos hechos, que pasan ante nuestras narices y conviven con nosotros a pesar de ser delitos de lesa humanidad.