Un claro ejemplo de cómo una comunidad campesina puede llegar a convertirse en un próspero distrito es Asia, ubicado a 100 kilómetros al sur de Lima. ¿Cómo lo hizo? Con el esfuerzo de su gente, de la iniciativa de sus dirigentes, de la participación de la inversión privada y, sobre todo, de las decisiones bien tomadas pensando en el futuro y bienestar de los hijos.
Este emblemático lugar, que hasta julio de 1964 pertenecía al distrito de Coayllo, en la provincia limeña de Cañete, viene logrando el progreso que todo el mundo aplaude gracias a que supo aprovechar su potencial al máximo: como tenía extensas y hermosas playas procedió a urbanizarlas bajo un concepto de exclusividad y seguridad. Así, consiguió un rotundo éxito en la llegada de grandes inversiones en playas como Costa del Campo, Las Totoritas, Las Palmas, Los Cocos, Bujama, Asia, Chocalla, Cayma, Sarapampa, Huaycamp, Valdivia, Palillo y Misterio, entre otras.
Para nadie es un secreto que hoy en día las playas de Asia se han convertido en el centro veraniego por excelencia, con sucursales de los negocios más importantes de Lima como restaurantes, cafés, bares, discotecas, tiendas por departamento, cines, supermercados, hoteles, peluquerías, zapaterías, joyerías, decoración y moda, generando un gran movimiento comercial con la consiguiente demanda de mano de obra.
El ingeniero Fidel Chumpitaz, ex presidente de la comunidad campesina de Asia, revela a INFOREGIÓN cuáles fueron los temores contra los que tuvieron que luchar los comuneros y cuáles fueron los retos que tuvo que asumir su directiva en el camino a la distritalización. Chumpitaz fue uno de los artífices de este gran logro y, por lo tanto, una persona autorizada y experimentada para hablar sobre los retos que tienen otros centros poblados del Perú para convertirse en distritos, como es el caso del Pillao en el distrito de Chinchao, en Huánuco.
Ingeniero, ¿qué era Asia hasta hace algunos años?
Una comunidad campesina. Tenía 25 mil hectáreas y una población de 500 habitantes. No teníamos agua, ni desagüe ni luz, no había posta, solo un colegio de primaria, nos faltaba mucho. Y así han venido viviendo nuestros padres y abuelos hasta que un día decidimos salir de la pobreza. Lo primero que hicimos fue identificar las zonas en donde podríamos desarrollar actividades económicas. Teníamos, propiedades y no podíamos disfrutarla ni explotarla…¡increíble! La pobreza aumentaba. Nuestros hijos se casaban, venían los nietos, y la pobreza continuaba. Fue allí que nos preguntamos, ¿qué hacemos con la pobreza?
¿Y qué hicieron?
Conversamos con los compañeros comuneros y les explicamos, les pedimos la oportunidad para dejar de ser pobres. Al comienzo no nos creían mucho pero finalmente, aceptaron. A partir de allí gestionamos el puesto policial, para no gastar pasajes poniendo denuncias en otro lugar. Gestionamos también una posta médica. Pero no era suficiente. Allí es cuando decidimos abrir las puertas a la inversión privada.
¿Cómo se debe actuar frente a la inversión que llega?
Hay que olvidarse de la actitud defensiva. Hay que explotar nuestros recursos, hay que buscar el bienestar de nuestra familia, que nuestros hijos puedan educarse y ser profesionales. Hay un temor infundado: el comunero dice voy a perder mi propiedad, ¿qué le voy a dejar a mis hijos? Yo los entiendo, porque yo también he sido comunero. La respuesta es que voy a vender parte de mi propiedad pero para educar a mis hijos. Y con mi hijo profesional también se va a desarrollar mi comunidad. Mi hijo no tiene que seguir labrando tierra o pastando ganado.
¿Quiénes son los que muestran cierta resistencia al cambio?
Los ancianos, los abuelos. Lo cierto es que el mundo va cambiando, y los hijos hoy más que nunca tienen que ser profesionales. De lo contrario, van a seguir viviendo en la pobreza. En Asia la mayoría de familias tiene un profesional en su hogar. Ese profesional no solo trabaja en Asia sino en Lima, Chimbote, Trujillo, trae recursos económicos de otro lado a su casa. Es decir, Asia no perdió. Ganó, porque ahora cuenta con jóvenes emprendedores gracias a que la comunidad le dio el soporte necesario. Desde chicos les dábamos estudios gratis, becas. Es extraordinario lo que ha ocurrido con esta comunidad campesina que se ha convertido en un distrito exitoso.
Si usted fuera comunero de Pillao, ¿qué haría si la central hidroeléctrica de Chaglla le ofrece más de un millón 700 mil soles por una franja mínima de terreno?
En ese momento hay que pensar: ¿quiero seguir siendo pobre, o tener bienestar para mi familia? La respuesta es simple: quiero la inversión, quiero progresar, quiero que mis hijos tengan mejores condiciones de vida. Hay que atreverse al cambio. Si solamente me voy a desprender de una franjita de terreno, y eso me va a generar un recurso económico importante para invertir y beneficiar a mi población, pues acepto que participen los inversionistas. Es injusto que vivamos en pobreza estando la riqueza al costado.
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