Entrando al Vraem

Luego del ingreso de las brigadas de erradicación al Valle del Monzón, en Huánuco, el gobierno ha decidido iniciar la erradicación de los cultivos de coca en el Vraem, el valle cocalero más importante del Perú y el segundo de la región andina. Esta intervención irá acompañada de la implementación de proyectos de desarrollo alternativo que ya dieron resultados en el Alto Huallaga.

El Vraem es el nudo estratégico en la lucha antidrogas peruana. Allí, el incremento de los cultivos de coca en la última década fue sostenido. En el 2000 concentraba 11.500 hectáreas, el 10% del total nacional, y según el Monitoreo de Cultivos de Coca de la Oficina de las Naciones Unidas para la Drogas y el Delito (ONUDD) publicado el año pasado, la zona concentraba 20 mil has., el 32% del total nacional. Debe anotarse, sin embargo, que en el Vraem el rendimiento de la coca es mayor a 3,5 toneladas por hectárea, por lo que el volumen de su producción significa el 55% del total del país.

El incremento de cultivos en el Vraem en los tres últimos años fue moderado en comparación con otros valles, debido al aumento de las operaciones de las fuerzas del orden contra la banda armada de los hermanos Quispe Palomino y al bloqueo del contrabando de kerosene para el procesamiento de la hoja de coca, lo que ha elevado el costo de este insumo y reducido el precio de la coca cosechada.

El desarrollo alternativo en el Vraem no será nuevo porque allí operan dos empresas cooperativas que reúnen a ex productores cocaleros. Una de ellas, la Cooperativa Agraria Cafetalera Valle del Río Apurímac, con más de 6 mil socios, dedicada al cultivo del café y al cacao, alcanzó un desarrollo espectacular; en el 2010 facturaba US$ 2,4 millones anuales, aunque su evolución ha sido frenada por el aumento de los cultivos de coca y por un diseño tributario que dificulta el trabajo de las cooperativas de producción, por lo que el 2011 registró una caída del 21% en sus ventas. También es el caso de la otra empresa asociativa, El Quinacho, con 1.600 socios, cuyas ventas pasaron de US$ 5,5 millones el 2010 a US$ 4,9 el 2011, una caída del 10%.

ONUDD explica que los problemas del desarrollo alternativo en el Vraem se deben al débil posicionamiento de las empresas frente a la expansión de los cultivos de coca vinculada al narcotráfico, un fenómeno que continúa distorsionando la economía legal provocando el incremento de costos y la absorción de mano de obra para las labores del campo y para la elaboración de droga. Aun así, la segunda de las empresas nombradas arrojó en el 2011 utilidades de US$ 12 mil por familia.

La erradicación en el Vraem no será una tarea sencilla, será obstaculizada por los gremios de cocaleros que demandan un censo de cultivos y la legalización de sus sembríos. Será también atacada por el grupo narcoterrorista socio de las bandas de narcotraficantes, poseedor también de cultivos y pozas de maceración. Es deseable que las operaciones sean respaldadas por las autoridades regionales y municipales y acompañadas por la labor de la Defensoría del Pueblo y del Ministerio Público.

En cualquier caso, el paso de una economía ilegal a otra legal será beneficioso para la región y sus habitantes. El modelo de desarrollo alternativo empresarial y asociativo permite el acceso directo a los mercados, contribuye a lucha contra la pobreza e impide la deforestación de los bosques.