El incremento del cultivo de hoja de coca para abastecer al narcotráfico en la selva de Puno está amenazando seriamente la supervivencia de los cafés de calidad.
En la selva de Sandia, de donde sale el Tunki, el mejor café orgánico de nuestro país, también están saliendo las narco-avionetas cargadas de clorhidrato de cocaína elaborado con hoja de coca, un cultivo que amenaza la supervivencia de los famosos cafetales y el sustento de miles de agricultores.
La hoja empezó a aparecer tímidamente por el año 2008, justo cuando la acción del Estado contra las mafias de la droga hacía estragos en la producción del arbusto en el Alto Huallaga, vía la erradicación.
Empujados por las autoridades, los traficantes buscaban nuevos escenarios para su ilegal accionar. Y encontraron la selva de Puno, donde hoy el monitoreo de Naciones Unidas señala el crecimiento del llamado “espacio cocalero” en Sandia y alrededores, más allá de las 3 500 hectáreas que durante algunos años fue su mayor nivel. La expansión, lamentablemente, se da a costa del café y otros productos.
Además, la multiplicación de laboratorios rústicos para la elaboración de pasta básica de cocaína (PBC) está ocasionando que miles de litros de insumos químicos –kerosene, ácido clorhídrico, entre otros- se viertan en los ríos llevando la contaminación a miles de hogares que, ribera abajo, beben de esa agua todos los días, informaron fuentes de INFOREGIÓN.
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