Fátima Amaguar llegó a casa de la universidad con una idea. Sabía que las mujeres de su provincia natal de Azilal, una comunidad rural de 10 000 habitantes en las montañas del Alto Atlas en Marruecos, tenían dificultades para encontrar trabajo fuera del hogar debido a las presiones sociales y culturales. No obstante, ella creía tener la solución literalmente en sus manos. En 2016, fundó una cooperativa llamada Amagar y se puso a trabajar.
La historia de Amagar comenzó con un grupo de cinco mujeres que recogían timo en el bosque. A pesar de que esta práctica había existido por mucho tiempo, se hacía de forma esporádica y poco profesional, a menudo arrancando las plantas de raíz. La cooperativa de Fátima enseñó a las mujeres a recolectar el timo sin dañar la planta y a secar y conservar las hojas. Ello también les permitió recoger el timo de forma más eficiente, sin que ello interfiriera en las tareas del hogar. Más adelante, Fátima les compró el timo desecado y lo revendió en los mercados de Marrakech. Fue la primera vez que aquellas cinco mujeres recibieron un ingreso.
La voz corrió rápidamente entre las mujeres de la aldea. En 2018, en su tercer año de funcionamiento, Amagar había crecido hasta ser una cooperativa agrícola fuerte con 122 miembros. El motivo de su popularidad era claro: solo en 2018, las ventas de timo de Amagar generaron unos beneficios de 620 000 dirhams marroquíes (60 000 euros aproximadamente).
‟Al principio fue difícil que las mujeres obtuvieran la autorización de sus maridos para unirse a la cooperativa debido a que el entorno cultural es muy conservador”, dijo Fátima. “Pero la prueba de los ingresos generados por la actividad acabó con su desconfianza inicial”.
Sin embargo, el negocio del timo es muy estacional y solo genera un mes de trabajo al año. Fátima estaba decidida a lograr que las mujeres de Azilal tuvieran una fuente estable de ingresos. Para ello, a principios de 2017, el pequeño grupo de había puesto en marcha la cooperativa decidió introducir el azafrán. Las condiciones climáticas de la región son ideales para este tipo de cultivo y como solo necesitan parcelas de tierra pequeñas, las mujeres lo pueden cultivar fácilmente en sus casas. Asimismo, el precio es de 4 euros por gramo, así que el cultivo del azafrán es una actividad muy lucrativa. No sorprende, por tanto, que se le conozca habitualmente como el “oro rojo de Azilal”.
No obstante, para poner en marcha su negocio de azafrán, tuvieron que aumentar la escala y es ahí donde intervino el FIDA. En 2018, Amagar solicitó formar parte del Programa de Desarrollo Rural de las Zonas Montañosas, financiado por el FIDA. Los fondos que recibieron les permitieron adquirir 19 toneladas de bulbos de azafrán, lo que les ayudaría a ampliar sus actividades. El Programa no se detuvo ahí. Las cooperativistas de Amagar también se beneficiaron de un programa de capacitación respaldado por el FIDA en materia de administración de empresas que permitió que Fátima y sus compañeras gestionaran la cooperativa de forma más eficiente. ‟Antes no tenían ni idea de cómo funcionaba la contabilidad ni de cómo hacer los trámites burocráticos necesarios”, dice Fátima. Sin embargo, gracias a esta iniciativa financiada por el FIDA, las mujeres de Azilal se convirtieron en empresarias agrícolas.
Sus nuevos conocimientos enseguida dieron frutos. En 2018, el primer año del cultivo de azafrán, Amagar vendió 15,5 toneladas por un valor total de 542 000 dirhams, el equivalente a unos 50 000 euros.
A partir de este éxito, la cooperativa ha seguido ampliando sus actividades. Fátima y sus compañeras han empezado recientemente a cultivar plantas aromáticas y producir aceites esenciales. Inspirado por la experiencia de Fátima, el Consejo Regional de Azilal ha decidido ampliar la producción de azafrán a otros 14 municipios rurales. En la actualidad, las integrantes de la cooperativa de Fátima están impartiendo capacitación en estos municipios sobre el cultivo del azafrán.
La cooperativa de Fátima no solo se ocupa de producir y vender bienes agrícolas. Ella siempre quiso que su cooperativa tuviera un impacto social destacable en su comunidad. El Programa de Desarrollo Rural de las Zonas Montañosas también pudo ayudar en esto, ofreciendo una serie de actividades de fomento de la capacidad dirigidas específicamente a mujeres. Amagar ha empezado a aportar las cuotas de afiliación a un fondo social para sus miembros, que les ha permitido adquirir material escolar y organizar campos de verano para sus hijos.
‟Es muy importante invertir en la educación de los niños porque representan el futuro de la comunidad”, explicó Fátima. ‟También es importante demostrar a los hombres que toda la familia y toda la comunidad se pueden beneficiar del trabajo de las mujeres”.
A pesar del enorme éxito de Amagar, el colectivo sigue encarando varios dificultades. Actualmente, las mujeres están trabajando a fin de conseguir el certificado de producción orgánica para su azafrán, lo que les ayudará a encontrar mercados incluso más amplios, tanto en Marruecos como en el extranjero. También están tratando de seguir su capacitación en materia de normas de calidad, envasado y comercialización.
A pesar de todo, han demostrado que las oportunidades equitativas y transformadoras en materia de género pueden beneficiar a todos los miembros de una comunidad. Si se mantiene la inversión, el oro rojo de Azilal puede enriquecer a las comunidades de la provincia en los próximos años, y el FIDA espera acompañarlas en cada paso del camino.
Fuente: https://www.ifad.org/