Correo. Dos periodistas golpeados cobardemente por enardecidos cocaleros, comercios atacados la tarde del martes, múltiples bloqueos en la Carretera Federico Basadre, un campesino fallecido al no recibir atención médica porque no pudo transitar libremente hacia un puesto de salud y la agresión contra mototaxistas y pasajeros varados, configuran el rostro visible que el narcotráfico muestra cuando el Estado Peruano pretende reducir los cultivos ilegales de coca y disminuir la provisión del principal insumo para producir drogas en la Amazonía.
El grupo de cocaleros encabezados por Flavio Sánchez pretende aprovecharse de la protesta de productores plataneros de Aguaytía y presionan al Gobierno Regional de Ucayali y al Alcalde de Irazola para que se pronuncien contra la erradicación de la coca ilegal.
El mismo pedido de siempre: que las autoridades regionales y locales impulsen la creación de zonas francas para la producción de drogas.
Exigen que el CORAH se retire de Ucayali y que el Congreso de la República apruebe el proyecto de ley 2514 para industrializar el principal insumo de la cocaína.
No ocultan su verdadero propósito: orientar la coca ilegal para la industria del narcotráfico, la única capaz de insumir miles de toneladas de coca producidas destruyendo la Amazonía, contaminando las fuentes de agua y destruyendo toda forma de vida en nuestra selva, incluso la vida humana.
Flavio Sánchez pretende fintear su responsabilidad. Asegura que los cocaleros bloquearon las carreteras no por orden de los dirigentes sino por la intransigencia de los conductores de moto taxis que empezaron a hacer transbordos de los pasajeros de los buses.
De estas palabras podemos inferir la verdadera intención de este paro: bloquean la carretera para secuestrar a todo aquel peruano que se les cruce en el camino. Retenerlos contra su voluntad. Privarlos de alimentos, de agua y obligarlos a permanecer en el interior de los vehículos, sufriendo los rigores del clima exponiendo su vida porque los cocaleros quieren que el Estado Peruano autorice una zona franca para producir droga.
Y Sánchez continúa amanzanado con huelgas. Advierte que darán algunos alcances sobre las bondades de la coca y su industrialización para crear conciencia en los campesinos y luego harán una marcha por las calles de Aguaytía.
Acaso el secuestro, la violencia y el asalto ejercidos contra la ciudadanía, el comercio y los hombres de prensa son formas de crear conciencia que ese es el país que desean. Para ellos todo vale en su intento de producir droga, hasta el desprecio por la vida humana.
Sánchez desprecia también el famoso desarrollo alternativo y se lamenta de que no haya dado productividad. Qué productividad va a proporcionar el cacao y la palma aceitera a los cocaleros que continúan siendo cautivos del narcotráfico? Ninguna. Desde luego, quieren vivir lejos de la economía formal.
Hoy por hoy, el cacao, el café y la palma aceitera pagan mejores precios que la coca. Para tener acceso a ese dinero legal, los cocaleros sólo tendrían que liberarse de la economía prisionera del narcotráfico.
Para librarse, Flavio Sánchez asegura que investigará quiénes agredieron a nuestros colegas Víctor Tacuarima y David Quispe, calificados de miserables por un cocalero agresor. Quiere asumir funciones de policía y de justicia. Para Sánchez, hay periodistas buenos y malos y la prensa suele satanizarlo. Asegura que pone la mano al fuego por los cocaleros. Se disculpa por los desmanes ocurridos y aclaró que no fueron ordenados por él.
Al constatar que Aguaytía no apoyó el paro de los cocaleros, mostraron el rostro visible del narcotráfico: extorsión, violencia, cinismo y desafío a la ley, golpeando a un par de colegas que sólo cumplían con la noble función del periodismo: informar para promover la participación y el diálogo público.