El rechazo sanmarquino a Sendero Luminoso

El Comercio. Luego de la sospechosa y furtiva aparición de grupúsculos prosenderistas en la ciudad universitaria de San Marcos, la respuesta de la comunidad académica ha sido rechazar enérgica y contundentemente toda forma de terrorismo, dentro y fuera de la decana de América.

Así lo ha expresado la marcha sanmarquina del último viernes, integrada por una joven generación respetuosa del Estado de derecho que, emulando a aquella que se enfrentó a la dictadura fujimontesinista, ahora ha salido a las calles para recalcar que son estudiantes de una universidad reconocida como la conciencia cívica del Perú y que nunca más permitirá ser caja de resonancia de infiltrados terroristas.

El Comercio, que guarda una relación institucional estrecha y de larga data con San Marcos, siempre ha valorado el aporte que esa casa de estudios brinda a la formación de los cuadros más importantes de la vida política, económica y social del país.

Solo en lo académico, no se puede ignorar que ocupa el primer lugar en el ránking nacional de las universidades con mayor producción investigativa; ni su contribución al sentimiento de peruanidad y la idea de país, como crisol de todas las tendencias y formas de pensamiento.

Por lo mismo, vemos con preocupación que rezagos de Sendero Luminoso pretendan infiltrarse en la UNMSM, no porque así lo deseen sus autoridades, docentes y estudiantes, sino aprovechándose de los vacíos institucionales que actualmente afectan la gestión de la universidad y que tienen que resolverse en el plazo más corto.

Eso no implica, sin embargo, aprobar necesariamente disposiciones que si bien pueden constituir un paso importante para desterrar las camarillas que han desfigurado la representación universitaria, también pueden menoscabar los diferentes niveles de participación en la Asamblea Universitaria, el Consejo Universitario, el Tercio Estudiantil como entidad y los consejos de facultad.

El voto universal norma la democracia representativa de un país, pero nada garantiza que funcione en un centro académico. Por el contrario, pueden elevar el grado de politización actual, como han recalcado el presidente de la ANR, Iván Rodríguez Chávez, y el propio ministro de Educación, Antonio Chang.

Si hay irregularidades y hasta faltas graves en la representación en San Marcos, lo que se necesita es revalorar el principio de la participación, reducir la indiferencia de los alumnos frente a los asuntos internos y sancionar ejemplarmente las prebendas, vengan de donde vengan.

No hay corruptos sin corruptores. Autoridades y docentes, estudiantes y egresados sanmarquinos pueden contribuir al proceso de modernización de su alma máter. Ellos son los llamados a exigir al Estado mejoras en los presupuestos y en la infraestructura universitaria.

Asimismo, trabajar para elevar la calidad académica y garantizar el acceso irrestricto de todos los estamentos por mérito propio, dentro de una justa proyección social.

De otro lado, nada debe afectar la autonomía universitaria —sin que ello implique extraterritorialidad—, ni siquiera los intentos de intervención de penosa recordación durante el fujimorato. Que haya actividad política no debería sorprender, porque ella es inherente al claustro; lo que debe rechazarse son las posiciones violentistas. Ninguna posición extremista, de derecha o de izquierda, tiene que alterar la vida sanmarquina ni perturbar su ritmo de crecimiento, desarrollo y modernidad.

De allí lo importante que los estudiantes hayan dicho “No a la violencia”, que causó miles muertes y millones de dólares en pérdidas materiales.

Nada justificaría volver a ese pasado, que probablemente muchos jóvenes no recuerdan, pero que deben conocer. En el caso de la universidad peruana, eso significaría un retroceso, en una coyuntura altamente competitiva que exige excelencia a los jóvenes profesionales peruanos. En cuanto a la UNMSM, como ha sucedido a lo largo de la historia, ha sido más grande que sus problemas y ha legado al Perú una contribución invalorable e insustituible.