La inmensa mayoría de peruanos estamos equivocados. Lo que dicen las encuestas, que un 80% o 90% piensa que la seguridad se está deteriorando y que es el principal problema, no refleja la realidad. Son solo sensaciones y percepciones, histeria colectiva creada por los medios de comunicación que, como han dicho en repetidas ocasiones las más altas autoridades, solo informan lo negativo y no destacan las muchas cosas positivas que está haciendo el gobierno por el bien del país.
Bajo la dirección del presidente Ollanta Humala, y del ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, el Perú ha dado un salto gigantesco, inigualable, único en el mundo para mejorar la seguridad ciudadana.
Aunque los escépticos no lo crean, el principal índice para medir el avance o retroceso en esa materia, la tasa de homicidios por cien mil habitantes, ha bajado de 24,1 en 2011 a 9,4 en 2012, según las cifras oficiales que el Gobierno Peruano ha presentado ante la OEA (Alertamerica.org, El Observatorio Hemisférico de Seguridad de la OEA).
Así, gracias a las extraordinarias y eficientes gestiones de Humala y Pedraza, en un año los homicidios se han reducido a menos de la mitad: han bajado un 61%.
De seguro que al difundirse esas cifras llegarán a Lima docenas de cazatalentos para tratar de contratar a Pedraza, convertido hoy por hoy en el más inteligente, agudo e ingenioso experto en seguridad pública del mundo entero, porque, insisto, no existe país en el planeta que haya podido reducir en 61% su tasa de homicidios de un año a otro.
El famoso alcalde de Nueva York, Rudolph Giulani, y su jefe de policía, William Bratton, consultores de seguridad de fama mundial, pronto quedarán empequeñecidos al lado de Pedraza.
¿Cómo han conseguido Humala y Pedraza ese sensacional logro?
Ahora volvamos a la triste realidad. Han obtenido ese éxito por el sencillo y rápido expediente de manipular las cifras, tergiversarlas y falsificarlas.
De hecho, he venido advirtiendo eso desde hace varios meses, cuando me enteré de que, como la tasa de homicidios se había convertido en una cifra no solo conocida por unos cuantos especialistas sino difundida por los medios de comunicación, el presidente Humala había ordenado que la bajaran adulterando las estadísticas.
Para eso tenía que presionar al fiscal de la Nación, porque es el Ministerio Público quien elabora las estadísticas oficiales para entregar a la OEA. Mis sospechas se confirmaron cuando el propio fiscal anunció que ya estaban revisando las cifras (El Comercio 22/8/13).
Dicho y hecho. Ahora han presentado ante la OEA los datos de la policía y difunden en el Perú y en el mundo entero esas cifras falsas, para mostrar que en realidad no estamos tan mal, que todo es producto de las sensaciones y de la histeria.
SICARIOS
La semana pasada fue asesinado el abogado William Galindo. Galindo me interpuso una demanda por difamación hace algunos meses en Trujillo y allí lo vi por primera –y última– vez. Llegó al juzgado con tres matones armados (tuvieron que dejar las armas, incluido Galindo, en la puerta) tratando de intimidarme.
El origen de la demanda era un artículo que publiqué en vísperas de las elecciones de 2011, donde hacía una reseña de algunos candidatos impresentables al Congreso, que auguraban que este Parlamento sería aún peor que el anterior. (“Podredumbre electoral”, 23/1/11, “La República”). En un par de líneas mencionaba a Galindo, abogado de delincuentes, candidato del fujimorismo por La Libertad.
Según Galindo, por mi culpa él no entró al Congreso, porque a raíz de ese artículo sus propios compañeros trataron de sacarlo de la lista, y por eso me exigía una reparación monetaria. La realidad es que el demandante –según me enteré en ese viaje a Trujillo-, no solo era abogado de delincuentes sino que él mismo estaba involucrado en asuntos turbios y se había malquistado con varios cabecillas del hampa local.
El martes en la noche varios sicarios asesinaron a balazos a Galindo en la puerta de su departamento en Trujillo. Un homicidio más de los muchos que se han hecho cotidianos en el “Perú seguro” de Ollanta Humala.