El narcotráfico toma la selva de Puno y tiene pista de aterrizaje en una zona natural protegida

Gracias al clima y a la altura del valle del río Inambari, sus habitantes cosechan granos de café de excelente calidad y muy apreciados en las cafeterías de Londres y Berlín. Incluso, el café de los productores de la Central de Cooperativas Agrarias Cafetaleras de los Valles de Sandia-CECOVASA ostenta la anhelada calificación de orgánico.


 


Sin embargo, de acuerdo con un informe de la revista Caretas, la minería ilegal y el cultivo tradicional de hoja de coca contaminan ese valle. Pero eso no es todo: Los agroquímicos utilizados en esos cultivos ponen en riesgo la certificación del café, sustento de muchas familias que pueden obtener en promedio ingresos anuales entre 12 y 13 mil soles por 70 quintales de café.


 


Los valles de Tambopata e Inambari desembocan en el Parque Nacional Bahuaja Sonene y ambos suman unos 25 mil habitantes que cultivan ocho mil hectáreas de café y dos mil de cítricos.


 


Según la última medición de las Naciones Unidas, la hoja de coca cubre 2.864 hectáreas. Si bien esa cuenca es la cuarta del país, muy por detrás del Alto Huallaga, del VRAE y de la La Convención, viene creciendo de modo acelerado. Del 2006 al 2007 la coca se incrementó en 21%.


 


El mal estado de las carreteras y la nula presencia policial facilitan un vigoroso comercio ilegal que incluye pasta básica de cocaína que sale del Perú y madera ilegal que viene de Bolivia. En nuestro país la tala ilegal depredó prácticamente todo el cedro y la caoba de la zona, especies muy codiciadas.


 


Hallan pista del narcotráfico


 


Pero la situación se complica: Se ha confirmado la existencia de una pista de aterrizaje clandestina del narcotráfico de aproximadamente 700 metros de largo por 30 de ancho en plena Área Natural Protegida, de acuerdo con un mapa de zonificación del Instituto Nacional de Recursos Naturales-INRENA.


 


En el pueblo cafetalero de Putinapunco, que sirve como una suerte de entrada al Parque Nacional Bahuaja Sonene, se observa una proliferación de camionetas 4×4. Los agroquímicos se venden en la calle y entre los puestos de chicharrones y truchas fritas de las ferias dominicales resalta la presencia de jóvenes foráneos con casacas de capucha y afiladas caras de pocos amigos.


 


El alcalde Ernesto Yucra Henríquez reconoció preocupación por la reciente presencia de quienes llama «los ayacuchanos». Anuncia que serán empadronados y que, si siembran coca, «no utilicen insumos químicos».


 


Juan Luna, miembro de la oficina de DEVIDA en Puno, advierte que las certificadoras que trabajan en la zona –principalmente Natureland, Ocia International e Imo Control– ya manifestaron su preocupación por la evidente convivencia entre la coca y el café.


 


Ricardo Woolcott, funcionario del INRENA y jefe del Parque Nacional Bahuaja Sonene, señala que «antes el rendimiento era de 500 kilos de hoja de coca por hectárea, ahora es de 1.200 kilos y la densidad es de 100 mil plantas en ese miso espacio. Entretanto, el café produce 690 kilos por hectárea.