La agricultura migratoria es cada vez más practicada en el oriente de Perú y Bolivia, en la Amazonía. En el resto del continente, también se desarrolla en las zonas bajas de Ecuador y Colombia, en sectores de América Central, en las islas del Caribe. Agraria.pe conversó con el director ejecutivo del Centro Peruano de Estudio Sociales (Cepes), Laureano del Castillo, quien nos explicó más sobre esta técnica agrícola y sus impactos ambientales, sociales y económicos.
¿Qué es agricultura migratoria?
Hablamos de aquellos agricultores que se desplazan permanente o temporalmente a zonas donde no realizan sus actividades. El cambio más claro en nuestro país es el de agricultores sobre todo de zonas andinas que se desplazan hacia zonas amazónicas (Selva baja), donde desarrollan allí las actividades agrarias en zonas que conocen.
¿Cuánto y cómo ha evolucionado la agricultura migratoria en Perú?
No hay muchos estudios sobre esto. Lo tradicional de la agricultura migratoria tenía que ver con los pobladores andinos que iban a otras zonas a trabajar. Este es un fenómeno que en varios países de la región ha significado un proceso de deforestación. Estos pobladores se desplazan de una zona a otra buscando tierras para cultivar y no perciben los cambios no solamente en términos de clima sino de características físicas de la tierra, por lo que realizan sus prácticas culturales como lo hacían en la región andina. Hay algunas estadísticas que indican que hemos perdido varias extensiones de tierra que se calculan en millones de hectáreas en la selva (por la agricultura migratoria). Además en los últimos años el proceso de agricultura migratoria está vinculado a otros cultivos, lamentablemente a cultivos ilícitos.
¿ Qué cultivos nativos e introducidos están involucrados en la agricultura migratoria?
Entre los cultivos involucrados está el caso de la yuca, maíz, y en algunas otras zonas arroz y cultivos ilícitos, que en algunos casos se están reemplazando por café, cacao u otros productos. Tiene que ver con las condiciones climatológicas y de suelo.
¿Qué impactos sociales y ambientales supone la práctica de la agricultura migratoria?
En términos sociales, se sabe que quienes migran son los que están mejor preparados, los que tienen la capacidad de dar el salto hacia lo desconocido. Hay que reconocer que las salidas de estos productores va debilitando su propia comunidad de origen. En ese sentido un proceso de migración continuo debilita a la comunidad. Por otra parte, si a estos migrantes les va bien, se constituyen en referentes para la comunidad, lo qur incentiva a la migración de otros integrantes. En términos ambientales los efectos sí son claros. Tenemos datos que reportan varios millones de hectáreas que han sido perdidas por el proceso de deforestación. Estamos incluyendo aquí sobre todo a la cultura migratoria del pequeño agricultor, aunque también hay que ser consciente que hay procesos de otro tipo, como la instalación de extensiones de plantaciones para sembrar palma aceitera.
En términos económicos ¿cómo analizar los retornos que genera esta actividad?
Es muy difícil calcular cuánto aportan ellos a su comunidad, pero creo que un indicador puede ser el hecho de que muchos de ellos salen y no regresan, lo que daría pie a pensar que están mejor. De lo contrario hubieran retornado y probablemente hubieran desarrollado algún tipo de iniciativa en su propia comunidad.
¿Cuánto influye el narcotráfico y la minería ilegal en la agricultura migratoria?
Bastante. Sobre todo el narcotráfico, que creo es la principal atracción en las últimas dos décadas de agricultura migratoria. Los productores van atraídos por los cultivos. Algunos se quedan enganchados en los circuitos, otros logran zafarse y desarrollar actividades por su cuenta. Los datos del último censo agropecuario del 2012 nos dan cuenta del incremento de la superficie agropecuaria del país. En términos porcentuales es en la selva adonde hubo un mayor aumento de unidades agropecuarias y comparativamente de tierras ganadas para la agricultura. En cuánto a la minería ilegal, sin duda es un factor que de alguna manera está haciendo que los agricultores estén migrando de actividad. Ocurre que los centros mineros donde se explota de manera artesanal o informal estos yacimientos suelen estar demasiado cerca del centro poblado. En este caso implican un menor desplazamiento y eventualmente unas mejores posibilidades de reincorporación a su propias comunidades.
¿Qué medidas técnicas y políticas deberían aplicarse desde las tres instancias de gobierno contra los impactos de la agricultura migratoria?
Los efectos técnicos son conocidos. Primero hay que mostrar que no tiene que “tumbarse” todo el bosque. Por el contrario, la mejor forma de conservar esos suelos frágiles es manteniendo la cobertura arbórea. En segundo lugar, mostrando la necesidad de hacer cultivos adecuados a la zona. Eso implica ver las condiciones en las cuales el mismo bosque amazónico se reproduce. Tercero, la necesidad de reponer los nutrientes de la tierra no con abono químico o limpiando el terreno sino por el contrario permitiendo que esa combinación de vegetación, lluvia y humedad permita la generación y regeneración de estos suelos. Para ello se requiere que haya una labor de difusión y promoción por parte de organizaciones sociales y el Estado de estas técnicas y no esperar que sean los propios agricultores los que descubran penosamente con la experiencia negativa al cabo de unos años.
Dato
. Laureano del Castillo es abogado. Hace más de 3 décadas se dedica a temas agrarios. Ha realizado estudios relacionados a tierra, agua, comunidades campesinas, actividad forestal, trabajo agrícola y tributación agraria.