El doble discurso: de Supte a Huipoca

La República. El primer bloqueo de carreteras que afrontó el gobierno se saldó con una rendición y la victoria completa de los cocaleros.

El miércoles en la noche, cuando la carretera a Pucallpa llevaba cinco días bloqueada por los cocaleros de Aguaytía, el ministro del Interior, un representante de Devida y otros funcionarios se reunieron con los dirigentes cocaleros, a pesar de la terminante promesa del gobierno de que no habría negociación con la carretera tomada.

Allí llegaron a los acuerdos que previamente habían sido pactados por los cocaleros con Ricardo Soberón, con la anuencia del presidente Ollanta Humala.

Los erradicadores se retirarían de la zona de Huipoca, la mata del narcotráfico en la región, a terrenos marginales y luego se irán a Pichis Palcazu.

Engañando a todos

Ricardo Soberón ha manifestado su estrategia en múltiples oportunidades en las últimas semanas. Es sencilla: no erradicar en los lugares de mayor densidad y producción de coca, donde también están las organizaciones cocaleras y las chacras de los dirigentes, sino irse a zonas marginales para poder sostener la versión oficial de que sí se va a continuar con la erradicación.

Esta vez, luego del fiasco de agosto, cuando subrepticiamente suspendieron la erradicación en Supte, Tingo María, pero fueron puestos al descubierto y se suscitó un escándalo, han convenido con los cocaleros ilegales la manera de engañar a la opinión pública y a los medios de comunicación.

Los cocaleros, de pronto, se volvieron dialogantes y concertadores, y dijeron que levantaron el bloqueo sin ninguna concesión. Cuando los periodistas les preguntaban, todos respondían al unísono el discurso acordado con Soberón: no sabemos nada, ya veremos, confiamos en el gobierno.

La realidad es que la erradicación no va más en Huipoca.

Huipoca, todo para el narcotráfico

Naciones Unidas sostiene en su último informe que en Huipoca “la producción de hoja está totalmente articulada al narcotráfico”. (UNODC, “Perú: monitoreo de cultivos de coca 2010”, junio 2011).

Aguaytía es una de las pocas zonas donde se ha erradicado el año pasado, pero la extensión de cultivos ha disminuido solo un 4%. Debió tener mayor impacto, dice UNODC, pero no fue así “por el incremento de áreas en otros sectores de la cuenca y en especial de la localidad de Huipoca”.

Por eso era importante erradicar ahora en Huipoca. Naciones Unidas advierte que “si no se toman las medidas correctivas a corto plazo (en Huipoca) es muy probable que la frontera cocalera del 2011 sea significativamente mayor que la actual”.

Ahora está claro que no se seguirán las recomendaciones de Naciones Unidas, gracias a la alianza de los cocaleros y el jefe de Devida, aprobada por Humala.

Pobrecitos cocaleros

El extenso grupo de defensores de los cocaleros ha vuelto a la carga con mucha intensidad las últimas semanas, presentando a los proveedores de materia prima para el narcotráfico como pobres campesinos sin alternativas. Nada de eso es cierto, por supuesto.

Ya quisieran, por ejemplo, los campesinos productores de papa de Apurímac o Puno gozar de la ayuda que se invierte en algunas cuencas cocaleras; o poseer tierras donde se puede cultivar café, cacao, frutas o palma aceitera; o tener un grupo tan destacado de personas ilustradas y bien intencionadas defendiéndolos apasionadamente en los medios. Pero de ellos no se ocupa nadie. Sí de los que producen coca que va en un 99.99% a las pozas de maceración de pasta básica de cocaína (como en Supte o Huipoca).

Entre los valedores de los cocaleros es muy popular la falsa tesis de Soberón que el narcotráfico es un problema de los EEUU y que a los únicos a los que les interesa la erradicación es a los norteamericanos.

En realidad a ellos les importa cada vez menos el asunto porque tienen muchas otras preocupaciones –crisis económica, Afganistán, Irak, etc.– y porque el 95% de la cocaína que consumen proviene de Colombia.

Por eso la ayuda al Perú en este rubro se está reduciendo inexorablemente y por eso miran para otro lado y aceptan, a sabiendas, el doble discurso del gobierno.

Ni hablar de Europa, donde va el grueso de la cocaína peruana. No es un asunto que les preocupe y nada se puede esperar de los europeos.

Así, mientras Humala y Soberón participarán en reuniones internacionales y hablarán de la responsabilidad compartida, y sus interlocutores asentirán y les darán palmaditas en el hombro, el narcotráfico avanzará implacablemente, a menos que los peruanos hagamos algo.

A estas alturas parece que el gobierno de Humala no lo hará y que este quinquenio será peor que el anterior, que ya fue malo. Hoy el Perú ya es el primer productor y el primer exportador de cocaína del mundo. ¿Cómo estaremos el 2016?

OTROSÍ DIGO: el viernes le preguntaron en el Congreso al contralor sobre su gerente general, Edgard Alarcón, quien proporcionó información confidencial y falseada a Jorge del Castillo a cambio de su apoyo político. (Ver esta columna el domingo pasado “¿Se puede confiar en la Contraloría?”). No respondió. Lo hará por escrito en los próximos días.

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