El desborde de la coca para el narcotráfico

Devida presentó esta semana su reporte de monitoreo de cultivos de coca correspondiente al año 2021, que mide año tras año cómo anda el crecimiento o decrecimiento de la planta milenaria de los Andes, cuya producción va masivamente a las pozas de maceración para beneficio de los narcotraficantes y para desgracia de los millones y millones de adictos en el mundo.

De acuerdo a las propias estimaciones oficiales, sólo un diez por ciento de la hoja de coca se utiliza para fines considerados lícitos (industrialización, chacchado, asuntos culturales, etc.). El narcotráfico es una industria global que, según expertos internacionales, mueve alrededor de 100 mil millones de dólares anualmente. Pues bien, el Perú viene creciendo su superficie cocalera de una manera constante en el último quinquenio (en el año 2018 era alrededor de 50 mil hectáreas) y en 2021 se registraron más de 80 mil hectáreas, lo cual implica un crecimiento aproximado de 60%. Un crecimiento desbordado (especialmente entre 2019 y 2021), periodo en el que han aparecido nuevas zonas cocaleras y se han multiplicado los focos territoriales de producción de pasta básica y clorhidrato de cocaína.

Con su actual producción de hoja de coca, Perú tiene un potencial de elaboración de cocaína superior a 700 toneladas métricas, solo superado por Colombia. Pero hay un detalle, en el reporte mundial sobre mercado de la cocaína de UNODC (Naciones Unidas) Colombia incautó en su territorio 40% de su producción de cocaína; ese mismo indicado fue de solo 2.7% en nuestro país. Con ello, el Perú es el primer exportador de cocaína en el mundo. Bolivia, el otro país productor de hoja de coca, está mucho más abajo en la tabla de posiciones.

Entonces, esa lacerante violencia que se vive en las calles de Lima y otras ciudades del país no es gratuita. Tenemos toda esa producción encima, su comercialización, la presencia de carteles de varias nacionalidades, una pléyade de sicarios que andan como bandoleros en las esquinas y la droga que corrompe a autoridades y prostituye la economía y vida en todos los niveles sociales.