MADRE DE DIOS. Como consecuencia del bloqueo de carreteras observada en la región Madre de Dios se está viviendo un momento crítico desde hace casi un mes. Los productores no pueden comercializar con normalidad sus productos desde las chacras, y estos se terminan malogrando. Además, se advierte que prácticamente no hay gasolina y que la que puede encontrar está a precios demasiado altos.
Testimonios dicen que quienes participan en los bloqueos de las carreteras en esta región, obligan a “matricularse” (es decir, entregar dinero) a quienes les urge transitar por estas vías -para realizar sus actividades normales- con el pretexto de recaudar financiamiento “para depositar a los hermanos que están luchando en Lima”.
A la falta de un abastecimiento normal de verduras, frutas y otros productos que se traían de otras regiones, se une el salto en los precios del combustible, el gas y alimentos. Recientemente, Inforegión de cuenta de algunas cifras alarmantes en los precios de productos básicos: «Un kilo de tomate llega a costar de S/ 20 a S/ 25, las zanahorias están a S/ 13 soles y el de papas a S/ 12. El ultimo balón de gas se llegó a vender a S/ 250; ahora no existe en las tiendas de comercialización».
Dos testimonios
Empezamos con la historia de un transportista de carga pesada de Puerto Maldonado de 66 años, con iniciales A.G. Estuvo atrapado del 4 al 28 de enero en el distrito de Laberinto desde que empezó a desmontar su carga en la zona minera de La Pampa. Casi un mes entero. Según cuenta, escuchaba los argumentos de quienes participaban en el paro, y les insistía en que la protesta era en contra del Gobierno y no del pueblo contra el pueblo. Sin embargo, no se ponían de acuerdo. El transportista añade que estaban mal liderados y no bien organizados.
“No he conocido peor gente que en ese lugar. Son delincuentes. No son subvencionados. Tienen intereses particulares. Cobraban hasta S/ 500 por (dejar) pasar. Le revisaban a los transeúntes sus cosas y a los comerciantes sus productos”, recuerda nuestro entrevistado. También nos dijo que presenció varios casos de acoso sexual, humillaciones, palizas. Ante ello, expresó su preocupación por que muchas personas aún siguen atrapadas a raíz de los bloqueos.
Resalta que hay una tensión entre huelguistas y transportistas; hecho más pronunciado en el trato de los primeros hacia los segundos. “A veces comíamos una vez al día. Pensábamos que nos íbamos a quedar menos días, máximo un par. Nos amenazaban con quemar el carro, nos hostigaban y vigilaban las 24 horas del día y tomaban mucho alcohol. Agredieron al conductor y tuve que acercarme a interceder. Nosotros no estábamos haciendo nada”, concluye el transportista. Instó a la población a no hacer caso a las noticias falsas y a prestar atención a la prensa que “provee información verdadera”.
Pudimos recoger otro testimonio en conversación sostenida con un periodista de la zona, cuyo nombre prefiere mantener en reserva también por temas de seguridad. Él nos señala que no pueden importar verduras y que el gran problema en cuanto al abastecimiento de productos es que solo hay una vía de salida y de ingreso (la carretera Interoceánica) para Puerto Maldonado, capital de Madre de Dios.
“Estamos muy dentro de la ola, aún como para poder saber qué va a pasar. Pero el tema del petróleo y el gas paraliza la economía. Estamos en una situación muy grave y de incertidumbre total», explica. También considera que las preocupaciones y manifestaciones políticas que se difunden por estos días no atienden los problemas del desabastecimiento y apertura de carreteras que son asuntos de supervivencia para la población local.
Nuestro entrevistado considera que no hay una solución a corto plazo. Sobre este pronóstico, manifiesta que los acontecimientos marcharán según las responsabilidades y decisiones políticas tomadas; así como de los esfuerzos para intentar el arribo a un acuerdo. Luego, comenta que la región Madre de Dios tiene muchos recursos y podrá recuperarse rápidamente de este difícil periodo. Si bien el derecho a la protesta es legítimo, estas medidas son demasiado peligrosas para el bienestar de la sociedad civil, concluye el periodista.