El correo de las brujas

Desde que se hiciera público el testimonio de Carlos Butrón Dos Santos, alias ‘Brasil’,  mucha agua ha corrido bajo el puente de los ‘narcoindultos’ en las últimas semanas. De todo lo ocurrido, tres hechos son hasta ahora los más relevantes: i) la detención preliminar de Miguel Facundo Chinguel –hoy preso en el penal de Reos Primarios de San Jorge- producto de la solicitud hecha por el fiscal supranacional Walter Quevedo; ii) la acción de amparo presentada por el expresidente Alan García Pérez para evitar ser investigado por la megacomisión del Congreso; y iii) la inminente denuncia contra el exministro de Justicia Aurelio Pastor, no solo por su presunta participación en estos hechos, sino por delatar a un “colaborador eficaz” de la Fiscalía, poniendo con ello su vida en peligro.

En especial, los dos últimos hechos mencionados parecen mostrar que los alcances del caso ‘narcoindultos’ pueden llegar no solo hasta sus ejecutores visibles, sino que pueden envolver incluso a dos de los líderes más importantes del exgobierno de turno. Por ello, aunque el expresidente García asegure ante las once mil vírgenes que el amparo presentado no busca sacarlo fuera del proceso de investigación, lo cierto es que esta medida no deja de expresar cierto temor hacia los resultados a los que se puede llegar de seguir profundizando en este tema.

Sin embargo, por lo menos hasta hoy, la posible participación del expresidente García en estos hechos era apenas una hipótesis pausible, cuando no una más de las “leyendas urbanas” que se le suele achacar a Alan por parte de sus detractores, tal como él mismo lo ha dicho en un artículo publicado en el diario Correo. En todo caso, era posible pensar que el exmandatario se había dejado llevar por las recomendaciones de su viejo amigo Chinguel, confiando ciegamente en quien no debió confiar para que los indultos y conmutaciones procedan, lo que le daba ya cierta responsabilidad en todo este asunto.

El presente informe, sin embargo, muestra que esta “leyenda urbana” era en realidad, tan cierta como el Cristo Redentor que Alan colocó en el Morro Solar; en otras palabras, que el expresidente García no solo conoció sino que tuvo injerencia directa en el manejo de los indultos y conmutaciones que se dieron a lo largo de su segundo gobierno. Como veremos, el testimonio que presentamos no es solo revelador, sino demoledor. Para ello presentamos a manera de crónica cómo se produjo el encuentro con este nuevo informante –a quien llamaremos ‘Maradona’-, qué fue lo que nos contó de su experiencia en Lurigancho y sobre todo, qué se atrevió a contarnos sobre la realidad de los “narcoindultos”

“LLÁMENME MARADONA”
Era cerca de mediodía cuando logramos sentarnos con nuestro informante en un conocido restaurante de Lima. Desde hacía más de una semana veníamos negociando con él las condiciones de este encuentro, debido a su evidente temor por ser reconocido.

“No quiero terminar como Brasil, fugado y perseguido por todo el mundo”, nos dijo. “Los apristas son cosa seria, hay que tener mucho cuidado con ellos”, agregaba por teléfono. Finalmente, convencido por todas las garantías que le dimos –que su nombre ni su cara serían dados a conocer jamás, que su familia estaría protegida, etc.- se animó a darnos su visto bueno: “Nos encontramos el lunes, por Barranco”.

Una vez sentados, nos pedimos dos sánguches y un buen jugo; sabíamos que la jornada iba a ser larga. Quienes nos hicieron el contacto fueron claros al respecto: “El es el hombre; él te va a contar como eran las cosas en realidad”; “Si lo de Brasil te pareció una bomba, lo de él es la atómica”. Y no les faltaba razón. Iniciada la conversación, lo primero que hicimos fue medir el terreno: “¿cuánto tiempo estuviste en Lurigancho?”, le preguntamos. “Yo estuve dentro desde 2006 hasta 2010, salí porque cumplí mi condena”, nos respondió. “Pagué mi deuda completita, a diferencia de otros”, aclaró inmediatamente.

Poco a poco, la conversación se hizo más fluida. “¿Y por qué te animaste a hablar?”, inquirimos. “Desde que empezó a hacerse público todo este asunto me dije ‘por fin se va a hacer justicia’; sin embargo, conforme iba leyendo y escuchando lo que se iba diciendo me di cuenta que no se estaba diciendo todo, que había cosas que se seguían ocultando, y que los amigos que murieron porque no se les otorgó indulto a pesar de que sí lo merecían iban a seguir sin descansar en paz; es por ellos que estoy acá”. Comprendimos.

“¿Y no te parece suficiente con la captura de Chinguel?”, le preguntamos. Su respuesta fue directa: “Chinguel era solo un títere, una marioneta manejada por gente de más arriba. Él ni siquiera participó en el armado de toda esta corrupción. A él solo lo pusieron para que diera la cara”. Y agregó con algo de furia en sus ojos: “Lo que más me jode es que esa gente jugó con la libertad de los internos. Muchos se quedaron dentro a pesar de haber pagado. Dentro de la cárcel se puede jugar con todo, menos con la libertad”.

LOS DOS CAMINOS DE LA LIBERTAD
A partir de allí, la conversación fue entrando al fondo del asunto; y la pregunta de cajón fue “¿cuándo comenzó todo esto?” De acuerdo a ‘Maradona’ –ya resumiendo su narración- para entender el tema de las conmutaciones había que comparar el gobierno de Toledo con el de Alan, siendo una figura clave la de Hubert Lanssiers. Tal como le narraron otros internos, fue este sacerdote el que constituyó e impulsó el tema de las conmutaciones, como una figura dirigida a humanizar las cárceles y beneficiar sobre todo a quienes habían sido involucrados injustamente en delitos de terrorismo. Sin embargo, Toledo no le dio mucha importancia al tema, por lo que durante su gobierno casi no se dieron conmutaciones.ç

Con el segundo gobierno de García, sin embargo, las cosas cambiaron radicalmente. De acuerdo a ‘Maradona’, durante la gestión de la primera ministra de Justicia, María Zavala, se empezaron a dar algunas conmutaciones, por lo que la figura empezó a ser más conocida dentro de los penales. “En realidad, todo comenzó por personas detenidas que tenían conocidos en el nuevo gobierno. Estos propusieron que se creara un sistema que permitiera aprovechar el tema de las conmutaciones para poder salir, ellos sabían además que había mucha gente dispuesta a pagar lo que sea con tal de quedar en libertad”.

De esta manera, según ‘Maradona’, el manejo de las conmutaciones empezó a ser diseñado de manera tal que pudiera funcionar sin problema alguno, y esto mucho antes de la llegada de Chinguel a escena. “Fueron cuatro las personas que se encargaron de diseñar toda esta maquinaria de las conmutaciones, por encargo del propio Alan, durante 2008”. Según su versión, estas cuatro personas fueron: el secretario personal del expresidente García, Luis Nava; el abogado Erasmo Reyna y dos personas muy cercanas a Palacio. “Esto ya estaba armado desde 2008, adentro ya se decía entonces que iba a entrar una persona que los iba a ayudar a salir”.

“Lo que estos cuatro crearon fueron dos caminos paralelos y más o menos independientes para obtener un indulto o conmutación: el camino legal, el de la Comisión, y el camino informal, que dentro del penal llamamos ´El correo de las brujas´, por un amigo colombiano que le puso ese nombre”, agregó. Nuestra pregunta fue inmediata: “¿Cómo que el camino legal era el de la Comisión, acaso no era Chinguel el que cobraba la plata?”. “Ya les dije que Chinguel era solo un títere, era solo el que daba la cara, pero no el que manejaba los hilos. Lo que él recogía eran las minucias, los peces pequeños; lo que estaba del otro lado era el verdadero dinero, el verdadero poder”, nos precisó.

EL CAMINO LEGAL: LA COMISIÓN CHINGUEL
De acuerdo a ‘Maradona’, cuando Chinguel llegó a Lurigancho a inicios de 2009, todo daba a indicar que las cosas iban a ir derechas: “Chinguel iba al penal con sus muchachos de la comisión, todos con su chaleco rojo del Ministerio de Justicia, y buscaba a los delegados de cada pabellón. A éstos les pedía que su gente se reúna con los delegados jurídicos, que son los que tienen las listas de los presos de acuerdo a su situación legal y los ayudaban a gestionar sus expedientes, para que les entreguen sus listas y ver a quiénes se podía beneficiar”.

De esta manera, el equipo de Chinguel comenzó su trabajo, poniendo reglas bien claras al inicio excluyendo a todos los que no cumplían con los requisitos para recibir este beneficio: violadores, narcotraficantes, homicidas y otros delincuentes de alto calibre. Sin embargo, poco a poco las cosas fueron cambiando: “cuándo se daban las entrevistas o reuniones con los de la comisión, la gente ya sabía que tenía que ir con su regalito, con su gaseosita o llevarles su desayuno. El amigo colombiano nos contaba que a Chinguel le gustaban mucho las arepas con mermelada, así que se les preparaba. Cuando la ministra (Rosario Fernández), los de la comisión también organizaban a los delegados para preparar el almuerzo o un agasajo”. En su opinión, eso fue llevando a que los promotores se dejaran ganar por la corrupción: “se dieron cuenta que los demás se beneficiaban pero ellos no,  así que empezaron a aprovecharse de la necesidad de la gente”.

“¿Pero entonces todo comenzó con los promotores, no con Chinguel?”, preguntamos. “No”, respondió, “Chinguel lo sabía y estaba autorizado para buscar a los que tuvieran plata y cobrar. Es verdad lo que dijo Brasil: primero buscaron a los delegados para conocer y acercarse a los que podían pagar por su salida, pero luego fueron armando el negocio por su cuenta, sin intermediarios”.  El trabajo de la comisión se convirtió así en una estrategia para arreglarle los papeles a los que no tenían todo en regla, y permitir que sus expedientes pudieran ser aprobados y elevados al Ministerio de Justicia y luego al presidente.

“Lo que no es tan cierto es lo de las tarifas. No había tarifas fijas, todo se negociaba según las posibilidades económicas del interno. Primero se pagaba el 50 por ciento, y el 50 por ciento restante se pagaba cuando salía la resolución en El Peruano o ya se estaba fuera del penal”, agregó. “¿Y Chinguel se quedaba con el dinero?” fue nuestra siguiente pregunta. “Lo que hacía Chinguel era hacer una bolsa con todo lo que recolectaba. No sé bien a quién o cómo entregaba este dinero, pero lo que sí sé es que éste sí llegaba a donde confluían los dos caminos, de acuerdo a lo que ya estaba diseñado: donde Alan García”.

EL CAMINO OSCURO: EL CORREO DE LAS BRUJAS
A partir de allí, el diálogo fue tornando hacia el otro camino, el que aún no conocíamos: “En realidad, lo de Chinguel era una pantalla, era el camino para los que no tenían mucho dinero o no tenían conocidos en la política. Los peces gordos salían por el otro camino”. “¿Y cómo funcionaba esta camino?”, preguntamos. Luego de comer un poco, ‘Maradona’ comenzó a hablar.

“Primero, para ir por este camino tenías que tener plata, sino no podías entrar. Allí no había orden, a diferencia del camino legal, todo dependía del monto. El pedido podía venir de abajo, pero muchas veces venía también de arriba, incluso desde el mismo Poder Judicial. Desde arriba decían: ‘Tal y cual tienen que ser liberados por orden del presidente’. Entonces la oficina a cargo chequeaba la situación del “cliente” y se decidía qué camino podía seguir: si el de la conmutación o el del indulto”.

Sorprendidos, le seguimos preguntando: “¿Los pedidos venían del mismo Alan?” Asentó. “Muchos vinieron de Palacio, otros venían de personas cercanas al presidente, pero también se aceptaba a quién pudiera pagar el precio fijado”. “¿Y quién manejaba esto, Chinguel”, preguntamos tratando de tener más claro el nuevo panorama. Su respuesta fue, nuevamente, negativa: “Chinguel estaba fuera de esto, el que manejaba todo era alguien más cercano a Palacio, con llegada directa al Presidente. Cada camino iba por su lado”. Nuevamente le preguntamos, buscando aclarar nuestras dudas “¿Seguro no tenía nada que ver? Porque hasta donde se sabe él dirigía las conmutaciones”. “Eso es lo que se dice, pero no es verdad”, precisó. “A Chinguel se le buscaba solamente cuando se necesitaba un papel o un documento para armar los expedientes del correo de brujas, pero eran otros los que veían los papeles de los que salían por este camino”.

En realidad, como nos dijo ‘Maradona’, el hecho que este camino no se haya conocido hasta ahora es que no se usó mucho en Lurigancho, porque allí no estaban los “peces gordos”: “De lo que conozco, fueron pocos los que utilizaron este camino en Lurigancho. Allí algunos se fueron por ese lado al ver que sus expedientes por el lado legal se demoraban, así que prefirieron aprovechar sus contactos con el gobierno”. Y agregó: “Si quieren saber más de este camino, deben buscar a la gente que salió de Piedras Gordas y de otros penales de provincias, donde las salidas no eran tan notorias”.

Mientras comíamos e íbamos asumiendo todo lo que ‘Maradona’ nos estaba contando, éste prosiguió: “El correo de las brujas empezó a tomar fuerza luego de lo de Crousillat, ya que allí varios se dieron cuenta de que sí funcionaba”. “¿Crousillat fue uno de sus primeros clientes”?, preguntamos entonces. “Sí, porque por este camino lo que se hacía era armarle los papales para sacarlos como enfermos terminales, y darles indulto por razones humanitarias”. “Entonces, ¿también se otorgaron indultos, no solo conmutaciones?”, inquirimos. “Claro, muchos salieron por indulto”.

Nuestra siguiente pregunta cayó por su propio peso: “¿Y cómo se realizaban los cobros? ¿Cuánto se cobraba?”. “Al comienzo la cosa era un poco complicada, se pagaba contra entrega. Se les decía a los que iban a salir, sobre todo extranjeros: ´Manda el dinero a este país, y vas a abrir una cuenta mancomunada con los nombres que te voy a dar´. Siempre eran dos personas, para asegurarse. Una vez que la persona estaba fuera, se iba y se sacaba el dinero”. ‘Maradona’ aclaró luego, sin embargo, que el problema con este procedimiento es que no era muy seguro; al parecer, uno de los “clientes” les falló en una oportunidad, así que se optó por los pagos directos.

¿LA PLATA O LA VIDA?
Luego de un rato en que ambos nos quedamos pensando en todo lo conversado, ‘Maradona’ comenzó a hablar nuevamente: “Si bien varios internos aprovecharon este armazón para poder salir, muchos de los que estábamos adentro estábamos indignados por lo que estaba pasando, porque se dio prioridad a los que pagaban y no a los que en verdad merecían ser indultados”.

Tomando sus palabras, empezamos a preguntarle: “¿Puedes precisarnos algunos de estos casos?”. “Por ejemplo, había uno de apellido Aristizabal, que ayudaba mucho a los enfermos terminales con unos reconstituyentes vitamínicos que él preparaba con maca, quinua y otras cosas. El cayó solo con tres kilos pero le dieron como 18 años, el Poder Judicial abusó de él. El tenía todos sus papeles listos, pero le faltaba el examen psicológico, porque se peleó con el psicólogo y no le quería tomar el examen. Entonces fuimos a hablar con la (Noelia) Paulet para abogar por él. Ella pidió el expediente pero no lo encontraron por ningún lado, se había perdido. Sin embargo, en su escritorio ella tenía un cerro de otros expedientes. Al final hubo que armarle nuevamente todo el expediente. Igual sigue dentro, nunca le quisieron conmutar su pena”.

Poco a poco, ‘Maradona’ fue agregando otros casos: el de Bambini, otro interno por narcotráfico al que le prometieron el indulto, sin embargo, como no llegaba entró en una fuerte depresión y murió, saliendo su resolución cuando ya estaba muerto; el de Mendiola, otro interno por asalto al que se le detectó una enfermedad grave, y al que nunca se le otorgó indulto, muriendo en su pabellón; y el de Rojas, un moreno que no tenía a nadie, y que también falleció en el penal luego de esperar por meses que aprobaran su indulto. “La mayor parte de estos casos eran del Programa del Adulto Mayor. Allí como todos eran viejitos y no tenían plata ni caso les hacían, cuando ellos eran los que merecían salir. Para ellos valía más la plata que la vida”.

EL FIN DEL CAMINO
A pesar de que el negocio iba viento en popa, de un momento a otro todo se acabó: “Dos meses antes de terminar su gobierno, Alan optó por no firmar más indultos, a pesar que había varios expedientes pendientes. Lo más grave es que ya había gente que había pagado para obtener su libertad, y se quedaron botados”.

Uno de estos casos fue el de Mario Piña, un narco mexicano que no podía ser conmutado por la cantidad de kilos con los que fue capturado, así que trató de salir por el camino ilegal: “A Piña le cobraron un montón de dinero, entre los de la comisión y los del correo de brujas, prometiéndole su libertad. Incluso había una empleada del Inpe, conocida como “La Mona” que le cobró una cantidad fuerte para tramitarle los papeles. El expediente de Piña llegó incluso hasta el escritorio de Alan, pero allí se quedó. Piña nunca salió”.

Como señaló ‘Maradona’, el hecho de que los ‘narcoindultos’ se hayan hecho públicos se debe en gran parte a este hecho, dado que mucha gente quedó en una situación complicada tanto de uno como otro lado: “Cuando Alan dejó de firmar, los internos que habían pagado empezaron a reclamar a los trabajadores y a los del otro equipo por la plata que les habían dado; y cuando éstos pidieron a los de arriba que les devolvieron el dinero se hicieron los locos. Eso puso en peligro incluso la vida de los promotores y trabajadores, ya que los internos empezaron a amenazarlos de muerte para que les devuelvan su dinero”.

ACLARANDO EL PANORAMA
Como puede apreciarse, el testimonio de Maradona no solo confirma algunos nombres que ya estaban dando vueltas alrededor de este caso, sino que abre todo un nuevo panorama acerca de la manera en que se manejaron las gracias presidenciales durante el gobierno de García, panorama que hasta ahora era prácticamente desconocido.

Así, lo que habría existido en realidad era una estructura bien montada de dos caminos a través de los cuáles prácticamente cualquier interno, sin importar el delito que hubiera cometido sino la plata con la que contaba, podía obtener su libertad. El primer camino –el de la comisión Chinguel- era el camino que podían seguir los delincuentes de menor peso o los que tenían papeles más en regla; mientras que el otro camino –el Correo de las Brujas- era más exclusivo, con acceso directo a Palacio, reservado para aquellos con contactos políticos o cuya situación era demasiado complicada como para salir por la vía formal.

Lo más impactante de todo, sin embargo, es que su testimonio señala expresamente que el ex Presidente García conoció y participó directamente de toda esta estructura de corrupción, y que Chinguel fue apenas un títere de todo este circo. ¿Será por eso su nerviosismo, su interés por aparecer como víctima de un “sicariato” político? En todo caso, el interés de ProJusticia no es acabar con nadie, sino que se conozca la verdad de todo lo ocurrido. Esta es además una tarea que no nos corresponde, sino que debe ser asumida de manera valiente y transparente por el Ministerio Público y el Poder Judicial. La salud política del país lo requiere, y con urgencia.