El Comercio. A través de la escenificación de una serie de ritos, la directora Gloria María Solari ha creado una obra que sintetiza la cosmovisión amazónica y pone en escena a ochenta artistas, entre actores, bailarines, acróbatas y músicos.
La Amazonía ocupa el setenta por ciento de nuestro territorio. Entre la espesura del bosque y los ríos existen culturas milenarias (sesenta nacionalidades indígenas que pertenecen a doce familias lingüísticas) y millones de especies que se esconden detrás de las sombras.
Pero la Amazonía es también un lugar de rituales, de ciclos que se renuevan, de saberes que se transmiten de generación en generación. A esos ritos le rinde homenaje la obra “Amazonía, corazón del planeta”, un espectáculo escrito y dirigido por Gloria María Solari, que nos explica por qué esta vasta región es la esencia del universo. Y lo más importante: por qué debemos aprender a convivir en armonía con ella.
La obra, que pone en escena a 80 actores, entre bailarines, acróbatas, coros y músicos –participan niños y jóvenes shipibos, boras y asháninkas–, tiene además un fin benéfico. Lo recaudado en el estreno (13 de julio) está destinado a ayudar a la implementación en Iquitos de una orquesta sinfónica infantil y juvenil.
Amanece en la selva
Un joven pescador va en su canoa por el río bajo el cielo incandescente.
Entonces, oye el canto de una mujer y queda enamorado de su voz. Intrigado por saber de dónde proviene la hermosa melodía, el pescador se encuentra con Unaya, el espíritu guardián del bosque, que lo lleva en un viaje por un mundo fascinante, lleno de mitos, de saberes ancestrales y ecosistemas, un lugar tan deslumbrante como desconocido.
La hora de los rituales
“Es un espectáculo musical que tiene un hilo conductor, que es el viaje de este pescador, mediante distintos rituales a lo largo de un día”, cuenta Gloria María.
Cada instante marca un evento específico en la vida de la selva: “En el amanecer están el canto de los pájaros y la fotosíntesis; en la mañana están el río y los animales que ligan la tierra con el agua; luego llega la hora de la tierra fértil que espera al sol para preñarse con la humedad; y después viene el árbol nostálgico y melancólico, que ha visto la tala indiscriminada y la extinción de tantos animales. Más adelante aparece la tarde, ese instante lleno de vapor que uno siente que nunca pasa y, finalmente, surge la hora de los espíritus, de los bichos, los grillos, las chicharras, los zancudos, las leyendas”, narra Solari.
El romance
Es en este momento, cuando aparecen los espíritus de la selva, que el pescador descubre el origen de la voz. Su nombre es Amazonía: es la niña-mujer, a la cual corteja, y así se inicia el romance.
Luego, experimenta una serie de visiones: observa cómo han violado a la selva, desde la fiebre del caucho y la exterminación de etnias hasta el presente, todo pasa muy rápido por su mente.
“Para purificarse, él bebe la planta sagrada y logra entender que ella, esta mujer que sigue cantando, es en realidad una virgen hermosa. Llega a comprender que los seres humanos somos solo una parte de un sistema mayor, al cual debemos respetar para vivir en armonía”, añade la directora.
Entonces, vuelve a amanecer y el joven pescador retoma su tarea cotidiana. Todo comienza de nuevo, de manera circular y permanente.
La voz de nuestros hermanos
Uno de los aspectos centrales de la obra “Amazonía, corazón del planeta” es que otorga protagonismo a actores de las propias etnias amazónicas: asháninka, bora y shipiba. A continuación, tres fragmentos del guion.
Escena 3: La mañana
Cuadro 3: Hermanos asháninkas
Contraluz. Se ve la silueta de una niña asháninka. El río queda inmóvil, presente en el escenario, con luz oscura, siendo testigo de lo que sucede.
Niña asháninka canta a capela en asháninka (a contraluz).
Otra luz se cierra solo en un hermano asháninka que aparece por un lado delantero del escenario, frente al público. Se proyecta foto de un pueblo asháninka.
Hermano: Yo soy hermano asháninka, mi pueblo se ubica al pie del río. Mi comunidad es muy unida y eso nos hace fuertes a pesar de todo lo vivido.
Habla en idioma asháninka: Si nos visitan, todos serán bien acogidos.
Contraescena del coro que recrea la vida cotidiana.
Los niños juegan junto al río, los hombres pescamos, somos cazadores, también agricultores, nuestras mujeres hacen artesanías, preparan la comida. Mi pueblo es hermoso y sincero. El río nos da de comer y de beber… en él nos aseamos…
Escena 5: El alma del árbol
Cuadro 2: Niña bora
El manguaré siguió sonando, aparece una joven bora danzando y cantando con su vara. Simultáneamente se proyecta el video de una fiesta de la comunidad bora. La joven regala al joven nativo la vara de la fiesta de la garza.
Joven bora: Esta es una vara, para bailar en la fiesta de la garza, la fiesta del dios creador. Te la obsequio, tú eres nuestro hermano.
Canta en idioma bora. Cuando termina de cantar, se apaga la luz que la ilumina.
Cuadro 3: Han talado territorios extensos
Árbol: En mis ramas danzan aves, revolotean monos, rondan felinos y otros mamíferos… Osos de anteojos, jaguares, tucanes, guacamayos, yanapumas, onzas, ocelotes…
El coro se coloca máscaras diferentes de los animales mencionados, se desplazan entre las ramas de la escenografía, asomándose hacia el público.
Joven nativo: He visto territorio baldío. Han talado territorios extensos.
Árbol: El hogar mayor de la diversidad de aves se sofoca en transpiración.
Joven nativo: Qué ancho el bosque.
Árbol: Cuida tus deseos hombre, buena suerte.
Escena 8: Hermanos shipibos
Cuadro 1: Niños shipibos cantan en lengua shipiba y saludan los hermanos.
Músicos shipibos tocan instrumentos típicos y los niños entran al escenario bailando […]. Dos jóvenes shipibos se adelantan y hablan al público el siguiente texto en su idioma, que traducido significa lo siguiente:
Joven 1: Buenas tardes, hermano, somos de la comunidad shipiba, un importante pueblo de la Amazonía.
Joven 2: Estamos orgullosos de nuestro pasado, nos gusta compartir nuestra cultura.
Joven 1: Nuestras mujeres bordan y pintan sus diseños. La tinta que emplean es vegetal y en los dibujos figuran caminos, pueblos, cochas, quebradas que son parte sagrada de nuestra herencia.
Joven shipibo coloca en los hombros del joven nativo una tela en señal de hermandad.
Joven 1: Esta tela te la obsequiamos en señal de hermandad. Porque somos peruanos.
Ficha Técnica
– Escrita y dirigida por Gloria María Solari
– Producción musical: Mino Mele.
– Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil del Perú, dirigida por el maestro Wilfredo Tarazona.
– Coro juvenil.
– Escenografía ilustrada por los cuadros del reconocido pintor amazónico-huitoto Rember Yahuarcani.
– Elenco de danza contemporánea dirigido por Alonso Pachas.
– Diseño de vestuario: Julio Cajas.
– Participación de Juan Antonio de Dompablo, Julio Andrade, Reynaldo Arenas, José Bracamonte, Francesca Solari y Eduardo Alonso Delgado.
– Producción general: Gloria Recavarren de Solari.
– Instalación exclusiva de las esculturas de Felipe Lettersten.
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