El ave voladora más grande del mundo y más importante de Sudamérica está en todas partes, menos donde debe estar. No hay restaurante ni comercio que se jacte de ser cusqueño si es que no lo encuentras dibujado, tallado, repujado. Siempre expuesto: el sticker en la combi, el logo del tour, las esculturas del Palacio de Justicia. En el mural frente al correo o en lo alto de la avenida La Cultura.Pero ése es el cóndor de mentira. El que no vuela, el que está inerte.
Lamentablemente, para el común de los mortales, admirarlo en su hábitat natural se ha convertido en todo un reto. Y es que el cóndor, está en todas partes, menos donde debe estar: planeando los cielos de los Andes, vigilando sus dominios. Es un Apu al fin y al cabo. Aún así su destino sagrado parece haberle jugado una mala pasada.
La pérdida del cóndor no es historia reciente. Garcilaso de la Vega documentó en sus Comentarios Reales de los Incas en 1609 la cacería española a la que fue expuesto. Durante el boom del guano, el gobierno peruano impulsó una medida que favorecía el interés económico del guanay, piquero común y pelícano sobre la importancia biológica del cóndor.
En la primera mitad del siglo pasado, proliferó su caza sistemática y legal (con entrega de municiones y cuotas) para asegurar las colonias de aves guaneras. Antes era posible contar decenas de cóndores en cualquier valle del Perú, ahora es casi imposible verlo. Cuentan que hace menos de 30 años se le veía sobrevolar la misma Plaza de Armas del Cusco y era fácil distinguirlo en cualquier bahía del país. En la actualidad, existen pocos lugares donde uno puede avistarlo, como el Cañón del Colca, Paracas o Pampa Galeras, por mencionar los más populares.
En Sudamérica, Argentina y Chile dan el ejemplo con proyectos, propuestas e investigaciones multidisciplinarias de largo alance y una legislación afianzada en la sociedad civil. En Chile, entre el 2011 y 2012 se realizaron cinco censos simultáneos en la zona central y están mano a mano con Argentina albergando a las poblaciones más numerosas. Bolivia y Venezuela también han realizado censos, a pesar de que ésta última quedó oficialmente sin cóndores en 1965, teniendo que re introducirlos. Colombia y Ecuador tienen programas de conservación con localizadores satelitales, transmisión en vivo y hasta día nacional.
No obstante, el cóndor no sabe de países, ni entiende de fronteras. Capaz de sobrevolar alrededor de 200 kilómetros en un día, tiene la opción de viajar de costa a sierra o de un país a otro en cuestión de horas. Esta es también una de las razones por las que censarlos simultáneamente es un trabajo más certero, ya que evitaría duplicar en el conteo.
Son muchos los desafíos que enfrenta esta ave, y por más grande que sea nunca podrá con el peor depredador de todos. Cada tanto, aparecen en las redes sociales fotos de cazadores de cóndor, felices con sus tristes presas. En agosto de este año, se reportó en una ciudad chilena a 80 kilómetros al este de Santiago, el envenenamiento de más de una veintena de cóndores (en el cual perecieron dos cóndores y dos zorros). Se salvaron 19, debidamente liberados. Trascendió la efectiva organización que existe en dicho país y en la frontera gaucha para la conservación del ave. A pesar del final feliz, el suceso refleja una verdad a toda luz: el cóndor se ha vuelto enemigo y víctima.
Y el Perú, ¿avanza?
En el Perú, la situación es igual de contradictoria. Si bien el cóndor está protegido por decreto supremo (DS 034-2004) y código penal (artículos 308 y 309), sancionados con multa o cárcel de hasta cinco años por caza, captura o comercio, la mano de la ley ha demostrado ser más fuerte en el papel que en la cancha. Directa o indirectamente, las actividades humanas lo han expulsado de su espacio vital o lo están dejando sin alimento.
Por un lado, el cóndor andino es un ícono cultural, parte de la trilogía andina, protagonista de mitos y leyendas, y actual símbolo de toda una región. Por otro lado, las festividades en donde es obligado a participar (saliendo muchas veces herido o muerto), su caza bajo falsas creencias, y la débil articulación entre las instituciones competentes han hecho descender la población del cóndor a límites críticos.
No menos importante es su rol de limpiador biológico, fundamental para el equilibrio del territorio donde habita. Su naturaleza le otorga el deber de desinfectar posibles focos infecciosos comiendo carroña, pero eso no lo libera de la errada noción de que mata rebaños para alimentarse.
Recientemente, un estudio elaborado en la ciudad de Cusco demostró que el cóndor se ha vuelto más vulnerable gracias al comercio de sus partes. Plumas, huesos y hasta cuerpos completos son regateados en los mercados. Lo que a su vez es fomentado en gran medida por el turismo místico. El grupo de investigadores liderado por el Dr. Rob Williams comprobó que el valor comercial-espiritual del ave ha creado un circuito ilegal de caza y venta pública sin mediar sanción. Se evidenció también que los vendedores de estos productos conocen la falta más no la penalidad. A raíz de este estudio, el 27 de agosto de este año, la Administración Técnica Foresta y de Fauna Silvestre (ATFFS) de Cusco realizó el primer decomiso de plumas y huesos de cóndor.
El desborde del crecimiento económico y demográfico ha provocado que el rey alado de los Andes se esté quedando sin trono ni reino. Si a esta ecuación le sumamos su lenta reproducción en comparación con otras aves (un cóndor se aparea recién a partir del octavo año y se queda con su polluelo por dos o tres años más), sus probabilidades de supervivencia gritan en su contra. A nivel internacional ha sido declarada especie casi amenazada y a nivel nacional, en peligro de extinción.
Quizá, no todo está perdido
En el país existen estudios actuales de organizaciones como la Sociedad Zoológica de Francfort o la Asociación para la Investigación y Conservación de la Biodiversidad entre otros, realizados en lugares específicos, principalmente en Arequipa y en la costa del país. Pero el esfuerzo no ha sido integral. En el siglo 21, ni el avance tecnológico ni el progreso económico del país han permitido conocer a ciencia cierta cuántos hay, dónde están, cómo viven y por dónde vuelan. Se habla de varios cientos de cóndores en Perú, pero todo número que se lance son estimaciones hasta que no se haga un censo nacional. El único dato seguro es que se concentran mayormente en la zona sur del país: Ica, Ayacucho, Cusco, Apurímac, Puno y Arequipa.
El Grupo del Cóndor Andino se gestó a finales del 2011 a partir de la primera reunión nacional del Cóndor realizado en Cusco. Cincuenta expertos entre ornitólogos e investigadores nacionales y extranjeros dejaron constancia de que algo había que hacer. El encuentro sentó las bases para desarrollar un proyecto nacional que llamó el interés de la Dirección General Forestal y de Fauna Silvestre (DGFFS), el cual organizó dos encuentros más durante este año tanto en Lima como Cusco. Lo que empezó como un borrador de la Estrategia Nacional del Cóndor debe estar por salir a la luz oficialmente pronto este año.
No es rápido ni fácil construir una red de instituciones comprometidas con una sola misión. Mucho menos conseguir fondos para llevar a cabo dicha empresa. José Luis Jara, biólogo experto en el tema de cóndor, nos comenta que “el primer paso a seguir sería establecer una línea base que permita tener datos reales sobre su situación actual, lo que significa hacerun censo nacional”. Tarea que no baja de los dos millones de soles y que al parecer ninguna entidad del Estado está dispuesta a invertir. Y ese, al final, es el fondo del problema. No hay plata para el cóndor, ni política nacional que lo mantenga.
Pero el cóndor sí puede ser una buena inversión. Arequipa es la mejor muestra de ello. Así también lo consideran los residentes de Chonta, una localidad a casi cinco horas de Cusco. Desde hace algunos años, esta comunidadcampesina de 400 habitantes tiene la intención de aprovechar mejor sus recursos a la vez que les genere mayores ingresos económicos. ¿Y qué es lo que Chonta puede ofrecer? Pues nada menos que sus hermosos paisajes altiplánicos con balcones naturales para observar cóndores.
Los pobladores de Chonta, avalados por la Subgerencia de Desarrollo Económico y la División de Turismo de la Municipalidad Distrital de Limatambo (MDL), se acercaron a la Sociedad Zoológica de Francfort (SZF) para que los apoye en el desarrollo de un proyecto turístico sostenible donde el cóndor sea el principal atractivo. Claro que esto no sucederá de la noche a la mañana, pero el convenio tripartito entre la MDL, Chonta y la SZF ya se firmó el pasado 3 de noviembre y cuya primera tarea será realizar una evaluación de la especie.
José Luis Jara, encargado del proyecto, explica lo siguiente: “Es importante porque se va a determinar cuál es la dinámica de las poblaciones del cóndor andino y, sobre todo, nos permitirá identificar un lugar de permanente monitoreo biológico con miras a desarrollar un programa de conservación y a revalorar la especie en las comunidades campesinas”. También comentó que existe la posibilidad de crear un Área de Conservación Privada que tenga al cóndor andino como elemento principal.
Aún así, la especie necesita mucho más que un mirador. De nada serviría tener una población dedicada a su protección si al otro lado del valle son atrapados para llevarlos al ruedo. Hay grandes expectativas para el recientemente instaurado Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), ex DGFFS, en la protección del Cóndor Andino.
Lo que hace falta es integrar estas iniciativas en una Política Nacional, con fondos necesarios y autoridad suficiente para hacer cumplir la ley y respetar la invaluable diversidad que se está perdiendo. De lo contrario, la única vía para el cóndor andino será tenerlo como un simple souvenir.
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