La República. 32 agricultores iniciaron la lucha hace 56 años. Esta es la historia de cómo el fuerte sabor del chocolate y el aroma del café hicieron retroceder al narcotráfico en un pequeño distrito de Tingo María.
En el pequeño y denso distrito de Padre Felipe Luyano en Tingo María el fuerte aroma del café y el potente sabor del chocolate hicieron retroceder al narcotráfico.
Los enemigos fueron identificados: la hoja de coca y la violencia que reinaba en la zona no resistirían mucho tiempo ante el arsenal de sabores, olores y colores que estos cultivos regaban a su paso.
La historia de la batalla se remonta a 1964, fecha en la que 32 productores cafetaleros y cacaoteros del lugar se percataron de las armas que tenían entre manos y sin pensarlo dos veces fundaron la Cooperativa Industrial Naranjillo.
La unión de los pequeños agricultores traería consigo la liberación del distrito de las largas garras del narcotráfico.
Ganada la primera batalla y con la revolución agropecuaria encima, la asociación terminó por reducir a su mínima expresión a los comerciantes intermediarios que pagaban precios ínfimos por sus productos.
Los granos del cacao y el café se volvieron más fuertes y sabrosos, y más soldados se sumaron a la revolución.
En la actualidad ya son más de cuatro mil productores cacaoteros y mil cafetaleros los que integran este gran ejército del sabor e Isaac Zúñiga es su joven comandante en jefe.
Y es que, a sus escasos 32 años, Zúñiga es el gerente general de la tercera cooperativa agraria más importante del Perú y con orgullo relata uno a uno los logros de la asociación.
Empezaron a cosechar logros “Desde 1974 los socios anhelaban tener una planta industrial de cacao para generar mayor valor agregado a sus productos agrícolas y el 15 de setiembre de 1985, gracias al apoyo solidario y financiero de las Naciones Unidas, se logró hacer realidad”, cuenta.
La cooperativa dejó de ser una simple exportadora de granos e ingresó con éxito a la industrialización de su propio chocolate. Los mercados en Europa y Estados Unidos comenzaron a expandirse y con ellos las ansias de los agricultores por poseer una nueva planta para procesar esta vez el grano de su exquisito café.
Zúñiga cuenta que en el 2001, tras una fuerte crisis económica que puso en jaque a las cooperativas del país, un nuevo boom del café y el cacao en el mundo revivió los bríos de los años de la revolución agropecuaria y con ese mismo espíritu los productores inauguraron la segunda planta industrial de la cooperativa.
“Actualmente somos la única cooperativa que cuenta con dos plantas de proceso industrial en el Perú”, asegura Zúñiga, y luego –con el mismo tono y mostrando los chocolates– revela que también son la primera cooperativa productora y exportadora de cacao orgánico de calidad certificada.
Producto orgánico
Basta observar las cifras para creerle. El 90% de la producción de chocolate y café de Naranjillo se elabora sin ningún tipo de pesticidas. Y por la mayor demanda que han observado, en la actualidad el 80% de la producción de Naranjillo es cacaotera, mientras que solo el 20% es cafetalera.
Pero si el nombre de Naranjillo no le trae ningún recuerdo es porque más del 95% de su producción se va al exterior.
Con tristeza, Zúñiga explica que el mercado nacional aún no ha desarrollado una cultura de consumo de estos productos, pese a poseer los mejores granos del mundo.
El joven gerente no se deprime por la enorme brecha. Sabe que avanzan a paso lento en el mercado nacional, pero prefieren mantener su excelente calidad en el mercado externo.
“Aumentar la producción está bien, pero nuestro reto es tener una excelente calidad y que sea sostenible en el tiempo”, señala.