«Solo se indultó a transportadores de droga, el escalón más bajo del narcotráfico, y ladrones de poca monta”, aseguró el expresidente Alan García en abril pasado, cuando se reveló que la Comisión de Gracias Presidenciales del gobierno aprista, que dirigió Miguel Facundo Chinguel, hoy preso, había liberado a 372 narcotraficantes.
El espectacular decomiso de 4 toneladas de cocaína en Paita y la desarticulación de un cartel internacional dedicado al tráfico de droga en cantidades industriales, el 8 de octubre pasado (CARETAS 2305 – La Red del Indultado), revela todo lo contrario y hunde a Facundo Chinguel.
Resulta, como lo reveló esta revista, que entre los 16 detenidos por la Dirección Antidrogas (Dirandro) figura el capo colombiano Edwin Javier Valenzuela Meneses (34).
El colombiano era una joyita: fue detenido como cabecilla de una organización que enviaba droga a Europa a través de Serpost en 2004.
Lo pescaron en San Miguel con 2.6 kilos de cocaína y fue sentenciado a 12 años de prisión por narcotráfico, en 2005.
El 20 de octubre del 2009, la Comisión de Gracias Presidenciales propuso reducirle la condena a la mitad, es decir a 6 años, y el expresidente García firmó el pedido de conmutación de pena.
El beneficiado recuperó su libertad el 9 de mayo del 2010.
CARETAS tuvo acceso a su expediente No 4573-2009-JUS. Lleva las rúbricas del expresidente Alan García y del exministro de Justicia, Aurelio Pastor.
El documento concluye que “se han podido verificar las condiciones de progresión en el tratamiento penitenciario alcanzado por el solicitante, por lo que reúne condiciones readaptativas favorables para acceder a la gracia solicitada”.
“Durante su encierro jamás ocasionó problemas. Merecía una oportunidad”, dijo el exministro Pastor a CARETAS.
Y vaya que la tuvo.
CINCO TONELADAS
Valenzuela se unió a sus paisanos, los narcotraficantes Hernán Jiménez, Germán Ortiz, Diego Grajales, y juntos reanudaron el negocio como proveedores de cocaína de firmas internacionales.
La Dirandro los conocía en clave como “los 4 conejos blancos”.
La red de Valenzuela obtenía la droga a pedido en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) y se encargaba de transportarla y acondicionarla para su envío por el Callao o Paita.
“Trabajaban para varios carteles, especialmente mexicanos. Era un service todo terreno de la cocaína en el Perú y operaban a sus anchas”, comentó un oficial de inteligencia de la Dirandro.
La Policía calcula que, desde que el gobierno aprista le conmutara la pena, en 2010, Valenzuela despachó aproximadamente 5 toneladas de cocaína pura en múltiples envíos al extranjero.
Sus destinos más frecuentes, según la Dirandro, fueron México, Guatemala, España, Bélgica, Costa de Marfil y Sudáfrica.
OPERACIÓN ‘GASPAR’
Hace dos años, el grupo de inteligencia antidrogas “Escorpión” le puso la puntería al israelí Chaim Levy (56).
El israelí llegó al Perú en 2010, luego de escapar de Sudáfrica donde se le acusaba de traficar anfetaminas.
Levy era un pez gordo: comercializaba anfetaminas, heroína y cocaína, y lo hacía por todo el mundo. ¿Cómo era que seguía libre?
Levy sirvió en las FF.AA. de su país e información de la Policía lo vincula al Mossad israelí, el servicio secreto más temido del mundo.
Se presumía que Levy permanecería poco tiempo en el Perú, pero se enamoró de María Reátegui Gutiérrez, una ex ‘burrier’ tacneña, y se quedó en el país, permitiendo que ‘Escorpión’ le siguiera el rastro.
Reátegui conectó a Levy con el colombiano Valenzuela y también con el argentino Enrique Luis Tato (50), propietario de la empresa Corporación e Industria Valant EIRL, dedicada a la exportación de productos hidrobiológicos.
Tato fue un exoficial de la Gendarmería argentina y llegó a ser custodio del embajador de Argentina en Lima, en 1995.
Regresó en 1996, dejó a su esposa por una peruana y se asentó en Piura para dedicarse a la exportación de productos marítimos.
Levy, Tato y los 4 colombianos enviaron numerosos cargamentos de droga, apoyados por el exteniente del Ejército Renzo Rodríguez y el exmarino Jorge Pereda, quienes se encargaban de que el clorhidrato pasara los controles de Aduanas sin problemas.
Un numeroso equipo policial estuvo infiltrado en Paita desde hace varios meses y, cuando la droga llegó desde el VRAEM al almacén de la empresa San Francisco, en la comunidad campesina de Nueva Esperanza, el 8 de octubre, el ‘Escorpión’ clavó su aguijón.
Allí cayó Tato y el colombiano Valenzuela, vestido de blanco. “Ya perdiste”, le dijo un efectivo. Este, sonriendo, desafió: “Por ahora” (Américo Zambrano, Álvaro Arce/ Cortesía Caretas).