Es barato y resistente, no requiere de mucha agua, crece rápido y es inmensamente fuerte. Además, el bambú tiene una alta capacidad de absorber dióxido de carbono, lo que lo convierte en un aliado para mitigar los efectos del calentamiento global.
La fibra del bambú es de gran utilidad en la construcción de viviendas por ser flexible, lo que la convierte en un material capaz de resistir desastres naturales como ciclones, terremotos y tormentas.
Coosje Hoogendoom, directora general de la Red Internacional del Bambú y Ratán (INBAR, por sus siglas en inglés) resaltó que el bambú «es un gran recurso para impulsar el desarrollo económico y se puede adquirir fácilmente en los países más pobres de África, Asia y Latinoamérica», en la reciente conferencia de la ONU sobre el cambio Climático celebrada en Cancún, México.
Pero, aún cuando el uso de la fibra de bambú en la región tiene una tradición centenaria, su verdadero valor es poco apreciado pues se percibe como la «madera del hombre pobre», indicó Álvaro Cabrera, coordinador regional de la red INBAR para América Latina y el Caribe.
El bambú, en términos relativos a su peso, «es más resistente que el acero, más barato que la madera, utiliza mucha menos energía en su procesado que el cemento, y puede sortear los terremotos», agregó Cabrera.
La producción de fibra de bambú, según el representante de INBAR, requiere de poca inversión inicial y es un material que debería ser conocido como «la madera del hombre inteligente».
Tratada como mala hierba
Existen más de mil especies de bambú en el mundo. El 34% de ellas crece en Latinoamérica. Sólo en México se han registrado 36 especies.
En el informe El bambú: Estudio del mercado mundial, del ministerio de Agricultura, Ganadería, Desarrolloro Rural, Pesca y Alimentación de México, la planta es considerada «una plaga», sobre todo para tierras donde se cultiva café, plátano y tabaco.
Actualmente son siete los países latinoamericanos que forman parte de la red INBAR: Argentina, Chile, Cuba, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Aunque es sólo en estos tres últimos países donde la utilidad del bambú ha ganado impulso.
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