El amanecer en Miaría, una comunidad nativa Yine en lo profundo de la Amazonía de La Convención (Cusco), es marcado por una neblina que poco a poco se disipa con el sol y revela el colorido de una selva densa, lluviosa y calurosa. Este pueblo, donde viven más de 1,500 personas, crece en un punto del río Urubamba a lo largo de una extensa calle y cercanos sembríos de cacao, plátano, yuca y camote.
En una de estas casas con techos de calamina y paredes de madera vive Teresa Sebastián, de 55 años, y su nieta Karín Yumbato, de 7. Afuera hay un telar colgado en una ventana, que Teresa arregla con cuidado, y su pequeña Karin la mira. Ambas mujeres yines tienen historias y crianzas distintas y alejadas por el tiempo, pero las une un destino común: el arte del tejido a telar de cintura.
¿Qué significa el arte yine? El yine es una filosofía y cultura que relaciona su territorio con la flora y la fauna que les rodea, busca que las personas interioricen sus creencias, historias, y vivan tranquilos desarrollando la pesca, la caza y la siembra. Este estilo de vida lo aplican a los colores y diseños que hacen en sus telares aprendidos instintivamente de sus padres. Teresa Sebastián explica esto mientras acomoda sus tejidos.
Ella es una maestra artesana que impulsa el arte dentro del “Programa de Apoyo al Desarrollo de la Artesanía Matsiguenga – Yine” de Camisea. “Yo misma aprendí a tejer, por curiosidad, mirando. La cushma (vestimenta yine) representa el carácter de la persona. Esto no es solo un tejido, es nuestra herencia”.
Las palabras de Teresa toman fuerza cuando habla del arte yine en el tejido, hecho solo por mujeres. Su nieta la escucha atenta de la misma manera como lo hace en las clases de segundo grado de primaria de la I.E.B. 64446 de Miaría. Y es que Teresa Sebastián es profesora bilingüe, y su padre, Juan Sebastián Pérez, fue el maestro fundador de esta institución en 1963. El conocimiento no deja de transmitirse, y más cuando hay programas como el de Camisea que impulsan a las mujeres a empoderarse y generar economía familiar, explica la capacitadora y diseñadora Fátima Quispe, de la ONG Pueblos Artesanos.
El arte de la pequeña Karín, entonces, empezó a forjarse en la comunidad de Miaría hace 55 años. Su abuela Teresa le enseña ahora, poco a poco, en la puerta de su casa:
“El arte yine trabaja con los colores rojo, negro, blanco, crema, verde y gris. Las mujeres pueden usar una cushma de líneas que representan a las aves o serpientes; los varones llevan un diseño de la huella del tigre (u otorongo) para que no sean cobardes; el diseño de una tortuga para que las mujeres no sean andariegas; el de una mariposa infunde alegría…los colores negros los sacamos de una raíz clipi más greda negra, y el anaranjado, por ejemplo, de una hierba maribati, que debe hervir en agua”.
Karin escucha atenta a su abuela, quien por la tarde visita a su amiga Inés Cushichinari, de 73 años, para continuar con el tejido de bolsos, cushmas o carteras. Teresa Sebastián comenta que, antes, una cushma costaba hasta 200 soles en el mercado; ahora, con las capacitaciones dentro programa de Camisea y los nuevos diseños y facilidades para el negocio, pueden vender sus productos hasta en 1200 soles, generando ingresos para la economía familiar y no solamente dedicarse a actividades domésticas o agrícolas.
Durante sus clases en el colegio, Teresa Sebastián canta “Senseowlo” (El Gavilancito) en idioma yine a sus alumnos para animarlos a liberar tensión. La tarde cae en la comunidad de Miaría, y las mujeres se juntan para tejer, conversar y tejer: El tejido yine no morirá, se informó a INFOREGIÓN.