Este árbol fue esquilmado en siglos pasados para extraer de su corteza la quinina, su principal alcaloide natural, un potente remedio utilizado por las civilizaciones prehispánicas para bajar la fiebre y que se exportó durante la época colonial para tratar el paludismo. Esta planta salvó millones de vidas de la malaria pero desde que en 1934 surgiera la cloroquina, un medicamento que se usó contra la COVID-19, el árbol de la quina pasó al olvido y ahora está amenazado de desaparecer.
En esta oportunidad hablamos de una planta que es recurrente hallar en la selva pluviosa de la Amazonía peruana. En razón a que la quina se encuentra en el escudo patrio como símbolo de la enorme riqueza en en reino vegetal que posee el Perú, se le conoce como el árbol nacional de nuestro país. Para desgracia de ella, no son pocos los casos en que se le ha confundido con la quinua o con el ficus.
Se sabe que el “Perú cuenta con 20 de las 29 especies de quina que existen en el mundo, pero muchas de ellas ya son difíciles de hallar debido a la deforestación, degradación de los suelos y al crecimiento de las fronteras agrícolas”, detalla el ingeniero forestal Alejandro Gómez, quien ha dirigido proyectos de preservación sobre esta apreciada planta.
A esta planta se la puede reconocer por su copa alargada y poco frondosa. En general, la quina es capaz de alcanzar unos 25 metros de altura y su tronco puede superar el metro de diámetro. Sus hojas son verdes cuando son jóvenes, pero rojizas cuando están a punto de caerse. Estas son de forma puntiaguda y de nervios sobresalientes.
“Hay escasa investigación en cuanto a su silvicultura”, agregó Alejandro Gómez, pese a que se trata de un árbol con múltiples usos. Se la conoce, entre otras bondades, por las propiedades medicinales de la corteza. También sirve para fabricar agua tónica y su madera es preciada para la ebanistería. La quina también es materia prima del agua tónica y del amargo de angostura, que se emplea para preparar el pisco sour, el cóctel nacional del país, entre otros usos.
Algo de historia
La divulgación en el mundo de las bondades de esta planta fueron reconocidas en Europa recién en en año 1631, cuando fue llevada por el jesuita Alonso Messía Venegas a la ciudad de Roma, enviado por el primer farmacéutico del Colegio Máximo de San Pablo de Lima, el jesuita italiano Agustino Salumbrino, quien había observado en el Perú su uso para tratar la fiebre.
La tradición dice que el nombre de Cinchona o Chinchona con el que fue bautizado al árbol de la quina responde a que gracias a la quinina se curó la condesa de Chinchón, esposa del virrey del Perú, Luis Jerónimo de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, quien gobernó de 1629 a 1639. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los naturalistas europeos Carlos Linneo y Alexander Von Humboldt realizaron estudios botánicos de varias especies y variedades del árbol de la quina.
Amenazas
Una de las causas más importantes de que esta planta esté amenazada es, en general, la desatención de las autoridades, que lo han dejado caer en el olvido al punto de que muchos peruanos lo confunden con el ficus o la quinua. Se desconoce cuántos ejemplares quedan en pie porque no existe un inventario a nivel nacional. Y este factor no solo es una amenaza a esta planta, sino a otras especies tanto de la flora y fauna de nuestro país. La falta de un número suficiente de estudios hace que las medidas que se puedan tomar no sean lo suficientemente efectivas al momento de ser aplicadas en el campo.
Después de tres siglos de explotación para obtener su corteza, la deforestación aún es su mayor amenaza, especialmente la practicada por la agricultura migratoria, que quema y tala áreas de bosque, lo que contribuye al calentamiento global y este a su vez complica la supervivencia de estas especies nativas. Se da también que la quema responde al interés de sembrar café y otros cultivos. También la calidad de su madera, ha impulsado su uso de manera no planificada.
Iniciativas para su conservación
-Científicamente se llama cinchona y popularmente cascarilla, pero solo una de esas 24 variedades, la cinchona calisaya, está protegida por ley en el Perú para evitar su tala. El Congreso peruano aprobó en 2008 una ley que declaró patrimonio natural varias especies silvestres, entre ellas la quina. Sin embargo, quien redactó este texto legal escribió «cascarilla o quinua: Cinchona officinalis», confundiendo la quinua con la quina.
-Uno de esos santuarios de la quina es el caserío La Cascarilla, de la región Cajamarca, que comparte nombre con el venerado árbol. Allí el joven ingeniero forestal Franklin Fernández ha reforzado la iniciativa de sus padres de difundir entre la población local las bondades de la quina.
-Para dar mayor difusión sobre las bondades y la importancia que representa la quina para el Perú, el Círculo de Investigación de Plantaciones Forestales (Ciplan), formado por estudiantes de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) organizó a fines de julio del 2020 un extenso seminario de cuatro días.
-El Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (Agro Rural) del Ministerio de Agricultura y Riego lanzó la iniciativa más ambiciosa hasta ahora para repoblar los Andes con la quina. Se trata de un plan de tres años (2020-2022) con una inversión de S/3,7 millones para producir más de 232 000 plantones de quina y así reforestar hasta 145 hectáreas en 22 provincias de 10 regiones del país.
-El Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) ha desarrollado 6000 nuevos plantones de árbol de la quina que, por su alta calidad genética, poseen resistencia a plagas y contienen adecuadas cantidades de quinina. La producción de estas variedades se realizaron en el banco de germoplasma que posee el INIA en la región Cajamarca, la cual concentra 100 accesiones que vienen siendo materia de investigaciones con el fin de desarrollar tecnologías que permitían la conservación y reforestación de la especie.
Se espera que esta planta reúna más iniciativas para su preservación. Hablamos de una especie que hizo conocido al Perú a nivel mundial hace unos años, que figura en nuestro escudo patrio, y que sigue siento útil para el desarrollo humano de los pueblos. Sin embargo, se impone más incidencia de políticas para sostener una utilización sostenible de esta especie emblemática de nuestra peruanidad.
Fuentes:
Correo, Andina, Efeverde, INIA.