“Un biodigestor es un contender cerrado en forma de cápsula. Su tecnología es sencilla, puede llega a costar hasta mil 500 nuevos soles y tiene una vida útil de ocho años”, explicó.
Agregó que la mezcla de estos residuos con agua, luego de ser utilizados para generar energía, la transforma en biol, un fertilizante orgánico que se usa en la agricultura.
En ese sentido, la especialista estimó que esta tecnología es factible porque el Perú produce toneladas de residuos orgánicos que pueden ser reutilizables. «Esto significa menores costos para la población y menores impactos ambientales».
Indicó que los biodigestores pueden ser empleados en las zonas madereras de Ucayali y Loreto, en donde el aserrín puede generar gas y electricidad al mismo tiempo.
De igual forma, en San Martín, los productores de arroz, caña, café y cacao pueden beneficiarse con la cascarilla de sus productos mediante esa tecnología.
Este mismo procedimiento puede ser usado, también, en las regiones costeras en donde mil 500 hectáreas de algodón puede generar electricidad para bombear 70 a 80 pozos con el fin de extraer agua subterránea.
Además, Orrego mencionó que los residuos humanos depositados en los rellenos sanitarios también pueden ser utilizados por las grandes industrias para llegar a producir gas y electricidad para las poblaciones de dos o más regiones.
“Últimamente la población ha crecido y falta abastecerlos de energía, debido a que es imposible llevar electricidad y gas porque geográficamente es imposible”, precisó.
Ante esto, consideró que una opción sería la energía renovable porque contribuye a la diversidad en el Perú y al desarrollo a las poblaciones rurales.
La especialista participó en el foro Bioenergía y Seguridad Alimentaria realizado en la sede del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). El evento tuvo como objetivo que los gobiernos regionales o especialistas de los sectores agrícolas del Perú desarrollen proyectos de aplicación de este tipo de tecnología para su beneficio.
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