(EUROPA PRESS) Países productores de flores con legislaciones poco estrictas en materia ecológica –como Colombia, el segundo productor más grande del mundo después de Holanda– abusan de pesticidas que repercuten negativamente en el Medio Ambiente y la salud, según denunciaron recientemente varias organizaciones ecologistas entre las que se encuentra Amigos de la Tierra.
Cerca de 110.000 personas trabajan en Colombia en este sector, que genera al país unos beneficios que rondan los 760 millones de euros anuales. Sin embargo, al no regular el Gobierno de Álvaro Uribe el uso de pesticidas dentro de invernaderos, las flores contienen gran cantidad de restos químicos que los científicos relacionan con enfermedades como el cáncer o los trastornos neurológicos. Aunque no existen investigaciones detalladas sobre las consecuencias de la exposición a los pesticidas, algunos estudios ofrecen datos preocupantes.
En este sentido, la Escuela de Salud Pública de Harvard examinó a 72 niños de entre 7 y 8 años en una región de cultivos de flores en Ecuador, cuyas madres estuvieron expuestas a los pesticidas durante su embarazo. Las pruebas arrojaron retrasos en el desarrollo de los menores de hasta cuatro años. En un intento por reducir el uso de pesticidas, en Colombia se ha formalizado la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (ASOCOLFLORES) que trabaja a favor de la creación del certificado *Florverde*, que garantizaría el cumplimiento de unos estándares medioambientales y sanitarios.
Desde ASOCOLFLORES señalan que el 36% de las sustancias químicas aplicadas en 2005 en las granjas suscritas a la Asociación eran consideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «extremadamente» o «altamente» tóxicas. Además, a pesar de que los productores se decantan por métodos orgánicos más ecológicos, reconocen que los riesgos de perder las cosechas y la competencia con los cultivos en Asia y África «les frena a hacerlo». Por su parte, los defensores de los cultivos recuerdan que se trata de un sector «que genera empleos y financia colegios e incluso hospitales». Ante esta situación, las organizaciones ecologistas apuestan por la concienciación de los consumidores para erradicar estas costumbres y ponen de ejemplo a Estados Unidos, país en el que la demanda de cultivos orgánicos se incrementa en un 50% cada año.