Documentos reservados del Comando Conjunto revelan cientos de ingresos de las FARC a suelo peruano

Según documentos del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, despliegan una activa presencia en la frontera con el Perú, la cruzan continuamente y administran al menos unas 1,500 hectáreas de coca ilegal sembradas en nuestro país, según revela hoy el semanario Caretas.


 


Pese a ello, después de la crisis entre Colombia y Ecuador, el ministro de Defensa Ántero Flores-Aráoz se dedicó a descartar la presencia de las guerrillas de las FARC en nuestro territorio e incluso aseguró que “no está acreditado un ingreso. Tenemos vuelos de reconocimiento y patrullaje fluvial. Si entraran, podríamos detectarlas rápidamente”.


 


Sin embargo, un diagnóstico reservado del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas narra una historia muy diferente en la que se encuentran acreditados cientos de ingresos y precisa que las incursiones de miembros de las FARC vienen siendo detectadas al menos desde 1989.


 


Se señala además que los picos más altos de incursión fueron alcanzados entre el 2001 y el 2002, con 53 y 83 avistamientos de los guerrilleros, respectivamente.


 


A partir de entonces se produjo un progresivo descenso pero la presencia guerrillera acreditada por las Fuerzas Armadas siempre se ha mantenido. Como el propio ministro lo ha reconocido, no es fácil vigilar una franja de frontera selvática de más de 1,600 kilómetros.


 


La clave se encuentra en la coca


Los guerrilleros colombianos llenan buena parte de sus arcas con dos terribles negocios: secuestro y narcotráfico. En relación al segundo factor, el semanario detalla que en el vecino país existen sembradas unas 75 mil hectáreas de coca, de acuerdo al informe 2007 de la Oficina Contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas, UNODC.


 


Por efectos del Plan Colombia, el número de hectáreas de coca se redujo en 9% entre el 2005 y el 2006, pero significativamente, los departamentos del Putumayo y Caquetá, limítrofes con nuestro país, vieron incrementar sus cultivos de coca en 37%.


 


En la otra orilla de la frontera, por el lado peruano, también se produce un fenómeno llamativo. Según dichos documentos, hay aproximadamente 1,500 hectáreas de coca sembrada en territorio peruano que son administradas por las FARC.


 


El cálculo se basa en la suma de los sembríos en el sector del río Napo (690 hectáreas), Putumayo (470) y Amazonas (180).


 


Cuenca no tradicional


La zona en cuestión no es ni por asomo una cuenca tradicional cocalera y además al frente, cruzando la frontera operan los frentes Amazonas, 48, 15 y 14 de las FARC por lo que resulta  obvio el destino de la coca sembrada allí en los últimos años. Además, el reciente informe de la Naciones Unidas en su versión peruana corrobora la tendencia.


 


La cuenca del Amazonas, el llamado sector de Caballococha-Santa Rosa, aparece por primera vez con 375 hectáreas de cultivos de hoja de coca, que representan más del doble que las registradas un año antes por el Comando Conjunto. La UNODC los califica como cultivos “recientes”.


 


Además en la zona hay serios problemas para una efectiva vigilancia satelital. Sobre la cuenca del Putumayo, que es la primera línea de frontera, se advierte que “ha mantenido una cobertura nubosa que ha impedido el registro de escenas satelitales adecuadas”. Sin embargo, en la localidad de Yuvineto, uno de los sectores sobre los que alertaba el diagnóstico reservado, y sus alrededores se contaron 150 hectáreas.


 


Los miembros de las FARC han sido vistos navegando frecuentemente en el río Yuvineto por lo menos desde el 2004.   En esa oportunidad se ocupaban de persuadir a las comunidades nativas Secoyas de Bellavista y Belén, en territorio peruano, para que siembren coca y les aseguraban la compra de toda la producción. Pero la cantidad de coca podría incrementarse pues allí no hubo erradicación y el monitoreo tiene un año de retraso.


 


1,500 hectáreas dispersas en toda la frontera con Colombia, bastan para producir anualmente quince toneladas de cocaína al 100% de pureza, y se trata de una cantidad comparable a las producciones actuales de Tocache, Cholón y Leoncio Prado.


 


También hay tráfico de armas


Un artículo del 16 de marzo del diario El Comercio de Ecuador reveló que “parte del material bélico que usan las FARC proviene de Perú, de los rastrillos militares ecuatorianos y el resto de las importaciones ilícitas que llegan a puertos ecuatorianos, según investigaciones de los policías y militares. El destino de este armamento es el Frente 48 de las FARC, asentado en el Putumayo”.


 


El documento del Comando Conjunto detalla una de las rutas que sigue el cargamento de armas, que en este caso es fluvial-terrestre. Parte de Iquitos y sigue por el río Napo, Santa María, el río Yuvineto hasta llegar a Colombia.


 


También se ha identificado a una compañía de aerotaxis, la North American Float Plane Service, y se presume que “apoyaría a las FARC en el tráfico de armas, tráfico ilícito de drogas y en el traslado de ciudadanos colombianos indocumentados”.


 


En Ecuador se han capturado 26 guerrilleros desde el 2004 a la fecha. Además se han desmantelado redes de apoyo al tráfico de armas y fueron destruidos 117 campamentos en territorio ecuatoriano. En nuestro país no se evidencia tamaña proliferación, pero la presencia de la coca despierta resquemores. Por ello, a lo largo de la frontera hay 14 bases del Ejército y 13 de la Policía.


 


La colaboración entre Colombia y Perú, a diferencia de lo que le ocurre a Colombia con Ecuador y Venezuela, es más fluida. Entre ambos países dunciona una cartilla de seguridad para puestos de vigilancia y guarniciones de frontera.


 


En ese marco hay intercambio continuado de oficiales de Inteligencia y, tras la baja del número 2 de las FARC, el presidente Alan García ordenó que se estrechen todavía más los lazos con el poderoso Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, colombiano.


 


Pese a ello, un importante oficial peruano consultado reconoce que los guerrilleros siguen incursionando en territorio peruano para abastecerse de medicamentos, alimentos y acceder a “zonas de descanso”.


 


También continúan reclutando nativos para sembrar coca. Frente a ello, la percepción en las Fuerzas  Armadas peruanas es que la guardia colombiana, tan intensa en las fronteras ecuatoriana y venezolana,  tiene una actividad mucho más baja en la frontera peruana.