Coca no es sinónimo de cocaína, a pesar de que el largo periodo de lucha global contra el narcotráfico tenga como consecuencia esa afirmación. Así se explica al leer uno de los primeros conceptos de se registran en el libro «La coca del Perú. Revisión de los cultivos, usos y consumos entre los siglos XVI y XX», publicado por Devida (Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas), entidad que hizo la presentación oficial del texto el día de ayer.
Aunque es difícil de discutir, la coca viene de la planta del mismo nombre: la hoja de coca. Esta especie era, y continúa siendo utilizada, por personas de la zona andina y amazónica del país para preparar diversos brebajes e incluso es implementada como producto medicinal.
«Coca no es sinónimo de cocaína»
Para conocer los usos y costumbres en torno al cultivo de la hoja de coca en el tiempo, el organismo antidrogas presentó el libro mencionado en una conferencia que contó con la presencia de varias autoridades. En el encuentro se discutió cómo esta planta ha sido poco estudiada y protegida debido al uso ilícito que se le ha dado. En relación a ello, un actor fundamental ha sido el investigador Baldomero Cáceres Santa María, reconocido en el país por su activismo académico por la despenalización de la marihuana y la hoja de coca promoviendo sus usos medicinales utilizados en zonas andinas y amazónicas del país, y quien fue homenajeado en este encuentro.
Desde Satipo, en el Vraem, la congresista Silvana Emperatriz Robles, representante de Junín dio inicio a la conferencia recordando el rol de la hoja de coca en sus usos tradicionales. «La producción de drogas tiene como principal insumo a la hoja de coca. Esto es sancionado con rigor por los estados. Sin embargo, estas medidas sancionadoras no pueden estar de espaldas al cultivo y consumo del uso tradicional de la hoja, usada por los pueblos originarios y amazónicos«, advirtió.
En este sentido, la congresista de la República destacó la importancia del trabajo desarrollado por Baldomero Cáceres en su lucha por desmitificar los usos de la hoja de coca, pues aunque es necesario combatir su producción ilícita, también es necesario valorarla por sus propiedades nutritivas.
Por su parte, el actual presidente de Devida, Ricardo Soberón Garrido, resaltó la importancia de la lucha antidrogas, pero advirtió sobre la naturaleza que han tenido los esfuerzos institucionales hacia esta planta nativa en nuestro país. «Ningún gobierno se ha atrevido a tocar el tema. Los tímidos intentos siempre se han enfrentado con el problema mayor que es el narcotráfico», afirmó.
Se recordó que desde épocas prehispánicas, varias crónicas han registrado la manera en que los incas utilizaban la hoja de coca en rituales sagrados, ceremonias, ritos funerarios y de ofrenda para dioses como Viracocha. En esos tiempos también era consumida en las zonas altoandinas para el trabajo en las alturas.
Por estas razones, varios intelectuales han estudiado el uso de esta planta en la cultura andina. Una de ellas es Karina Pacheco, antropología y escritora, quien también brindó su punto de vista en la conferencia. «La coca es alegría. Permite comunicar, pensar y todo está relacionado con la cultura. Es una bomba de vitaminas. Se hace la guerra a la hoja, pero no a gaseosas u otros productos tan tóxicos para la salud», comentó.
Durante el evento, por parte del Congreso de la República y Devida, se realizó la distinción con sendos diplomas de reconocimiento al investigador Baldomero Cáceres Santa María en mérito a su trayectoria por haber realizado una rigurosa investigación sobre el uso tradicional de la hoja de coca.
Para terminar el encuentro, Baldomero Cáceres Santa María señaló cómo la coca es resiliencia y da energía a quien la consume; no obstante, a lo largo de los años eso ha cambiado. «Existe un desprestigio que generaliza a toda la hoja de coca y se le llama narcotráfico… pero la coca no es solo eso. Es refugio y tranquilidad. Antes la hoja de coca no estaba satanizada como ahora», lamentó.
Aunque no se pueden ignorar los hechos, lo cierto es que hace falta que el Estado peruano siga en su lucha frontal contra el narcotráfico, pero sin dejar de lado las tradiciones ancestrales del país vinculadas a esta planta.
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