La República. ¿Como anuncian los profetas del Apocalipsis, el fantasma del izquierdismo y el extremismo recorre las regiones del país? No parece ser así.
Algunos alarmistas están volviendo a repetir las predicciones terroríficas de hace cuatro años, cuando se esperaba que en las elecciones regionales y municipales de muchos departamentos arrasaran los humalistas, teniendo en cuenta que meses antes, en las nacionales, Ollanta había ganado en esas localidades con porcentajes abrumadores. No sucedió eso.
Ahora se publican inventarios imponentes de regiones donde ganarían los extremistas que arruinarían las posibilidades de inversión privada. La experiencia de elecciones anteriores muestra que es poco probable que ocurra eso.
Incompetencia y corrupción
Los obstáculos a la inversión privada no provienen principalmente de los presidentes regionales o de los alcaldes. Son contados los casos en los que una autoridad ha sido un factor determinante en las protestas.
En Ayacucho, por ejemplo, una amalgama de estudiantes –algunos pro senderistas–, pequeños comerciantes y líderes del frente regional han impedido, hasta ahora, la instalación de un centro comercial moderno y sucursales de grandes cadenas. Ni el presidente regional ni el alcalde provincial han participado de esa turbamulta.
En la movilización contra el proyecto minero Tía María, en Arequipa, el izquierdista y aliado del humalismo Juan Manuel Guillén no encabezó las protestas. Tuvo, como siempre, un comportamiento fluctuante y oportunista. Pero no fue un elemento decisivo, sólo olfateó la dirección del viento para acomodarse.
Ni los estridentes Hernán Fuentes de Puno y César Álvarez de Áncash han sido relevantes en los problemas sociales de esas regiones. Lo característico de sus gestiones, como la de la mayoría de autoridades elegidas el 2006, ha sido la incompetencia y la corrupción.
Candidatos a granel
La proliferación de listas para las elecciones de octubre muestra el grado de descomposición al que ha llegado la política peruana. En muchas regiones son 15, 20 o más los aspirantes.
La cosa no es muy diferente en las municipales. En el pequeño distrito de San Marcos, en Huari, Áncash, con apenas 6,000 electores, 19 listas disputan el codiciado municipio. Como ha hecho notar Carlos Basombrío, la razón es sencilla. En ese distrito se ubica Antamina y el canon que recibe es inmenso.
No es difícil darse cuenta que la abundancia de postulantes no se explica por el espíritu democrático de los competidores, sino por el amor a los jugosos chicharrones.
En el distrito de la Encañada, en Cajamarca, donde se encuentra la principal mina de oro del país, Yanacocha, hay 16 ávidos postulantes que disputan el favor de unos 12,000 electores.
No es su plata
Está extendida en la población la idea que casi todos los políticos son ladrones. Y que los candidatos van con el objetivo de saquear las arcas y colocar a sus parientes y amigos en los puestos públicos. Desgraciadamente esa imagen parece corresponder cada vez más con la realidad.
Y a la mayoría no parece importarle. Una razón es la que ha señalado Antonio Zapata: los presupuestos en el Perú “provienen básicamente de transferencias y no de recaudación propia. Como somos un país rentista, vivimos de los impuestos de exportación y no de la tributación a la renta, que obligue a los ciudadanos por igual.
Por eso, a nadie le importa tanto qué se hace con el dinero público. Como no viene del bolsillo de uno, se registra una baja fiscalización. Se entiende mejor el dicho, “que robe pero que haga”. (“Hiperfragmentación”, La República, 14.7.10).
Otro motivo es la extendida desconfianza asociada con un estrecho pragmatismo. Si todos son ladrones, entonces hay que buscar al que ofrezca ventajas inmediatas, tangibles.
Matrimonio oportunista
No hay que confundir la cantidad de candidatos que presentan los partidos nacionales con la existencia de organizaciones nacionales. En la inmensa mayoría de los casos es un matrimonio oportunista entre un caudillo local que necesita la inscripción para postular y el partido que requiere de candidatos y que, en muchos casos, cobra un peaje.
En síntesis, no tendremos una oleada extremista sino un aluvión de corrupción e incompetencia. Quizás una excepción sea la región Cajamarca, que podría ganar Gregorio “Goyo” Santos, un sutepista de Patria Roja. Pero aun si triunfara, no es claro que se convierta en pieza decisiva para obstaculizar la inversión, jaqueada ahora por otros factores.
El único otro candidato de Patria Roja (MNI) que ha ganado una elección regional es Rafael Ríos López, “Pihuicho”, en Madre de Dios, el 2002. Su gestión fue desastrosa.