¿Debe seguir el Alto Hualllaga en estado de emergencia?

Para muchos peruanos el Alto Huallaga es aún sinónimo de narcotráfico, de terrorismo, de huelgas cocaleras y de asesinatos por doquier. En efecto, así estuvo por más de tres décadas (1980-2012).

La historia negra del narcotráfico comenzó en 1975, con un grupo de colombianos que llegaron hasta el centro poblado de Anda (cerca de Aucayacu) para procesar la pasta básica de cocaína. Diez años después (1985) todo el Alto Huallaga se convirtió en el epicentro del narcotráfico. Era la época de las “firmas” (Vampiro, Machi, Tío Ríos, Vaticano, Champa, etc.) y de las narco avionetas.

Los grupos terroristas (MRTA y el PCP-SL) ingresan al Alto Huallaga en 1984, en pleno auge del narcotráfico y, después de algunas escaramuzas, se dividieron el  territorio en dos.Todo Huánuco hasta Tocache era de Sendero Luminoso, capitaneado por Artemio.

Hacia el norte (San Martín) estaba el MRTA. La violencia superó rápidamente a la policía nacional y el gobierno decidió, después de la masacre de Uchiza (asesinato de diez policías el 27 de marzo de 1989), declarar el estado de emergencia en todo el valle del Huallaga.

Se instaló en Uchiza la sede de la jefatura Político-Militar, a cargo del general EP Alberto Arciniegas, y el Ejército tomó el control de las operaciones antisubversivas.

Los asesinatos por acción de los grupos terroristas, los “ajustes de cuentas” entre los narcotraficantes y las ejecuciones extrajudiciales eran temas cotidianos. Las autoridades y la población no se inmutaban al ver pasar los cuerpos inermes por el río Huallaga o tirados en la carretera marginal, hoy conocida como Fernando Belaunde.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación calculó que quince mil peruanos perdieron la vida por acción de los grupos terroristas, de los agentes del Estado y del narcotráfico.

Esta historia negra ya no existe más. Con la captura de Artemio (11.02.12) se ha derrotado definitivamente al senderismo, y el narcotráfico está claramente de retirada. Los cultivos de coca de más de 70 mil hectáreas (1992) ahora quedarían, según Naciones Unidas, solo 4,302 (2014). El Monzón, otrora zona liberada por las drogas, ahora comienza a renacer gracias a la inversión privada (hidroeléctricas) y a los programas de desarrollo alternativo promovidos por Devida.

Como vemos, muchos peruanos necesitamos redescubrir este extenso valle. Tiene un potencial turístico y de negocios, esta vez lícitos, inmensos, muchísimo mayor que la saturada selva central (Chanchamayo).

Lo que necesita ahora el Alto Huallaga son tres cosas: primero, que el Gobierno nacional (Devida podría asumir este reto como consolidando su trabajo en esta zona) levante, después de 26 años, el estado de emergencia e inicie, de la mano con el gobierno regional, una fuerte campaña promoviendo el turismo interno.

Segundo, que el gobierno regional capacite y convierta a los hoteles, restaurantes y otros servicios en verdaderos operadores del turismo. Tercero, que el Frente Policial Huallaga revise sus prioridades: ya no hay terrorismo. Su objetivo principal debería ser atender los problemas cotidianos de seguridad ciudadana, por ejemplo, los asaltos en las ciudades y en las carreteras.

Estas medidas, que no necesitan de grandes presupuestos, ayudarían a dinamizar la economía local y, seguramente, también a evitar que la coca y el narcotráfico retornen.

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