Correo – Arequipa. Sólo conozco a la congresista Hilaria Supa, presidenta electa de la Comisión de Educación del Congreso, por un par de entrevistas que le hice en RPP, en las que me dejó buena impresión. Dice lo que piensa, aun con ciertas fallas de sintaxis y vocabulario castellano atribuibles a su origen quechua. Además, la he escuchado ocasionalmente en alguna intervención en el Congreso. Nunca leí que medio alguno le atribuyese ser deshonesta o corrupta. Sobre esa base arranca mi comentario.
Entendería la objeción a su presidencia de quienes aspiran a que los presidentes de las comisiones fueran especialistas en sus temas si Mercedes Cabanillas fuera experta en Defensa e Interior, Luisa María Cuculiza en Relaciones Exteriores y Mauricio Mulder en Inteligencia.
Entendería a quienes reclaman que los presidentes de comisiones tengan méritos distinguidos para tal función si es que entre quienes han sido presidentes no hubiera tal colección de tránsfugas, lobbystas, viajeros financiados por universidades que tienen conflictos de intereses; congresistas que dicen que votarán en un sentido y lo hacen en otro o se
esconden; que visitan a empresarios extranjeros en sus hoteles; que fabrican expedientes como el del indulto para Crousillat; que avalaron el golpe de 1992, la re-reelección, la sujeción judicial y la corrupción de ese régimen…
Entendería las objeciones a la presidencia de Hilaria Supa si es que los principales líderes del APRA o el fujimorismo se hubieran disputado la presidencia de la Comisión de Educación, y si no hubieran permitido que se convierta en un cajón de sastre llamado \»Comisión de Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juventud y Deporte\», para que desde su nacimiento sea inoperante.
También los entendería si hubieran protestado cuando el Ejecutivo decidió vender la sede del Ministerio de Educación sin tener una sede propia alternativa, o cuando al exigir la arbitraria nota 14 a los postulantes nativos a los ISP, canceló la formación de futuros maestros para los pueblos indígenas.
Ante la ausencia de todos esos factores de coherencia, sólo queda asumir que los congresistas que objetan la presidencia de Hilaria Supa la discriminan por razones étnicas. Y eso me resulta inaceptable.