De combatir el terrorismo a exitoso emprendedor paltero

VRAEM. La producción a gran escala de la palta favorece a la economía de muchas familias debido a que se ha posicionado en los mercados internacionales por su alta demanda. Su exquisitez, sabor agradable y bondades nutricionales así lo preceden. Juan Salazar Romaní, es un productor de este versátil fruto del distrito de Luricocha (Huanta), pasó de hacerle frente al terrorismo con el Comité de Autodefensa (CAD) a ser uno de los principales productores de palta en su comunidad.

¿Cómo logró pasó de luchar contra el terrorismo a ser un exitoso productor de palta?
Tengo 69 años y soy natural del distrito de Luricocha (Ayacucho). En 1985 migré a la comunidad de Teresa, Pichari (Cusco) en el Vraem. Integré el Comité de Autodefensa Antisubversivo de Sector Teresa, donde hacíamos patrullas hasta Vizcatán del Ene (Satipo). Fue una época de terror y de lucha constante para lograr la pacificación. Con mi familia, nos dedicábamos al café y cacao, pero en 1995 decidimos retornar a nuestra comunidad de Chamana (Luricocha) donde vivo con mi familia y producimos palta.

¿Cómo inicia a trabajar en este cultivo?
Una empresa privada y extranjera decidió cultivar este fruto en nuestra comunidad para fines de exportación. Entonces, nosotros fuimos testigos de su producción y decidimos acondicionar nuestras parcelas, adquirir nuestras plantas injerto y como el resto de mis vecinos instalarlo en el campo. Por mi cuenta aprendí las diferentes etapas de producción de la palta y, por ende, tuvimos campañas buenas y malas.

¿Posteriormente recibiste alguna capacitación respecto a la producción de la palta?
Si, los técnicos de campo de Devida nos capacitaron sobre el proceso de injerto, técnicas de poda, abonamiento, riego, control de malezas, de plagas y enfermedades, nos brindaron herramientas e insumos. Fue una experiencia muy provechosa porque de forma práctica conocimos sobre los errores que había que mejorar.

¿Consideras importante la intervención del Estado en este tipo de iniciativas en beneficio de los productores de la palta?
Claro que sí. El agricultor tiene muchas necesidades y sin conocimiento y asesoraría a veces solo prueba suerte y en el camino se desanima. En cambio, con la participación del Estado, te hace el acompañamiento en las diferentes etapas de producción, te capacita en las Escuelas de Campo. Así garantizas una campaña muy buena para su venta en los mercados. Nosotros cada año producimos entre siete a ocho toneladas de alta aproximadamente.

¿La pandemia afectó los trabajos en el campo y la venta de la palta?
Por esos tiempos, en el campo cosechábamos las paltas de forma familiar, la producción fue normal. Al igual que el resto de los agricultores pudimos sacar grandes cantidades, pero como en todos los sectores o negocios, la venta fue bajando. No llegaban los acopiadores y todo quedó paralizado, entonces nosotros mismos tuvimos que sacar nuestros productos al mercado local.

¿Qué requisitos son exigidos para una venta segura de palta?
El mercado exige que sean paltas orgánicas, por ello trabajamos con el compostaje y biofertilizantes, que son preparados a base de hojarasca, estiércol de cuy, frutas malogradas y otros. Además, piden que el grado de madurez de las frutas sea óptima y puedan ablandarse con mucha facilidad. Todos estos requisitos siempre hacen que la palta sea atractiva.

¿Qué retos y proyecciones tienes como emprendedor?
Que, a través de mis hijos, que están en Europa, pueda exportar directamente mi producto allá. Aún nos falta mucho por aprender, pero con perseverancia y un asesoramiento en comercio exterior se puede lograr. Si hemos derrotado con fe y perseverancia un flagelo que agobiaba tanto a nuestro país, llegar al mercado internacional tomará un tiempo, pero sé que alcanzaremos esa meta con mucho esfuerzo.

Fuente: Diario «Jornada»

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