Los cultivos energéticos se presentan como una posibilidad de generar abundante mano de obra, en especial el cultivo de caña de azúcar bajo riego y el piñón blanco, con una calidad de empleo que garantiza que el productor se sustraiga de la pobreza.
Así lo determina un estudio de impactos socioeconómicos de la producción de biocombustibles en la Amazonía peruana que destaca que estas fuentes energéticas representan una posibilidad de sustituir los combustibles fósiles derivados del petróleo.
Según el documento, los ingresos diarios de los trabajadores de campo superarían los siete dólares.
Si un agricultor puede manejar 2.8 hectáreas de piñón o 6.1 hectáreas de palma aceitera, calculando la cantidad de jornales que requiere todo el ciclo de cada cultivo, el productor podría generar una utilidad anual de US$ 1,017 en el caso del piñón y de US$ 7,445 en el caso de palma aceitera.
El estudio se concentró en el análisis de tres escenarios representativos y existentes de producción de biocombustibles en la Amazonía peruana: producción de la caña de azúcar para la elaboración de etanol hidratado en microdestilería; producción de Palma aceitera para biodiesel en empresa asociativa y empresa privada; y producción de Piñón blanco (Jatropha curcas) recuperando para la agricultura tierras deforestadas y erosionadas, en un modelo asociativo entre empresa privada y pequeños productores.
Para los casos elegidos, se analizaron los impactos socioeconómicos bajo una metodología que permitió comparar la rentabilidad de estos cultivos energéticos con los cultivos alimenticios tradicionales más importantes que producen los agricultores en estas zonas.
Asimismo, se llegó a conclusiones sobre la generación de empleo y la calidad del mismo en comparación de los mismos cultivos alimenticios, y proyectándolo respecto a la calidad de empleo mundial que se reportan para actividades de producción de biocombustibles que se desarrollan entre otros países.