Brasil pretende ser un gran productor mundial de aceite de palma, expandiendo un nuevo monocultivo exótico en la Amazonia oriental, donde también se multiplican las plantaciones de eucalipto en extensas áreas ya deforestadas.
Con dos proyectos, la empresa Petrobras Biocombustible tiene como meta producir 420.000 toneladas anuales de aceite de palma, el doble de la producción brasileña actual. Setenta por ciento se destinará a Portugal, donde se convertirá en biodiésel para abastecer a Europa, en una asociación con la empresa local Galp.
Ya se están plantando palmeras en 6.000 hectáreas y preparando otras para totalizar 74.000 hectáreas.
El gobierno lanzó en mayo el Programa de Producción Sustentable de la Palma Aceitera, con incentivos crediticios y apoyo técnico.
Una zonificación agroecológica identificó 31,8 millones de hectáreas aptas para el cultivo en el país, casi equivalente a la superficie de Alemania, pero autorizó la siembra en solo 4,3 millones de hectáreas, la mayor parte en Pará.
La rentabilidad es asegurada por una posible productividad de seis toneladas anuales por hectárea en un cultivo permanente, que dura 25 a 28 años, además del creciente mercado de biocombustibles, señaló Rosa. Eso justifica proyectos de biodiesel, aunque el aceite de palma tenga hoy mejores precios en la industria alimentaria y química.
América del Sur y Central aparecen como nuevas fronteras de la palma africana, ante el crecimiento de la demanda. Pero se busca evitar la deforestación y los daños sociales registrados en Indonesia y Malasia, que concentran 85 por ciento de la producción mundial del aceite de palma.