Cuando el deterioro es infinito (e irreversible)

Cuando veo el deterioro continuo que han sufrido los servicios públicos en hospitales, colegios, comisarías, etc. aunado al aumento poblacional, mayor costo de los servicios, reducción de presupuestos y menor inversión per cápita en c/u en cada uno de ellos, no queda sino preguntarse ¿es posible revertir eso (haciendo más de lo mismo)?

Los gobernantes de turno dicen que sí y suelen poner ejemplos paradigmáticos que se repiten porque constituyen las escasas excepciones: el Instituto Nacional del Corazón de Essalud, los colegios públicos de Fe y Alegría o alguna comisaría como la de San Isidro.

A la par, cuando apreciamos las características de los servicios privados de salud, educación, seguridad que tienen costos crecientes y calidad discutible a nivel internacional, no podemos dejar de preguntarnos ¿es posible pretender que algún día la población que utiliza los servicios públicos tenga una atención equiparable al  menos a la mitad superior de los privados, y que estos alcancen un estándar  internacional? Me temo que la respuesta realista es que eso es imposible, en la medida que se sigan usando los mismos paradigmas de atención del pasado. Siendo así, aunque se aumente un poco el presupuesto -como se hace de tanto en tanto con médicos, maestros y policías- no llegaremos muy lejos.

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