Lo llaman el acero vegetal, sirve para confeccionar desde relojes, agendas, servilleteros, hasta pisos y revestimientos de casas. Se trata del bambú (Guadua angustifolia) que por su multiplicidad de usos y versatilidad es materia prima de productos artesanales e industriales de alto valor.
El bambú o caña de Guayaquil –como se le conoce regionalmente- ha sido usado tradicionalmente como material de construcción de precarias casas. Hoy es común verlo como parte de las estructuras de restaurantes, centros de esparcimiento y casas de playa.
Su uso se ha hecho cada vez más extendido, esta especie forestal no maderable es utilizado para la confección de paneles, muebles, lámparas, artesanías; todo es aprovechable, de las hojas se puede elaborar cosméticos, de las ramas finas superiores (pedúnculos) se confecciona mondadientes y de la raíz se crean artesanías.
La producción del bambú en Piura se concentra en las áreas ubicadas dentro de los mil metros sobre el nivel del mar y aunque aún hay mucho camino por recorrer, cada vez más gana seguidores. Ya son cientos de familias de las zonas altas que lo cultivan junto a sus sembríos agrícolas.
Los inicios
En el año 2015, tras un arduo trabajo de promoción, capacitación y sensibilización por parte del Ministerio de Agricultura y Riego, a través del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), se registró la primera plantación forestal de caña de Guayaquil en la comunidad campesina de Tamboya.
Esta comunidad campesina acoge a mil asociados, se ubica en el centro poblado de Tamboya, distrito de Yamango, provincia de Morropón a cuatro horas y media de Piura en los 1 175 msnm.
El esfuerzo de esta comunidad ha permitido que hoy cuenten con 64 hectáreas de plantaciones de bambú registradas, de las casi 220 que hay en todo Piura. Sus asociados, propietarios de pequeñas parcelas de tierra poco a poco comprenden la importancia de registrar y formalizar el aprovechamiento del bambú. Uno de ellos, es don Alejandro Huamán Sóndor, de 77 años de edad.
Él llegó a vivir a esta tierra bendita en 1968. Recuerda que hace 25 años, empezó a cultivar la caña de Guayaquil en su chacra de plátanos y naranjas. Una década después, la casi hectárea de terreno lucía con grandes cañas verdes.
“La caña de Guayaquil ha sido mi esperanza y es la esperanza para la comunidad. Al principio nadie quería tenerla en sus chacras porque no conocíamos sus bondades. Con el tiempo hemos aprendido las mejores formas de sembrarla, sabemos el tiempo de crecimiento y de cosecha”; comenta don Alejandro.
Nos cuenta que el cultivo de bambú ha sustentado y ha dado bienestar a su familia, en uno de los distritos de la región considerados de pobreza extrema. “Mis tres hijos son profesionales; con mi chacrita primero y luego con el cultivo de caña; ellos han ido a la universidad; ahora viven en la ciudad”; dice don Alejandro con una mezcla de orgullo por la realización de sus hijos y tristeza porque no están junto a él.
Mercado
El cultivo y la producción de la caña de Guayaquil en el Perú representa un reto en todo sentido para las autoridades y productores. Se estima que el potencial nacional de plantaciones alcanza las 2 600 hectáreas, de las cuales un importante porcentaje se concentra en Piura.
Según los estudios en nuestro país existe una demanda de 10 millones de “cañas de Guayaquil”, versus una oferta de 2 millones; por lo que 8 millones de este producto son importados, principalmente del vecino país de Ecuador.
En Piura, el registro de esta especie forestal no maderable llega a las 210 hectáreas y la producción supera las 600 mil unidades, beneficiando a campesinos de los distritos de Castilla, Yamango, Santo Domingo, San Juan de Bigote, Frías, Sapillica, Montero, Canchaque, Lalaquiz y San Miguel de El Faique.
Los retos son grandes, los esfuerzos se dirigen a continuar con la asistencia técnica, la generación y la validación de información útil y oportuna como prioridades para enfrentar el adecuado manejo técnico. También se busca mejorar la débil articulación de los actores de la cadena productiva e incentivar el valor agregado. El camino está trazado.
Por: Víctor Timaná Chorres -ATFFS Piura
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