Entre Parques Nacionales, Reservas, Bosques de protección y demás Áreas Naturales Protegidas (ANP) se encuentran trabajando con mucho esfuerzo y muchas veces arriesgando su vida los guardaparques, actores fundamentales en el control y conservación de nuestra gran biodiversidad y de sus ecosistemas que la albergan.
Mi paso por el SERNANP me enseñó muchas cosas y entre ellas fue valorar con más profundidad a estos hombres y mujeres que en algunos casos llevan en la labor de guardaparque más de 15 años, pero que lamentablemente en lo laboral, no hay la retribución justa que ellos y ellas requieren para llevar adelante una vida decorosa y sin sobresaltos familiares.
Tenemos 77 ANP que se ubican en 19`528,864.27 hectáreas del territorio nacional y para su custodia solo se cuenta con alrededor de 650 guardaparques, que en su mayoría gana un sueldo mínimo y que además se encuentran en el régimen de CAS, lo que implica que no gozan de varios beneficios sociales que les debería corresponder. De hecho, es fundamental reducir las categorías existentes a solo tres o cuatro con un mejoramiento sustancial de sus sueldos.
En diciembre pasado, antes de salir del SERNANP, lanzamos una convocatoria CAS para recontratarlos en tres categorías que oscilaban entre los 1,200 y 1,600 soles , considerando que había el presupuesto necesario y asimismo, la obligación moral de realizar la inclusión social dentro del SERNANP. Lamentablemente, un mes después se canceló dicha convocatoria quedando pendiente esta gran deuda social con ellos y sus familias.
Pero además sigo pensando, como seguramente lo hacen los guardaparques, en la necesidad de profesionalizar dicha labor pues ya existen experiencias internacionales sobre ello, otorgándoles una mejor formación y por supuesto una mejor perspectiva de trabajo que definitivamente redundará en la eficiencia de su trabajo en la conservación de nuestras ANP.
El país y en especial el gobierno, le deben un reconocimiento a estos sacrificados hombres y mujeres que en su momento tomaron la decisión de dedicar su vida a la conservación, muchas veces en condiciones precarias y peligrosas, pero que para suerte de nuestros recursos naturales, su entereza y entrega cotidiana no ha desmayado ni disminuido, por el contrario se ha consolidado.
Todos tenemos una gran deuda con ellos y ellas, en mi caso personal tengo ese corazón de guardaparque, que llevo con orgullo y compromiso adonde me encuentre trabajando, apoyándolos como lo hice durante mi paso en el SERNANP.
Por tanto, no bastan los discursos y ofrecimientos, lo que los guardaparques esperan son hechos concretos que mejore su calidad de vida y la de sus familias, para que cuando se encuentren entre la espesura del bosque o en las alturas de la puna, sepan que vale la pena todo su esfuerzo y trabajo.
Un gran abrazo, para todos los hermanos y hermanas guardaparques.