Un convenio entre Suiza y Chile permitió a familias campesinas producir vinos y quesos orgánicos para deleitar al paladar de los suizos y tras cinco años de labor, los pequeños agricultores acaban de concretar un segundo envío de vino a ese país. Incluso, la presidenta chilena Bachelet hizo de embajadora de los mostos en Europa cuando le regaló a su homóloga suiza una caja de vinos orgánicos.
Dichos vimos provinieron de la cooperativa Terra Orgánica. Por su parte, la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, ODEPA, apoyó esta iniciativa surgida de un acuerdo de cooperación en materia de agricultura orgánica entre Suiza y Chile, firmado en 2002 y que concluirá este año.
La iniciativa comenzó a gestarse luego de la visita de una misión suiza cuyo objetivo era identificar oportunidades de negocios para familias campesinas. Los helvéticos estimaron que el vino era un tema interesante y tras investigar encontraron en Cauquenes (centro-sur) esta viña, que estaba en manos de pequeños agricultores, con suelos pobres y sin buen manejo, por lo que se obtenían vinos de baja calidad.
Se identificó a familias que quisieran sumarse al proyecto y se les capacitó para transformar sus viñas a la modalidad orgánica, mejorando los suelos y elevando la calidad de la vid cosechada. Asimismo, se les ofreció soporte técnico y se implementaron todas las medidas necesarias para obtener la certificación de producción orgánica con IMO Suiza.
Al cabo de un tiempo, las seis familias participantes se decidieron agrupar para poder producir en mayor volumen y comercializar. Así nació Terra Orgánica. La sociedad postuló a diversos fondos públicos para cumplir con las exigencias del proyecto y ProChile (organismo que promueve las exportaciones) le financió una visita al país alpino para conocer in situ el mercado para el cual iba a trabajar.
Llevaron distintas muestras de vino orgánico a Suiza, los expertos los cataron y les dieron su opinión. Tras superar varios obstáculos, obtuvieron las primeras producciones orgánicas y fueron invitados a la feria de vinos de Basilea 2007, gracias a los cual pudieron exportar 1600 botellas a Suiza y 1000 a Alemania.
En esa oportunidad además, certificaron la huella del carbono, para indicar que sus productos contribuían a la protección medioambiental, porque eran enviados por barco y no por avión (mucho más contaminante).