SAN MARTÍN. Es sábado 11 de setiembre y estamos en la comunidad nativa Shimpiyacu, en la región San Martín. La mayoría de las familias y, en especial, de las mujeres asisten a un evento que ha traído, desde la capital del departamento, a varios representantes institucionales. Es la presentación de ‘Nugkui Untsumau’ o, en castellano, ‘El llamado de Nugkui’. Con alegría, la comunidad recibe en sus manos el libro del que todas, en cierta forma, se sienten parte. Son partícipes las mujeres presentes pero también una que, tras dejar este mundo meses atrás, está en el corazón y el recuerdo: Jemima Catip. Tenía 32 años y falleció sin poder disfrutar de este momento, sin tener el resultado de su trabajo entre las manos. A ella se dedica, muy especialmente, ‘El llamado de Nugkui’. «Tu mamá también hizo este libro», responde la sabia Lucila Pijuch a su nieta, cuando le preguntan por qué pusieron para el evento una foto de su mamá.
La respuesta de la mamá Lucila Pijuch grafica a la perfección que el objetivo principal de la investigación, realizada entre 2020 y 2021 por la antropóloga Ximena Flores Rojas a través de la coordinación en San Martín del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), se ha cumplido. “Se buscó identificar las estrategias que comunidades awajún, en este caso las mujeres awajún, tienen para mitigar o adaptarse al cambio climático”, explica Luna Contreras, coordinadora del CAAAP San Martín, “y se encontró que las prácticas de la biojoyería tienen una potencia impresionante para ayudar en la recuperación y valoración del bosque, así como para la preservación cultural y para el impulso de una iniciativa productiva en armonía con la naturaleza”.
Desde ahí parte ‘Nugkui Untsumau / El llamado de Nugkui’, una investigación que ya está disponible en versión digital web y que, además, ha podido ser publicada y devuelta a las dos comunidades y, especialmente, a las 87 mujeres que con sus conocimientos compartidos la han hecho realidad, en forma de libro impreso. Desde la Organización Mujeres Artistas Nugkui, de Shimpiyacu, y de la Asociación Bosques de las Nuwas, de Shampuyacu, todas ellas son las autoras colectivas de un material que, sin ellas, no habría sido posible. La dedicatoria, muy especial, va para esa mamá, Jemima Catip Pijuch. “Nos acompañó en la gestación de esta publicación, su memoria y conocimientos son parte de este libro”, se lee en la séptima página.
Cabe mencionar que la publicación, además de ser ya presentada en Moyobamba este último martes 14 de septiembre en presencia del ministro del Ambiente, Rubén Ramírez, y otras autoridades regionales, fue recibida en las propias comunidades el último sábado 10 de septiembre. Luna Contreras y Ximena Flores Rojas, coordinadora y consultora del CAAAP; Dulhy Pinedo y técnicos del Área Zonal del Programa Bosques en San Martín; Luis Alberto Vásquez, de la Dirección Desconcentrada del MINCUL en San Martín; y Miguel Pinzón, del programa Pensión 65, fueron hasta allí. Y es que la coordinación de estas cuatro instituciones ha sido, también, clave para la publicación del libro.
“Devolverles su conocimiento en forma de libro en las mismas comunidades es, además de aportar en la revaloración de sus prácticas, honrar su memoria y sus luchas por defender sus bosques y territorio”, considera Contreras.
Nugkui, más que presente
Cuando la investigación ya había avanzado, cuando el documento ya había tomado forma fue, durante una de las reuniones de validación con las comunidades, cuando se definió el título que debía llevar. La investigadora lanzó la pregunta y fue, después de un largo silencio, que la Mamá Lucila contestó: “Debe llamarse ‘El llamado de Nugkui’, porque Nugkui es el espíritu de la Madre Tierra, el espíritu que salió de las profundidades para enseñarnos la agricultura y los cantos mágicos a las mujeres awajún”. Su idea, muy bien argumentada, enseguida recibió la aprobación del resto del grupo. Y es que, como se recuerda también en el libro, “para promover y fortalecer estrategias para mitigar y adaptarnos al cambio climático necesitamos de Nugkui, que ha enseñado a las mujeres a cuidar, a conservar, a valorar prácticas que, como la bio-joyería, nos enseñan a conectarnos con las semillas, las plantas, los árboles, los animales y la vida”.
Para la antropóloga Ximena Flores estar casi un mes en trabajo de campo compartiendo la vida cotidiana de las mujeres awajún de Shimpiyacu y Shampuyacu es, no solo una enorme experiencia de aprendizaje sino, también, una de las claves de este libro. Desde rescatar la memoria de las abuelas como Lucila Pijush o Roxana Wajajai (grandes maestras que explicaban con detalle la elaboración y el profundo significado de cada adorno, algunos incluso desconocidos para las mujeres más jóvenes), hasta identificar con ellas las 24 especies vegetales que se utilizan en el trabajo de bio-joyería awajún o conversar con las mujeres mientras tejían y cocinaba e, incluso, acompañarlas a sus chacras.
De camino a la chacra la presidenta de la Organización Mujeres Artistas Nugkui, Nélyda Entsakua, fue que conoció sobre una misteriosa semilla, el kupat, redonda de color negro y rojo. “Nélyda me contó que se encuentra en los caminos, pero no siempre hay. Es una semilla que traen y esparcen los murciélagos y, según la mitología awajún, cuando se encuentra es símbolo de que alguien quedará embarazada”, relata la antropóloga. Curiosamente durante su trabajo encontraron bastantes semillas y, unos meses después, una mujer de cada asociación tuvo a su bebé. “Los murciélagos también son parte de nuestra asociación. Ellos, como nosotras, son recolectores de semillas”, bromeaba la presidenta de la asociación durante esas caminatas.
La mujer awajún, en continua transformación
“Creo que lo que caracteriza a las mujeres awajún es el profundo conocimiento que tienen sobre la chacra, las plantas y los seres humanos y no humanos del bosque. Las mujeres tienen continuos procesos de creación, producción y creatividad que han sido y son muy importantes. Por ejemplo, ellas en su quehacer cotidiano han demostrado su capacidad de trazar caminos en el bosque, identificar especies, comunicarse con ellas, y generar una alianza y crianza para que sus hijos e hijas puedan también crecer y ser seres llenos de conocimiento, así como son ellas”.
Para Ximena Flores la fortaleza de la mujer awajún está fuera de toda duda, así como su capacidad creativa, pues “han sabido volver al bosque, buscar las especies que están escaseando”, y adaptarse a “los nuevos contextos de peligro traídos por las enfermedades, la pérdida de bosques y las invasiones de su territorio. Las mujeres awajún son capaces de crear nuevas vidas, nuevos mundos posibles”. Y es que continuamente analizan qué necesitan y, en base a ello, surgen nuevas mujeres awajún que, basándose en la herencia de las abuelas, comienzan otros caminos de resistencia.
Recorrer y recordar, buscar en la memoria de las abuelas, ha sido posiblemente lo más bonito del proceso. Así han sabido, por ejemplo, el significado del brazalete que la mujer awajún usaba en su antebrazo, el patakumtai. “La abuela Roxana nos ha contado que era un adorno dado por el esposo y mostraba la relación que existía entre el esposo y la mujer. Solamente la mujer, usando ese adorno, atajaba la vida de su compañero, hacía que el esposo no muera rápido”, comenta la antropóloga.
Tanto Shimpiyacu como Shampuyacu se mostraron, desde un inicio, con ilusión por esta investigación porque, como recuerdan Contreras y Flores, las dos comunidades a través de sus asociaciones quieren visibilizar el trascendental papel que tienen las mujeres para la conservación de los bosques y lucha contra el cambio climático. “Ellas están muy animadas en posicionarse como agentes de cambio frente al cambio climático. Muchas recordaban que el clima había cambiado, había escasez de algunos animales, los suelos ya no producen igual… en estos nuevos contextos les anima mucho que las voces de las mujeres sean las protagonistas de un libro”, relata Contreras, “además en ese conversar y descubrir se iban generando procesos también de aprendizaje al interior de las propias comunidades, algo muy bonito, desde las sabias hacia las más jóvenes”.
Cada semilla, tejido, diseño y creación son, en esencia, una parte del papel que la mujer awajún tiene como conocedora y salvaguarda del bosque. Guardianas que, desde el anonimato, defienden la Amazonía pensando en su cultura y tradición, pero, al mismo tiempo, en el futuro de toda la humanidad.
Para acceder al libro ‘Nugkui Untsumau / El llamado de Nugkui’ haga click aquí
Texto: Beatriz G. Blasco
Fuente: CAAAP