Unas 55 profesionales y técnicas trabajan en la Dirección de Operaciones del Organismo Técnico de la Administración de los Servicios de Saneamiento (Otass), las áreas operativas de las 18 empresas prestadoras (EPS) bajo el Régimen de Apoyo Transitorio (RAT), y la Unidad Ejecutora 002 Agua Tumbes. Todas son mujeres que han roto esquemas y paradigmas.
Son mujeres empoderadas que laboran en un sector mayoritariamente masculino. En el Otass, articulan procesos; y en las prestadoras, trabajan en producción, control de calidad y mantenimiento de redes de agua potable, y en la recolección y tratamiento de aguas residuales y en el mantenimiento de redes de alcantarillado.
Además, sus roles en plantas de tratamiento, sistemas de distribución, líneas de conducción y laboratorios son vitales para la sostenibilidad de la prestación de los servicios y de las EPS, y la preservación de la salud pública en nuestro país. Un caso es Sonia Álvarez Quintana, ingeniera sanitaria y magister en gestión pública. A sus 50 años es directora de Operaciones del Otass.
“Las mujeres tenemos las mismas capacidades que los hombres a nivel profesional, y poseemos mayor sensibilidad. Es importante que nos empoderemos con nuestro trabajo. Estoy dispuesta a asumir los retos que se me presenten en la vida”, dice Álvarez Quintana.
Experta en hidrojets
En tanto, María Judith More Tarrillo (34) es administradora desde el 2018 de uno de los equipos de la Estrategia Nacional de Limpieza de Colectores “Operación Alcantarillado”, promovida por el Otass. Tarapoto es el centro de operaciones de esta ingeniera sanitaria.
Madre de una niña de dos años, en abril dará a luz a su segundo hijo y tiene a su cargo dos máquinas hidrojets que realizan la limpieza preventiva de las redes de alcantarillado en las regiones San Martín, Loreto, Amazonas y Cajamarca. Amante de la naturaleza, con su 1.50 m de estatura, ‘Maju’ es una gigante en su rubro.
“La gente siempre se sorprende cuando se entera que soy la responsable de liderar el trabajo con estas enormes máquinas Me he demostrado a mí misma que puedo compaginar bien mi tiempo entre mi trabajo y mis responsabilidades de familia”, señala ‘Maju’.
Mujer de obras y valores
Carolina Sifuentes Guillén (58) es ingeniera química y tiene dos hijas y dos décadas trabajando en la EPS Barranca. Hoy es inspectora de obra de redes de alcantarillado, supervisora de seguridad y salud en el trabajo y especialista en verificación de Valores Máximos Admisibles (VMA) en aguas residuales de Usuarios No Domésticos (UND) de la provincia limeña.
Por estos días, con su característico casco blanco, segura de sí misma y con personalidad de mujer líder, Carolina está al frente de la supervisión de una obra de mejoramiento del alcantarillado en favor de 1200 pobladores de los Centros Poblados Virgen del Rosario, Virgen de las Mercedes, Villa Los Ángeles y Santo Domingo, del distrito de Supe.
“No es sencillo abrirse paso en un mundo laboral al que la mayoría de personas identifica como hecho para hombres. Pero lo he logrado a base de estudio, trabajo, empeño, responsabilidad y compromiso. ¡Las mujeres podemos! Claro que sí”, dice Carolina, orgullosa y con mucha razón.
Ases del laboratorio
La técnica en laboratorio clínico y madre de dos niños, Daney Priscila Matute Ruiz (33), y la ingeniera química Bessie Jesús Aparcana Vega (67) pasan buena parte de sus días en los laboratorios de las EPS Emapacop, de Pucallpa, y Emapica, de Ica.
Entre microscopios y pipetas, ellas cumplen una tarea esencial con el control de calidad del agua potable que llega luego a los hogares de 184 583 pobladores pucallpinos y más de 330 mil vecinos iqueños, respectivamente. Verifican que el recurso vital esté apto para el consumo humano.
Como jefa de la Oficina de Aseguramiento de la Calidad en la prestadora iqueña, Bessie también toma muestras periódicas de las aguas residuales para controlar que no se superen los límites máximos permisibles y se afecte el ambiente de Ica. Con 30 años de servicio, ha pasado por varios cargos en Emapica y su labor fue clave en la empresa para afrontar la inundación de 1988 y el terremoto del 2007 que asolaron a Ica.
Finalmente, se destaca que estos casos en el Otass y en las EPS en RAT demuestran cómo se valora y promueve el aporte profesional y la capacidad laboral de las mujeres.