Si en los últimos días uno ha estado mirando a la ligera los diarios o la TV, tendrá una versión distorsionada de la realidad. Por un lado, el conflicto de Espinar parece muy bien encaminado y a punto de resolverse.
Diálogo y paz. Por otro, el conflicto de Cajamarca está teñido de violencia y aparentemente se encamina al desastre.
La realidad es muy diferente.
Espinar: el mundo al revés
El jueves pasado se instaló una de las consabidas “mesas de diálogo”. Acudieron cuatro ministros del gobierno, que se abrazaron efusivamente con el alcalde de Espinar, Óscar Mollohuanca, uno de los principales responsables de los disturbios que causaron dos muertos, más de cien heridos y destrucción de instalaciones.
Mollohuanca, en lugar de estar preso y sometido a juicio por su evidente participación en los dramáticos sucesos, es elogiado ahora por los más altos representantes del gobierno como ejemplo de autoridad responsable y dialogante.
Ya nadie parece recordar que desde hace por lo menos seis meses, Mollohuanca junto con dirigentes locales, como el presidente del Frente de Defensa, Herbert Huamán, congresistas como Rubén Coa y Verónika Mendoza y gente de la Vicaría de Solidaridad, han estado mintiendo y engañando sistemáticamente a la población con informes falsos sobre la supuesta contaminación que está produciendo la mina Tintaya.
Basándose en un estudio de otro lugar, fuera del área de influencia de Tintaya, han tratado de aterrorizar a los campesinos. Los resultados de ese estudio muestran presencia de minerales, pero que no son producidos por operaciones mineras sino por causas naturales.
Tampoco son alarmantes. Como dijo un experto peruano, que reside en EE.UU., por RPP, se han realizado estudios que muestran que un microbusero de Trujillo tiene mucho más metales en la sangre que un campesino de Espinar.
Casi nadie sabe, por ejemplo, que el viernes 18 de mayo, tres días antes que Mollohuanca encabezara la sangrienta revuelta, altos funcionarios de Xstrata recorrieron la zona supuestamente contaminada junto con el alcalde.
José Marún, vicepresidente ejecutivo de Operaciones de Sudamérica de Xstrata, estuvo allí con Mollohuanca, refutó delante de la población sus argumentos y se allanó a realizar todos los monitoreos ambientales que quisieran, con las instituciones técnicas y/o universidades que ellos propusieran.
Finalmente, Mollohuanca se escabulló y no acompañó a Marún a continuar con la visita a las comunidades aledañas a Tintaya y a escuchar a los campesinos. No era necesario porque eso no era más que un pretexto. El lunes 21 se inició la huelga.
La patraña rinde
En suma, todo ha sido un montaje con datos falsos realizado por un grupo de dirigentes políticos que no tenía el menor interés en resolver las dudas mediante el diálogo y estudios ambientales. Son los mismos que ahora conducen las negociaciones a nombre del pueblo de Espinar, que ellos manipularon y arrastraron al matadero. Mollohuanca dirige las negociaciones, junto con los otros alborotadores, Huamán, Mendoza, Coa y los religiosos.
Encima, Mollohuanca ha tenido el descaro de pedir reparaciones económicas del Estado para los familiares de los muertos y heridos, y sanciones para los policías, cuando los culpables de la revuelta que causó esos daños son él mismo y los otros instigadores mencionados.
En conclusión, el resultado de Espinar es el peor que podía esperarse. Los agitadores libres, convertidos en héroes e interlocutores válidos, y elogiados por el gobierno. Nadie responde por los disturbios, los muertos y los heridos. Un pésimo ejemplo para todo el país, un incentivo para que se produzcan revueltas en otros lugares.
¿Cajamarca con soluciones?
En tanto, en Cajamarca la huelga es un fracaso. Luego de 25 días, Gregorio Santos y sus camaradas solo han paralizado esporádicamente la ciudad y no han podido detener la principal actividad económica de la región, la minería.
Como ha señalado el presidente Ollanta Humala, el gobierno ya se ha puesto de acuerdo con la empresa en las condiciones para reanudar la construcción de minas Conga.
Sin embargo, la impresión que tiene la mayoría de la población del país es que hay grandes disturbios sin solución a la vista. Por ejemplo, el jueves pasado, unos 50 o 60 revoltosos provocaron choques con la Policía en la plaza Bolognesi de Cajamarca. Pero ese pequeño incidente, difundido profusamente por todos los medios, hace creer a mucha gente que la situación es casi incontrolable.
En esas condiciones, si el gobierno actuara ahora con firmeza y habilidad, la situación podría resolverse positivamente muy pronto. ¿Será mucho pedir a un gobierno chapucero que hasta ahora no da muestras de corregir errores? Ojalá que no.