El megaproyecto Hidrovía Amazónica que ha sido promovido a fin de mejorar la navegabilidad de los ríos de la Amazonía peruana, con un transporte fluvial permanente – 360 días del año, durante las 24 horas del día- a lo largo de 2,678 Km, es un proyecto que no ha medido el impacto social y ambiental que tendrían en los pueblos indígenas y ribereños que viven alrededor de los ríos Huallaga, Marañón, Ucayali y Amazonas; además de las poblaciones de la ciudad, ya que las ciudades amazónicas también tienen como principal fuente de alimentación el consumo de pescados de la zona. Por lo que las organizaciones indígenas como: ORPIO, ACODECOSPAT, ORAU Y AIDESEP demandan al Estado peruano la suspensión definitiva de la obra.
“Si Dios ha creado todo maravilloso, a la perfección ¿no sé por qué la gente quiere cambiar los caminos de los ríos? Se pregunta Gidel García de la Comunidad Shipibo Panaillo. “Una vez que ellos caven el fondo del río, no creo que el agua del río Ucayali sea como ahora, se va a poner turbia, y cuando se pone turbio, de todas maneras los peces se van a morir: los peces como el piro, como la doncella desaparecerán y nuestros niños no van a tener que comer, o tal vez va a ocurrir que se caiga el barranco de las orillas porque nada lo sostiene, o tal vez puede suceder una inundación, afectando nuestros cultivos y las comunidades”, se lamenta.
Para el antropólogo Ismael Vega, director del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), la actividad más grave es el dragado de los ríos porque afecta de una manera muy seria la dinámica hidrológica del río, es decir el comportamiento de los ríos, el recorrido de los ríos.
“Al removerse los ríos desde abajo, se elevará las sustancias tóxicas, como: metales pesados derivados de la gran cantidad de derrames petroleros que ha habido en estos ríos, como es el caso del río Marañón que durante más de 40 años de actividad extractiva se ha contaminado de manera permanente, y con el dragado esa contaminación comenzará a circular nuevamente y eso se acumulará en los tejidos de millones de peces y otros organismos acuáticos. Se va a producir un envenenamiento masivo de estos peces y esto sin duda tendría un efecto muy grave en la contaminación de la población indígena y también la población no indígena mestiza de los alrededores que consumen diariamente estos pescados”, advierte Vega.
Las organizaciones indígenas como ORPIO, ORAU Y AIDESEP rechazan el proyecto porque vulnera el derecho a la seguridad alimentaria de las poblaciones indígenas, y afecta su cosmovisión y su cultura fuertemente ligada con los ríos.
Según estudios de la Universidad de Tecnología e Ingeniería (UTEC), señala que cuando se hicieron los estudios para el megaproyecto se realizaron cuando los ríos están muy crecidos, es decir en época crecida alta, y no se ha hecho en la época cuando los ríos estaban en bajada, con ello no se sabe cómo va a afectar el proyecto en época de vaciante.
Por otra parte, SENACE ha presentado más de 400 observaciones en octubre del año pasado, entorno a la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA-d) del proyecto “Hidrovía Amazónica: Ríos Marañón y Amazonas, Tramo Saramiriza – Iquitos – Santa Rosa; Río Huallaga, Tramo Yurimaguas – Confluencia del Río Marañón, Río Ucayali, Tramo Pucallpa – Confluencia con el Río Marañón”; dicho informe contiene además las opiniones técnicas al EIA-d, de 13 instituciones públicas.
Vega afirma que estas observaciones son vinculantes. Según SENACE el consorcio chino Cohidro S.A. tenía un plazo de 30 días hábiles para absolverlas, con opción de solicitar ampliación por 30 días más, sin embargo la empresa no llegó a absolver las observaciones.
“No nos vamos a callar, vamos a seguir en este proceso, pero necesitamos alianzas importantes, que no solo estén a nuestro lado en momento que beneficia, sino también en el momento que tengamos que pelear juntos para poder hacer de que el Estado nos tenga escuchar”, señala Alfonso López, Presidente de la Federación Kukama- ACODECOSPAT.
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