Varias comunidades altoandinas recuperan 226 variedades de papa con prácticas ancestrales. Esta iniciativa se realizó en las regiones Huancavelica, Apurímac, Cusco y Puno, con prácticas ancestrales y una capacitación de cinco años en desarrollo sostenible.
Dichos logros surgieron del intercambio de nuevas prácticas y tecnología de agricultura y conservación de la biodiversidad, con métodos milenarios heredados y transmitidos de generación en generación de las comunidades altoandinas. En total se trata de unas 95 prácticas ancestrales rescatadas.
Esto como parte del proyecto de Agrobiodiversidad con el enfoque de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). La iniciativa es financiada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (Global Environmental Facility – GEF), y ejecutada por el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego. Además, es implementada por la FAO y con la administración de Profonanpe.
“En los últimos cuatro años se han recuperado 226 variedades de cultivos como la papa, maíz, quinua, oca, olluco, añu, cañihua, maca, tarwi y Kiwicha, en más de 6,000 hectáreas junto a más de 1,700 familias. En Huancavelica, se tienen 72 variedades recuperadas, en 16 comunidades involucradas y aproximadamente 500 familias que participan a través de la implementación del mecanismo de Retribución por Servicios de Conservación de la Agrobiodiversidad – ResCA”, dijo César Sotomayor, coordinador nacional del Proyecto GEF Agrobiodiversidad Sipam.
Añadió que 72 comunidades incorporaron prácticas de manejo integradas para favorecer la conservación de la agrobiodiversidad. Ello se dio en humedales, qochas, siembra y cosecha de agua, forestación y reforestación con especies nativas, agua para riego. También las mujeres se han empoderado en las labores de cosecha, y se han convertido en líderes de emprendimientos que comercializan en Lima a través de la aplicación Kusikuy.
El proyecto logró también implementar exitosos bio-negocios bajo la marca de Agrobio. Además, de desarrollar bancos de semillas familiares de gran valor, el desarrollo de papa nativa y maca, y recuperar ecosistemas y paisajes altoandinos con el enfoque de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM).
“Sipam es un proyecto encargado de la conservación y el manejo de la agrobiodiversidad, coejecutado por el Minam y el Midagri, asunto que pone al Perú por delante de la región puesto que son muy pocas experiencias en las que dos ministerios sumen esfuerzos para la conservación y ejecución a través de un proyecto”, dijo César Sotomayor.
Además, remarcó que la FAO señala que el hambre en el mundo está aumentando considerablemente, y el Perú es parte de ese problema con casi mitad de población con problemas de inseguridad alimentaria moderada o severa. Anotó que ello es recurrente en la población con menos oportunidades que se encuentran significativamente en el mundo rural.
“Esta realidad nos llevó a trabajar con poblaciones provenientes de la agricultura familiar, que por ausencia de recursos en las zonas altoandinas venían perdiendo su principal activo: la diversidad de sus semillas nativas, las que dejaron de cosechar y empezaron a extinguirse”.
El Perú es centro de origen y de adaptación de los alimentos y de la agricultura reconocidos a nivel global, principalmente la papa, y otros productos como el ají, maíz, etc. La estrategia del proyecto se basó en compromisos con la población en establecer una ruta de las semillas para irlas recuperando a través de la recolección e intercambiando de los agricultores de la zona.