Sus orígenes son diversos, pero hay un factor que aumenta el riesgo de transmisión de los virus: la pérdida de bosques y el deterioro ambiental. Hoy 23 de marzo, se celebra el Día Internacional de los Bosques y conviene recordar que la tala y la deforestación, en particular en los bosques tropicales como el Amazonas y el Congo, está permitiendo que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de fauna silvestre, portadoras de virus, bacterias y otros microorganismos a los que generalmente no habían estado expuestos.
El resultado es un incremento de las llamadas enfermedades zoonóticas (que proceden de los animales). En los últimos 50 años, existe un gran aumento de las enfermedades emergentes que se han atribuido a la invasión humana del hábitat, en particular en los “puntos calientes” de las enfermedades en las regiones tropicales. Un estudio de Usaid afirmó que alrededor del 30% de los brotes de enfermedades como el virus Nipah, Zika y el Ébola están relacionados con el cambio de uso de la tierra.
Gestionar los recursos para evitar futuras crisis
Los bosques nos ofrecen servicios de un valor incalculable, por eso tenemos que ser conscientes de que vivimos en un planeta que tiene límites y de la necesidad de gestionar correctamente los recursos naturales que nos ofrece. Si no lo hacemos, las crisis (sanitarias, climáticas o migratorias) serán más frecuentes por el colapso sistémico al que nos abocamos.
Prevención
La ONG ambientalista, Greenpeace, se solidarizó con las familias de las personas fallecidas y con las afectadas por el Covid-19, prioridad absoluta en este momento y recordaron que es importante seguir poniendo de relieve estas realidades, por lo que puedan generar en términos de prevención a futuro. El principio de precaución es una herramienta fundamental para minimizar los daños, y las políticas preventivas evitan la pérdida de vidas humanas y reducen los altos costes económicos de estas crisis.