Generalmente engullimos los alimentos, sin pararnos a pensar en lo que estamos degustando. Muchas veces también comemos rápido, en cinco o diez minutos, de pie, sin apenas masticar, y viendo la televisión, por ejemplo.
Esto es un error. La digestión parte del momento de la masticación. En función de cómo mastiquemos, nuestra digestión será más larga o corta, y también mejor o peor.
Y si no digerimos bien los alimentos, si no los masticamos correctamente, después se dificultará la absorción de nutrientes, podrá empeorar nuestro estreñimiento, aumentarán nuestros gases (tanto por arriba, como por abajo), y podemos llegar a engordar en última instancia.
Así, Marta Motilla, médico endocrino y especialista en Nutrición de la unidad de Nutrición del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), explica en una entrevista con Infosalus que masticar bien los alimentos es importante por las siguientes razones:
1.- Por su efecto mecánico, ya que ayuda a triturar los alimentos, que estos lleguen más desechos al estómago.
2.- Por su efecto químico gracias a la saliva. Al masticar se inicia el proceso de la digestión con la saliva. Ésta hace que se absorban mejor los alimentos, y además la saliva que se produce al masticar activa las secreciones intestinales, de forma que ya hay una secreción ácida en el estómago cuando llega la comida, y no tiene que empezar el estómago de cero, y así es más fácil la digestión.
3.- Masticar es importante también porque evita atragantamientos.
4.- Se ha relacionado el no masticar bien con la obesidad, con la diabetes, o incluso con los eventos cardiovasculares.
«No masticar bien engorda. Comer más lento activa el centro de saciedad, nos disminuye el hambre, de forma que comemos menos. Se recomienda, aproximadamente, que los alimentos se mastiquen una media de 10-40 veces cada bocado, si es de masticar, si es de cuchara no», insiste la doctora Motilla.
Además, esta experta en nutrición argumenta que el masticar hasta 40 veces los bocados y hacerlo de forma consciente tiene un efecto positivo para la salud porque ayuda a disfrutar de la comida, se disminuyen los gases, así como el estrés, y las malas digestiones.
«Si engullimos el cuerpo lo guarda como efecto estresante. Por eso hay que ser más consciente del momento de la comida y, también es vital comer más despacio mejor», puntualiza.
Según explica la especialista del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, si masticamos poco los alimentos haremos peor la digestión. «Al masticar mal tragamos aire, y con ello se producirá una mayor hinchazón de tripa, nos puede ocasionar hasta dolor, habrá más gases, y más expulsión de los mismos, tanto por arriba, como por abajo», advierte la endocrino.
Sobre cuánto tiempo dura la digestión, Montilla aclara que su duración dependerá de la cantidad proteínas y de grasas que haya contenido la dieta.
«La duración de la digestión oscila aproximadamente entre una hora y dos horas; por eso lo de la piscina, mejor esperar a después de comer, y a que pasen unas dos horas», añade.
Por el contrario, el masticar menos hará que la digestión lleve más tiempo, agrega la doctora Montilla, ya que el cuerpo intentará hacerla con más movimientos y más secreciones, con el objetivo de intentar destruir o disgregar lo que se podía haber destruido más arriba, en la boca.
Además, sostiene que si los bocados que nos llevamos a la boca son más grandes, será más difícil triturarlos correctamente, y por consiguiente también por ejemplo las heces serán más duras, y eso también dificultará el estreñimiento.
«Una de las cosas importantes que hay que tener en cuenta a la hora de masticar es que los bocados no deben ser muy grandes, más bien pequeños, comer de poco en poco. No hay que sobrecargar la cuchara y el tenedor porque masticaremos más y más rápido si tenemos menos comida.
Con un bolo grande de alimento no puedes triturar correctamente lo que hay en la boca, no podrás manejarlo y es cuando engullimos la comida. El problema empieza entonces por el bocado grande o pequeño al comer», señala la especialista en Nutrición.
Finalmente, remarca la importancia de adaptar la dieta y los alimentos a la capacidad de la persona, y por ejemplo si se trata de niños o de ancianos, o personas a las que les faltan piezas dentales, no ponerles un filete seco que no van a poder masticar.
Fuente: Ecoticias